"Conocí a un médico de cabecera de una gran banco extranjero, que abandonaba a toda prisa su despecho, próximo a la Bolsa de Madrid, para husmear en los corros, para especular aquí y allá. Era la época de los corros ¡Fíjate si ha llovido desde entonces! Ese galeno me dio un día en el parqué una lección magistral, inolvidable. Sacó de una carpeta una especie de encefalograma hecho a uno de sus pacientes, o algo similar, y comparó el movimiento de las ondas, el ritmo de las gráficas, con el comportamiento de la Bolsa. Estaba convencido de que su modo de actuar era aún más sofisticado que el chartismo, que por entonces asomaba en la Bolsa española, muy pocos lo conocíamos. El médico me dijo que ganaba más dinero con esta traslación del fenómeno cardíaco o cerebral, no lo recuerdo muy bien, a la Bolsa que curando enfermos en la consulta. Meses después, borracho de éxito, cerró la consulta. Y unos meses después, aún más borracho de éxito, se arruinó en Bolsa..."
“Más de treinta años después, importantes bancos, gestoras, fondos de pensiones, sociedades de valores y Bolsa y el mundo de la intermediación bursátil y financiera en general, siguen ocupados con este tipo estrategias orquestadas por otros tantos profesionales del asunto…”
“Llevamos muchos años denunciado que los bancos de inversión son humo y que han sido los culpables de los desastres financieros y bursátiles, que se han producido en los mercados desde el crash de octubre de 1987, pero no ha servido para nada. Con la caída de Lehman pensábamos que nacería un nuevo mundo. Pero no es así. Los bancos que han quedado en pie siguen el mismo guión y con 50 millones de dólares han montado estructuras financieras equivalentes a 5.000 millones de dólares. Este manejo impresentable, caótico y, a la postre, falso, que han alimentado los bancos centrales...."
"La banca de inversión, la que inventó la ingeniería financiera y a la que la Fed, lejos de apercibirla, incluso la ha contratado como asesor de diferentes procesos de venta o de toma de decisiones estratégicas en momentos de crisis global, como es el caso actual, no ha muerto, sólo ha disminuido el número de actores. Por eso, los que han quedado son más grandes y poderosos, demasiado grandes para quebrar. Bancos que fomentan nuestras estrategias financieras, más ingeniería…”
“Los ingenieros, creo yo, deben estar para hacer carreteras rápidas y seguras; puentes bien armados; presas y pantanos con gran resistencia; aviones que no se caigan; ordenadores más rápidos, baratos y veloces; redes de comunicaciones invulnerables. Los ingenieros, creo yo, no deben hacer ingeniería financiera. Los bancos de inversión, entre otros el que da refugio a mi dinero, están plagados de ingenieros, químicos y otros profesionales de igual índole. No saben lo que es la Bolsa, porque entran sin experiencia, muy jóvenes, y nunca lo sabrán, porque antes de coger práctica en el oficio ya se lo han cargado con un crash o un terremoto financiero…”
“En mis cincuenta años de experiencia en Bolsa he visto cómo progresivamente la Bolsa ha ido dejando de ser Bolsa para convertirse en un centro de gran especulación y exuberancia sin límite en que los inventos se han hecho con dinero y no con gaseosa, que es lo que mandan los cánones. Antes, las empresas acudían a la Bolsa para demandar dinero a los accionistas con que construir fábricas y fortalecer la estructura de recursos propios. Hoy las empresas que salen a Bolsa lo hacen para llenar los bolsillos de los oferentes con el dinero de los bancos de inversión. Oferentes e intermediarios se quedan con la mejor parte, incluso con toda la tarta…”
“¿Cuánto hace que no lees que ésta o aquella empresa emprende una ambiciosa ampliación de capital para construir una planta, mejorar la capacidad productiva, para crecer, en definitiva, y no, como ahora, para coserse las tripas, refinanciar su deuda astronómica? Antes las eléctricas ampliaban para mejorar y aumentar la red, para hacer saltos de agua. Los bancos lo hacían para fortalecer sus recursos propios y las cajas de ahorro se dedicaban a los suyo y no a especular en Bolsa como desalmados. La suma de lo que ha dejado de hacerse ha traído estos lodos infectados. Es más, los analistas de nuevo cuño aborrecen las ampliaciones de capital clásicas y penalizan a las empresas que han osado plantearlas. Los analistas más jóvenes sólo saben hacer estructuras falsas que determinan el caos…”
“¿Cuándo volverá la Bolsa a ser Bolsa? ¿Cuándo a pedir dinero al inversor para emprender nuevos proyectos? ¿Cuándo valorará el éxito empresarial, con alzas y el fracaso, con bajas?...?
Son retazos de una conversación mantenida ayer con el jefe de mesa de uno de los pocos bancos de inversión españoles que aún quedan en pie.