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¿Realmente se dan las condiciones para una nueva gran crisis financiera?

por Carlos Montero Hace 6 años
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Son muchos los analistas que están advirtiendo de la conjunción de diferentes factores que anticipan una gran crisis financiera a nivel mundial. Los patrones temporales también parecen anticipar este hecho, y el posicionamiento inversor, con reducción de la renta variable en las carteras de los grandes patrimonios, reforzaría esta hipótesis.

¿Pero cómo de cerca estamos de un nuevo crash financiero? Nicolás López de M& A.V. nos da las claves para contestar a esta pregunta:

El tono negativo de los mercados en los últimos meses, el deterioro de los indicadores económicos en Europa, el riesgo de un Brexit desordenado, la eterna amenaza de los populismos en Europa y la amenaza de la guerra comercial han ido extendiendo el pesimismo sobre el futuro de la economía del que sólo EEUU parece salvarse de momento. Estos momentos de gran pesimismo suelen marcar el final de las correcciones o…el inicio de las grandes crisis. Diez años después del crash de 1929 se inició la 2ª Guerra mundial; ahora, diez años después de la quiebra de Lehman estamos en riesgo de una “Guerra Mundial Comercial” y no pocos análisis sobre la situación de la economía alertan sobre el riesgo de una nueva gran crisis por el elevado endeudamiento de la economía global. ¿Realmente se dan las condiciones para una nueva gran crisis financiera?

Las crisis económicas son procesos de ajuste a los desequilibrios creados por la fase de crecimiento. Inflación, sobre-valoración de activos, elevado endeudamiento, déficit exterior, etc., son los principales desequilibrios que acaban matando un ciclo de crecimiento, y su ajuste da lugar a un proceso recesivo. En paralelo al ciclo de la economía real, los mercados financieros juegan un papel importante de reflejo de esa crisis que en ocasiones hace de amplificador o detonante de la misma. Así, las grandes crisis como la Gran Depresión de los años 1930' o la reciente Gran Recesión de 2008-09 han tenido en común la gestación de una burbuja financiera primero, que contribuyó a prolongar el crecimiento con desequilibrios, y posteriormente un pánico financiero que agravó extraordinariamente la crisis económica. En la Gran Depresión la burbuja se formó sobre todo en la Bolsa mientras que en la crisis reciente fue en el sector inmobiliario. En ambos casos, sin embargo, las burbujas favorecieron un enorme aumento del endeudamiento en el sector privado que acabó en pánico financiero cuando los prestamistas-inversores quisieron salvar su dinero de la hecatombe.

El aumento del endeudamiento del sector privado que precedió a la Gran Depresión en EEUU fue de una enorme intensidad pasando del 120% del PIB al 235% de 1920 a 1930. De 1996 a 2008 pasó del 120% al 170% el PIB gracias sobre todo al crecimiento de las hipotecas por el boom inmobiliario. Desde 2008 se ha desarrollado un proceso de desapalancamiento del sector privado muy notable aunque desde luego sin comparación con la casi total eliminación de la deuda que siguió a la Gran Depresión en buena medida por las quiebras bancarias.

El escenario no apunta a la posibilidad de una nueva Gran Recesión. Si acaso en Europa el riesgo es un escenario de crecimiento débil a la japonesa. Los riesgos que plantea la elevada deuda pública son diferentes a los que hemos comentado para las grandes crisis de los últimos 100 años. En la actualidad no se dan las circunstancias de un ciclo de crecimiento insostenible impulsado por una burbuja crediticia en el sector privado. El problema al que nos enfrentamos es más bien el opuesto al de una burbuja. La economía global se encuentra en una fase de crecimiento inferior al de ciclos anteriores, en parte por factores estructurales como una demografía adversa, y en parte por factores más coyunturales que tienen que ver todavía con el ajuste pendiente de la crisis anterior. Por un lado hay que aceptar que el crecimiento ahora va a ser más modesto que en el pasado por el estancamiento de la población. Por otro hay que favorecer que el ajuste pendiente en la economía se complete para favorecer un crecimiento sostenible. El estancamiento de las bolsas europeas desde hace un año es sintomático de la dudas de los mercados sobre la capacidad de Europa de mantener una fase expansiva de su economía en los últimos años. Esperamos que esas dudas se disipen en los próximos meses y podamos dejar atrás un largo período de “vacas flacas”.


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