Esta podría ser la expansión económica más grande de la historia. Aunque la economía americana se encuentra al final de un ciclo, no vemos riesgo de recesión económica". El escenario que la gestora dibuja para los próximos meses implica una continuidad del cierre de 2017: crecimiento sólido a nivel global, respaldo de los bancos centrales y renta variable como el activo de mayor atractivo. Uno de los aspectos más destacados sobre el comportamiento de la economía global es la sincronización del crecimiento en los distintos bloques y el ritmo al que se han batido todas las expectativas. Sorpresas positivas en Europa, Japón y EE.UU., por una parte, pero también en Brasil, Rusia y México, regiones que se habían quedado atrás pero que los últimos datos han confirmado su repunte. "La mayor parte de las economías están en territorio de expansión frente a sólo el 58% que lo estaba hace un año. Esperamos un mantenimiento de esta tendencia positiva respaldada por el mantenimiento del consumo mundial ante la recuperación del mercado inmobiliario y el mercado laboral", apunta Mellado. Y todo ello sin presiones inflacionistas.
Porque no todas las expectativas se han cumplido: las expectativas sobre inflación han decepcionado. La caída de los alimentos ha presionado a la baja la inflación general, aunque es la tasa subyacente la que ha preocupado. Desde J.P. Morgan AM esperamos que la inflación se recupere moderadamente a lo largo del año respaldado por cuatro factores: a) un estrechamiento de la capacidad instalada, b) la continuación de la mejora económica global que aleja los temores deflacionistas, c) la mejora del mercado laboral, y d) una mayor predisposición al consumo.
Respecto a lo que harán los bancos centrales volvemos a un escenario en el que todos los bancos centrales se mueven en la misma dirección, aunque con ritmos distintos. Mientras que la Fed subirá los tipos (se esperan tres incrementos en 2018) el BCE iniciará su programa de expansión cuantitativa. Una normalización monetaria que estimamos, en línea con el consenso del mercado, sea a un ritmo moderado. Pero que tendrá un claro afectado: la renta fija soberana. No hay valor en deuda gubernamental. Esperamos un aumentos de la rentabilidades ante un incremento de la oferta superior a la demanda derivada del fin de las expansiones cuantitativas, la Fed subiendo tipos y el aumento de las expectativas de inflación ¿Podríamos encontrarnos sorpresas negativas en el repunte de tipos? Para que ello ocurra deberíamos ver unas tasas de crecimiento económico mucho más elevadas y una aceleración de la inflación que exija un ajuste más drástico de los tipos de interés por parte de los bancos centrales. Un contexto que, si bien no representa el escenario central para este año, es uno de los principales riesgos que ponen sobre la mesa.
Es obvio que el entorno macro es alentador, porque las economías crecen ajenas a presiones inflacionistas y con el respaldo de los bancos centrales. Pero, ¿está cara o barata la renta variable? Salvo en EE.UU. las valoraciones están lejos de máximos históricos. En EE.UU. se sitúan en niveles de su media histórica, pero apostamos por este activo en cartera, pues aunque ofrezca rentabilidades más moderadas mantiene su atractivo frente a otros activos. Más allá de la macro, la respuesta se encuentra en las empresas: Las valoraciones se justifican por los resultados que ofrecen las compañías americanas, la recuperación del precio del petróleo favorece las compañías energéticas, y la debilidad del dólar impulsa las compañías exportadoras.
Respecto a Europa, ha sido la gran sorpresa de 2017 punto de vista macro. La incertidumbre política nos hizo estar más cautos en enero de 2017. Esta incertidumbre se ha disipado. Esperamos la misma tónica de buen comportamiento. Hay mucho margen de recorrido frente a EE.UU.
Los mercados emergentes constituyen el activo que mejor se comportó el año pasado, con la renta variable revalorizándose un 21%. Manttenemos una visión de China moderadamente optimista. El problema es el endeudamiento, pero se ha de mirar en su conjunto. China es una economía planificada en la que cuesta discernir entre Gobierno y empresas. La deuda hay que mirarla en su conjunto, y aunque su nivel de deuda está en niveles de EE.UU. o Italia el potencial de crecimiento es mayor (urbanización, por ejemplo).