Laurence Gonzales, en su novedoso libro Deep Survival, describió las cinco etapas que un ser humano sufre cuando se ha perdido. Cinco etapas que conducen a un colapso en la lógica. Nick Maggiulli cree que existe una similitud clara con lo que les pasa a los inversores cuando se encuentran en la misma situación. Estas son las etapas de Gonzales comentadas por Maggiulli entre paréntesis:
1. La negación de estar perdido: Se intenta hacer que el mapa mental se ajuste a lo que se ve, en vez de reconocer que ya no concuerda (“Esta acción no puede bajar más. Tengo que seguir acumulando”).
2. Urgencia al darse cuenta que nos hemos perdido y actuar frenéticamente (“Perfecto. Ahora la acción tiene un enorme descuento. Venderé algunas de mis posiciones ganadoras para poder aprovechar este descuento”).
3. Negociación mientras adopto una estrategia que intenta volver a encarrilarme (“Si puedo comprar aún más puedo compensar las pérdidas cuando rebote”).
4. Depresión ya que el punto 3 no ha funcionado (“¿Qué voy a hacer ahora?”)
5. Aceptación de que estás perdidos y la elaboración de un nuevo mapa mental (“Debo hablar con un asesor financiero”)
Según Maggiulli los datos históricos nos muestran que los inversores estamos mucho más tiempo “perdidos” de lo que creemos. Los gráficos de distribución muestran que hay poca correlación entre los ratios de valoración (el CAPE de Shiller por ejemplo), y los rendimientos futuros.
“No parece haber un patrón general entre el CAPE y la distribución de rendimientos mensuales. Esto se vuelve aún más evidente a medida que avanzamos hacia el futuro. Miramos el presente a través de un espejo retrovisor. Marchamos hacia atrás en el futuro”, afirma Maggiulli.
Pero que el estado normal de un inversor sea el estar perdido no significa que no se pueda sobrevivir en los mercados financieros, y aún más, poder vencerlos. Los grandes inversores de todos los tiempos se han cansado de afirmar que nadie sabe dónde va el mercado, y que el reconocerlo y admitir que en la mayoría de las ocasiones se está perdido es además de liberador, el primer paso para poder encontrar el camino correcto.
Uno de los gestores más brillantes con los que he trabajado en mi vida profesional decía lo siguiente: “A lo largo del año, únicamente en tres o cuatro ocasiones tengo más o menos claro la dirección que va a adoptar el mercado. Con eso es suficiente”. Y así lo hacía. Normalmente adoptaba posiciones neutras, con amplias coberturas, y en la que ni subidas o bajadas de importancia le afectarían significativamente en la rentabilidad de su cartera. Sólo en alguna ocasión se volvía agresivo tanto al alza como a la baja, y rara vez se equivocaba. Con esas tres o cuatro veces que entraba de forma claramente direccional en el mercado le era suficiente para batir a su índice de referencia año tras año.