La deuda bruta de las empresas y familias alcanzó 1.840 mm de euros al final del Q4 del año pasado, de acuerdo con los datos del Banco de España conocidos hoy. Supone un 158,1 % del PIB, 8,6 puntos porcentuales por debajo de la ratio registrada en 2016.
Pero son casi 50 puntos por debajo de los niveles antes de la crisis, lo que refleja el importante ajuste llevado a cabo por ambos sectores para reducir su endeudamiento.
La cuestión que todos nos planteamos en estos momentos es si este ajuste de la deuda pasada puede continuar. El estancamiento del saldo vivo de los préstamos de los bancos en estos momentos es coherente con el elevado dinamismo del nuevo crédito, imprescindible para explicar el fuerte crecimiento de la economía española. Flujos frente a saldos.
Los niveles relativos de deuda de empresas y familias ya son similares a los que podemos ver en Europa. La mejora de las perspectivas económicas, también las favorables condiciones de financiación por los bancos españoles, sin duda favorecen la expectativa de un próximo aumento del saldo vivo de préstamo. Especialmente en el mercado hipotecario, dada la mayor importancia de la vivienda en propiedad para las familias españolas frente al resto de los principales países de la zona euro.
Es difícil concluir tras observar el gráfico anterior de la AHE que el aumento de los nuevos préstamos hipotecarios que observamos en estos momentos puede plantear cuestiones sobre su sostenibilidad.
Según los datos del Banco de España conocidos hoy las familias españolas aumentaron sus activos financieros durante el año pasado un 2,4 %, producto de compras de nuevos activos (30 mm de euros) y revalorizaciones de los existentes (20 mm). Los activos financieros de los hogares suponen ya el 184,6 % del PIB, no muy lejos de los niveles a mediados de 2017.
Por último, el 40 % de los activos financieros de los hogares está en efectivo y depósitos.