Suele decirse que el fin de año es un buen momento para hacer balance de lo acontecido en los doce meses precedentes con el sano propósito de corregir errores y de reforzar aciertos ante la entrada de la nueva docena.
Desde luego, no ha sido un mal año para el Instituto Juan de Mariana: en nuestra Cena de la Libertad tuvimos la enorme alegría de premiar a uno de los más reconocidos exponentes del liberalismo español, D. Carlos Rodríguez Braun; celebramos nuestro sexto Congreso de Economía Austriaca cuyas ponencias, por primera vez, aparecerán próximamente editadas en forma de revista digital; la asistencia a nuestra octava Universidad de Verano en Lanzarote desbordó incluso los muy notables récords del año pasado; organizamos en nuestra sede más de 35 conferencias (prácticamente una cada sábado) que en su mayoría fueron retransmitidas vía streaming y grabadas para la posteridad; contamos con cuatro conferencias magistrales de primer nivel, de la mano de David Friedman, Hans-Hermann Hoppe, Anthony de Jasay y George Selgin; participamos en la organización de las VIII Jornadas de Pensamiento Económico con la Universidad Católica de Ávila; celebramos dos seminarios intensivos de formación –uno sobre teoría monetaria con Antal Fekete, el otro sobre los fundamentos físicos, biológicos y evolutivos de las ciencias humanas, gracias a Francisco Capella; publicamos centenares de artículos en casi todos los medios de comunicación nacionales y acudimos al King’s College de Madrid para ofrecer a sus alumnos una jornada de formación en las ideas liberales. Y no olvidemos que nada más comenzar este nuevo año disfrutaremos de un prometedor seminario intensivo con Jörg Guido Hülsmann en Benidorm.
El catálogo de actividades no ha sido ciertamente escaso gracias al entusiasta trabajo del equipo que integra el Instituto y al invaluable apoyo que nos brindan nuestros colaboradores, miembros y benefactores. Sin embargo, cuando uno echa una mirada, siquiera de soslayo, a nuestra sociedad, comprende que es necesario hacer más, mucho más. Las libertades, no sólo las económicas, no están avanzando, sino más bien retrocediendo en nuestro país: el populismo estatista de unos ha envalentonado la radicalidad liberticida de otros y las amenazas, consumadas o amagadas, no dejan de extenderse. Atendiendo al panorama, uno pensaría que el liberalismo está perdiendo la batalla ideológica en España y que todo el trabajo anterior está cayendo en saco roto. Mas, a mi entender, éste sería un juicio demasiado tremendista.
Por un lado, es evidente que los liberales seguimos siendo fundamentalmente irrelevantes dentro del panorama español, a pesar de que la hinchada intervencionista afirme creerse a pies juntillas que manejamos el mundo a través de una enmarañada red secreta de sociedades pantalla que controlan gobiernos, multinacionales, logias y religiones varias. Pero, por otro, la defensa de la libertad es, en el fondo, una inversión que proporciona sus frutos en el muy largo plazo: lo que el liberalismo tiene de revolucionario no es la acción política directa y devastadora, sino la diseminación social de unas ideas y de unos valores que reemplacen gradualmente la coacción por la voluntariedad como núcleo de las relaciones humanas. Son, pues, esas ideas y esos valores verdaderamente revolucionarios los que, conforme van calando dentro de una comunidad, terminan socavando el lucrativo y complaciente statu quo del establishment extractivo e imponiendo límites institucionales a la coerción estatal.
Esa es justo la tarea a la que el Instituto Juan de Mariana se ha dedicado desde el primer momento de su creación, hace ya ocho años. La tarea a la que nos vamos a seguir dedicando con todas nuestras energías en 2014 y para la que esperamos continuar contando con vuestro indispensable apoyo. Porque si aspiramos a que España tenga un futuro mejor no dentro de unos meses, ni siquiera dentro de unos años, sino al cabo de varias décadas, es ahora cuando debemos plantar con energía y determinación las subversivas semillas de la libertad.
Brindemos, pues, por un 2014 cargado de oportunidades para seguir defendiendo sin pausa, sin cortapisas y sin ambigüedades los principios sobre los que se asientan las sociedades libres y prósperas. Esos principios tan violentados en la España actual.