La fascinación que una parte de la izquierda siente hacia Portugal solo es explicable por su obsesiva ambición de poder. Desde que a finales de 2015 se constituyó la coalición de izquierdas para gobernar el país, Portugal ha sido un referente en el imaginario socialista. A la postre, tras el gigantesco fiasco que supuso la aplicación de políticas podemitas en Grecia, la izquierda española necesitaba un referente de que era posible presidir una economía sin que ésta se desplomara.
Tal referente creen haberlo encontrado en Portugal. Ciertamente, nuestro vecino se está expandiendo a tasas notables: en el tercer trimestre de 2017, su PIB aumentó un 2,5% y su tasa de desempleo se redujo desde el 10,6%, en octubre de 2016, al 8,5% en octubre de 2017. Sin embargo, si uno se muestra asombrado por la evolución económica de Portugal, tanto más debería hacerlo con la de España: nuestro PIB aumentó un 3,1% (seis décimas más que Portugal) y nuestra tasa de paro cayó, en ese mismo periodo, desde el 18,8% al 16,7% (los mismos puntos porcentuales que la lusa). Sucede que aquellos rasgos que constituyen un éxito en Portugal son denigrados como absolutos fracasos sociales en España. Con todo, aun así, uno podría entender que, entre Portugal y España, la izquierda patria optara por colocar sesgadamente el foco en Portugal.
El colmo del despropósito, empero, llegó esta misma semana, cuando Pablo Iglesias sentenció que su objetivo era que España se pareciera más a Portugal que a Alemania. Un completo despropósito: Alemania no sólo está creciendo más que Portugal (un 2,8% frente al 2,5% de nuestros vecinos) y disfruta de una tasa de paro muy inferior (el 3,6% frente al 8,5%), sino que además es un país enormemente más rico (la renta per capita de Portugal en paridad de poder adquisitivo son 27.600 dólares internacionales, la de España, 34.700 y la de Alemania, 45.700), con menor tasa de riesgo de pobreza (el 26,6% de la población lusa está en riesgo de pobreza frente al 20,7% de Alemania) y también con una menor desigualdad (el índice Gini de Portugal es de 34,5 y el de Alemania de 30,7). Ningún indicador objetivo nos lleva a preferir Portugal a Alemania: la única razón que puede llevar a preferirlo es que en Portugal gobierna la izquierda y en Alemania no.
A lo único que aspira Podemos es a conquistar el poder, no a mejorar el bienestar del conjunto de la sociedad.