El análisis de los hechos acontecidos durante el año que acaba permite extraer provechosas conclusiones para afrontar el próximo ejercicio. Analicemos algunos de ellos.
- El BCE no puede resolver por sí sólo los problemas del euro, pero su intervención ha sido fundamental para neutralizar el riesgo de ruptura del euro. La prima de riesgo española no habría pasado desde los más de 600 puntos básicos en julio del pasado año a los 230 actuales si no fuera por la aprobación del programa OMT de compra de deuda soberana de forma ilimitada en cuantía y en tiempo, aunque con condiciones. La mera existencia del programa, aunque no haya sido utilizado, y la manifestación de Draghi de que haría todo lo necesario para la supervivencia del euro ha sido fundamental para rebajar el riesgo de los periféricos.
- Las quitas a la deuda pública pueden realizarse sin traumas. Quizás una de las noticias más relevantes de año y que menos ruido mediático ha generado es la quita experimentada por parte de la deuda pública irlandesa. Irlanda ha conseguido una quita de su deuda a través de un alambicado mecanismo consistente en permutar una deuda a menos de 10 años por otra a 32 años (de media) a menor tipo de interés Al ser su tenedor el BCE no ha afectado a inversores privados. Con el crecimiento de la deuda pública de la mayoría de países desarrollados, entre ellos España, no se puede descartar que el futuro se vuelva a utilizar esta fórmula u otra similar.
- Vía represión fiscal ningún activo está exento de poder sufrir una quita vía impuestos. La propuesta de las autoridades europeas ante la necesidad de llevar a cabo un rescate bancario en Chipre consistió en aplicar un impuesto extraordinario progresivo sobre los depósitos. La propuesta no fue aprobada por el parlamento chipriota, pero puso de manifiesto que a través de impuestos extraordinarios cualquier activo puede ser gravado, incluso si se encuentra depositado en el extranjero. Ante situaciones extraordinarias de extrema gravedad, nada ni nadie está libre de la voracidad fiscal.
- La quiebra de Detroit demuestra que la deuda asumible por una administración pública tiene límite. La mayor quiebra de la historia de un municipio ($18.000 millones de deuda) debería servir de aviso. Las entidades que asumen gastos estructurales permanentes sin tener garantizada su financiación y generando desequilibrios permanentes acabarán aplicando quitas a sus acreedores, sean éstos bonistas o pensionistas. Los impuestos no pueden incrementarse de forma permanente. Sin necesidad de mencionarlos, en Europa existen demasiados casos de entidades que podrían acabar como Detroit si no varían su actual ritmo de incremento permanente de deuda.
- Todavía quedan ajustes pendientes en las cuentas públicas españolas. Pese a la mejora de la prima de riesgo, el cumplimiento de los compromisos de déficit de los próximos años requiere la adopción de medidas que a día de hoy no se han hecho públicas. La flexibilidad admitida por las autoridades europeas permite que no sea imprescindible el cumplimiento de los objetivos de déficit con exactitud milimétrica. Aun así, si no se adoptan medidas adicionales, las desviaciones del déficit de los próximos años tendrán serias consecuencias para nuestra economía. Nuestros socios y el BCE exigirán el cumplimiento de los compromisos acordados, como es natural.
- La subida de los mercados financieros se debe, en gran medida, a la actuación de los bancos centrales. Estos han actuado bajo la tesis consistente en considerar que tipos de interés artificialmente bajos, conjuntamente con la inyección de cantidades ingentes de liquidez provocan que los inversores asuman riesgos y se fomente la inversión. Como consecuencia, sube el precio de los activos, generando efecto riqueza, provocando, a su vez, un incremento del consumo. De esta forma, se logra la reactivación de la economía. Es indudable que desde julio del año pasado el objetivo de hacer subir las bolsas con incrementos superiores al 70% en el S&P y al 45% en el Eurostoxx se ha cumplido. Está por ver que la segunda parte de la tesis, la aceleración del crecimiento económico por el efecto riqueza se materialice.
- O crece la economía y los beneficios empresariales o la subida de las bolsas no será sostenible. El ajuste llevado a cabo por las empresas a nivel global desde que comenzó la crisis las dota de un elevado apalancamiento operativo. Si la economía crece, y las ventas aumentan, el resultado se incrementará más que proporcionalmente.
- La vuelta de los inversores extranjeros es la mejor prueba de la recuperación de la confianza en nuestra economía. Desde el verano pasado han sido numerosas las operaciones protagonizadas por inversores extranjeros: entrada en el accionariado de Banco Sabadell, Banco Popular, Nova Galicia Banco, Campofrío, MIVISA, Avanza, Arsys, entre otras. Este tipo de operaciones continuarán en los próximos trimestres.
Feliz Navidad a todos.
Por Jesús Sánchez-Quiñones González
Director General de Renta 4 Banco