Llevo a gala ser un “chico de barrio”. Nací en la periferia de Madrid a principios de la década de los 70. Una época en el que nuestras madres se sentaban en verano fuera de las casas, viendo como sus hijos jugaban al futbol en las calles con porterías improvisadas con camisetas, que había que retirar cuando de vez en cuando pasaba un coche. Un entorno familiar, en la que todos nos conocíamos y en la que todos cuidábamos de todos. Buenos recuerdos.
Les cuento esto porque hace poco leí un interesante estudio de la Universidad Queen Mary de Londres, en el que se afirmaba que las personas de un nivel de riqueza inferior, compartía esa riqueza más que sus contrapartes de “estatus superior”.
Los investigadores establecieron un juego económico donde a las personas se les etiquetaba como de "bajo estatus" o "alto estatus" en términos de logros sociales, económicos y educativos, y se les decía que aportaran cualquier cantidad de dinero que quisieran en un fondo grupal que luego sería dividido por todos los jugadores. Los individuos de "estado inferior" siempre contribuyeron más al bote.
En el experimento social, los participantes usaban dos tipos de dinero: Dinero que habían ganado ellos mismos, y dinero que habían recibido por causalidad. Los jugadores usaron dinero real en el juego.
Los individuos de "alto estatus" tenían menos probabilidades de dar el dinero que ellos mismos se "habían ganado", mientras que para los individuos de "estatus más bajo", no importaba.
Los investigadores encontraron que la empatía no hacía la diferencia en la cantidad de dinero que daban los participantes, a diferencia de investigaciones previas sobre donaciones caritativas. De hecho, las personas de “bajo estatus” podrían haber creído que tenía sentido estratégico contribuir más porque aumentaría su reputación entre los miembros del grupo.
¿Y por qué el grupo de "alto estatus" era menos renuente a regalar el dinero que habían ganado? El grupo de "alto estatus" quería tener más control sobre el dinero que habían ganado, por lo que contribuyeron menos al bote del grupo.
La investigación habla de una tendencia más amplia de los pobres que suelen ser más generosos. Aunque son menos propensos a donar a organizaciones benéficas y a otras personas, otorgan una mayor parte de sus ingresos cuando donan.
Las personas de bajos ingresos tienden a regalar entre 4% y 5% de sus ingresos, en comparación con los ricos, que regalan entre 3% y 4%, escribió el autor Arthur Brooks en "Who Really Cares: The Surprising Truth about Compassionate Conservatism".