Este tipo de operación tiene lugar cuando el propietario de un volumen muy significativo de acciones de una empresa desea poner a la venta su paquete accionarial.
Si lo hiciese por la vía ordinaria de negociación en bolsa, esto podría dar lugar a un descenso muy pronunciado y artificial de la cotización del valor en cuestión. Es por ese motivo que las ofertas de venta de volúmenes excepcionalmente altos deben canalizarse de una manera ordenada y regulada, para lo cual se utilizan las OPVs.
Lo primero que debe entenderse es que no estamos hablando de una emisión de acciones nuevas, propia del mercado primario, sino de la venta de valores ya emitidos previamente.
La realización de ofertas públicas de venta suele tener lugar en dos contextos muy característicos.
Para evitar que el mercado se vea afectado gravemente por la venta de las acciones, la OPV debe someterse a un proceso administrativo supervisado por la CNMV (Comisión Nacional del Mercado de Valores).
De hecho, es habitual que el oferente contrate los servicios de un intermediario financiero para proceder al aseguramiento y colocación de la oferta.
En primer lugar se ha de confeccionar y publicar un folleto informativo de la OPV, el cual deberá quedar a disposición de cualquier interesado y de manera gratuita. Este folleto debería incluir todo tipo de información relevante acerca de:
El tipo y número de acciones ofertadas, su valor nominal, los plazos de la oferta y los derechos que conceden dichas acciones, el precio y la rentabilidad esperada.
El emisor de las oferta, incluyendo su domicilio social, la fecha de constitución, el órgano de administración, etc.
La actividad del emisor, así como su patrimonio, situación presente, resultados empresariales y estimaciones futuras.
El proceso de colocación, aludiendo, entre otras cosas, a las entidades coladoras, los plazos y el sistema de adjudicación.
Régimen fiscal aplicable a los valores emitidos.
En principio, el oferente es libre de fijar el precio de la oferta de venta. No obstante, es habitual que se establezcan tramos de ofertas en función del inversor. De esa forma, se ofrece un tramo de acciones a los pequeños inversores, un tramo a inversores institucionales de ámbito nacional y otro tramo para inversores extranjeros.
Además, es frecuente que, en cada tramo se establezcan límites mínimos y máximos del número de acciones que pueden adquirirse.
Una vez fijada la valoración por parte del emisor, ésta se convierte en el valor de salida por acción.
Cada inversor interesado podrá lanzar sus órdenes de suscripción de la oferta a través de su agente de valores.
En el caso de que el mercado no reaccione de forma positiva frente a la OPV, el emisor podrá corregir la valoración de la acción a la baja. También puede proceder a cancelar la OPV, en caso de que el porcentaje mínimo de capital que preveía colocar no llegue a cubrirse.
El día en que las acciones comiencen a cotizar en bolsa, se procederá a realizar el pago y los inversores dispondrán de la plena titularidad de las acciones.
Una vez finaliza el plazo de la OPV, pueden tener lugar dos escenarios distintos.
En este caso, se procederá a distribuir las acciones de forma prorrateada entre los participantes, y de acuerdo con lo descrito en el folleto informativo de la OPV.
En este caso, los inversores recibirán los títulos que hubiesen solicitados, quedando el resto en manos del asegurador financiero. En la rara circunstancia de no haber contado con un seguro, la ultimación de la OPV tendrá lugar de acuerdo con lo que se haya dispuesto en el folleto informativo.
Tal y como hemos señalado al comienzo, las OPVs pueden ser utilizadas como mecanismo para sacar a cotización en Bolsa de los títulos de una determinada compañía.
Esto suele considerarse como un indicador de la buena salud económica del sector, reflejando la búsqueda de liquidez por parte de las empresas, así como la capacidad inversora del mercado.
A la hora de decidir la conveniencia de acudir a una OPV, debemos valorar diversos factores tales como:
La perspectiva de crecimiento de las acciones y su consiguiente revalorización.
La política de dividendos de la empresa o, en su caso, la retribución de los activos de renta fija.
La liquidez previsible de las acciones una vez estén cotizando en bolsa.
El entorno económico del sector al que pertenezca la empresa.
El propósito de la empresa al realizar la OPV. En algunas circunstancias, el objetivo de la OPV es captar capital privado en los mercados financieros, para acometer importantes inversiones que permitan crecer a la empresa. En otros casos, sin embargo, es un mero mecanismo para hacer caja. La diferencia de objetivos pone de manifiesto la voluntad del consejo de administración y la previsible evolución del negocio en el que se va a invertir.