España sufre, desde hace algunos años, un desajuste poblacional. A día de hoy es el país más envejecido de Europa y el segundo del mundo, por detrás de Japón. La esperanza de vida española supera los 83 años. Y la tendencia es al alza. En 2050 la OCDE estima que el 75% de la población española será mayor de 65 años frente al 53% de media de la OCDE.
En nuestro país se da, además, un retraso en el calendario vital que no mejorará las previsiones: de media un español abandona el hogar familiar a los 28 años, hasta los 31,7 no tendrá un hijo, y será a los 33 cuando se casará y comprará su primera vivienda. La consecuencia lógica es una menor natalidad y un envejecimiento progresivo.
Este desequilibrio poblacional no es inocuo sino que tiene implicaciones a distintos niveles: afecta a la sostenibilidad del Estado de bienestar y, por ende, al sistema de pensiones, dependencia o sanidad; al mercado inmobiliario que tenderá a la depreciación; a una menor empleabilidad y también menores oportunidades para las empresas por los cambios que se producen en el consumo.
En términos empresariales son los hábitos de consumo el elemento que mayores cambios sufrirá a corto plazo. Las preocupaciones de la tercera edad distan mucho de las necesidades de los millenials. Mientras que los jóvenes invierten en ropa, ocio o electrónica, los mayores buscan bienestar, calidad de vida. Las necesidades de la tercera edad se vuelven inaplazables, indispensables y crecen día a día. Por el contrario, los jóvenes, tienen necesidades más bien cambiantes, sensoriales y perecederas.
Si a esto le sumamos que los mayores serán cada vez más y los jóvenes cada vez menos ¿no sería un buen momento para posicionarnos ante este nuevo paradigma? Es el momento óptimo para el crecimiento, expansión e incluso internacionalización de las empresas que centran sus esfuerzos en satisfacer las necesidades de la tercera edad.
Para ello parece importante reflexionar sobre cuáles serán las necesidades del futuro, es decir, qué empresas se van a ver favorecidas por el nuevo marco generacional. Destacan Roche o Novartis (empresas farmacéuticas líderes en el sector) o sanitarias como Fresenius (una empresa alemana líder mundial en servicios de salud que en 2016 adquirió el grupo médico Quirón), Orpea (compañía francesa dedicada a la explotación de centros de día, residencias y clínicas de salud mental), Coloplast (especializada en ostomía, atención urológica, cuidado de la incontinencia, heridas o cuidados de la piel), Stryker Corp (empresa de tecnología médica especializada en ortopedia y neurotecnología) o United Health Group Inc.
Resulta sorprendente que no solo aquellas empresas para las que la tercera edad es su principal público objetivo buscan satisfacer necesidades relacionadas con el concepto de bienestar. Uno de los casos más llamativos es el de McDonald’s, una empresa tradicionalmente dirigida a un público más bien joven. La multinacional americana ha iniciado un proceso de adaptación hacia un concepto más healthy empezando por una carta más saludable y ha realizado una importante inversión para desarrollar en sus centros el servicio en mesa.
Éstas compañías verán progresivamente incrementada su cuenta de resultados gracias al proceso de envejecimiento poblacional. Es decir, la tercera edad será en una herramienta de generación de alfa para nuestra cartera. Para vehicular esta inversión tenemos el ejemplo del fondo CPR Silver Age. una gestora francesa del grupo Amundi especializada en selección de activos relacionados con la tercera edad. Parece coherente, por tanto, tomar posiciones en esta nueva mega tendencia para nuestra cartera de inversiones, adquiriendo compañías dedicadas a la atención de la tercera edad.
En consecuencia, detrás de este movimiento se encuentra una clara voluntad de adelantarse a una tendencia real, creciente e irreversible.
Fernando Muñoz Belart.