Me encantó este titular de un artículo que leí recientemente del brillante y joven analista Tony Isola, de Ritholtz Wealth Management, porque sintetiza muy bien lo que es el mercado. “El mercado es aquel lugar en el que tienes que trabajar arduamente día tras día simplemente para no perder dinero”, afirmaba un antiguo compañero. Estoy de acuerdo. Quizás esto se base, como señala Isola, en el concepto de entropía. La entropía es la tendencia de la naturaleza hacia el caos y el desorden. El caos y el desorden en los mercados financieros se refleja en la volatilidad, y la volatilidad es directamente proporcional a las caídas en bolsa, a mayor volatilidad mayores caídas.
Por tanto, la entropía es la que conspira contra nosotros para que nuestra riqueza cada vez sea menor. Como afirma Isola:
Mi jardín no se quita las malas hierbas así mismo. Lo mismo se puede aplicar a la planificación financiera. La inacción y la inercia abren las puertas a las fuerzas destructivas de la entropía.
- El dinero no terminará en una cuenta de ahorro a menos que reserve ingresos para establecer un fondo de emergencia.
- Los impuestos harán estragos en sus finanzas sin la guía activa de un experto.
- La calificación de un buen crédito es el resultado de la disciplina y el autocontrol.
- Los seguros de vida e incapacidad no brotarán mágicamente de la nada.
Steven Pinker lo resume perfectamente: "No solo el universo no se preocupa por nuestros deseos, sino que en el curso natural de los acontecimientos, parece frustrarlos. Porque hay muchas más formas de que las cosas salgan mal que bien. Las casas se queman, los barcos se hunden, las batallas se pierden por falta de una herradura".
Es un milagro que muchos de nosotros logremos nuestros objetivos financieros con la Madre Naturaleza apostada poderosamente contra nosotros.
La pobreza es la opción predeterminada, no la riqueza. Como vemos en este gráfico, la mayoría del mundo permanece con pobres o bajos ingresos.
Variables impredecibles que operan libremente en un sistema financiero abierto a menudo arruinan nuestros mejores planes. El verdadero milagro es la riqueza.