La semana pasada se creó una gran polémica política después de que Isabel García Tejerina, la antigua ministra de agricultura, afirmara que un niño de ocho años de Castilla y León sabía lo mismo que un niño de 10 años andaluz. Tejerina realizó esta declaración para criticar el sistema educativo de Andalucía y al gobierno de la comunidad, responsable según ella, del mal puesto que los alumnos alcanzan en los estudios compartivos del informe PISA.
No entraré en valorar esta declaraciones políticas. Mi cometido es simplemente económico. Y bajo esa perspectiva, hay cientos de estudios que demuestran con claridad la relación existente entre la pobreza y el rendimiento escolar. Aquellas regiones más pobres tienden a sufrir, en promedio, un peor desempleo académico que las más ricas. Esto es un hecho.
Pero es que el nivel de riqueza está relacionado con muchos de los principales factores de nuestras vidas: La salud, la felicidad (hasta un nivel), y nuestra esperanza de vida.Centrémonos en este último punto:
La riqueza y, de una manera más general, el estatus socioeconómico, desempeña un papel importante para determinar cuánto tiempo viviremos. "Está claro que las personas más pobres vivirán menos en promedio que los más ricos ", comenta James Smith, economista senior del grupo de investigación RAND. La conexión es tan aceptada que los investigadores le han dado un nombre: "el gradiente de riqueza en la mortalidad". Lo que es mucho más complicado de entender es por qué existe esta conexión, y si la riqueza provoca una mejor salud, o viceversa.
A esta pregunta intenta contestar un extenso artículo de US News donde se señala el estudio de más larga duración longitudinal sobre la salud, dirigido por George Vaillant, profesor de psiquiatría de la Escuela Médica de Harvard. Vaillant encontró que la educación es uno de los mayores determinantes de la longevidad, junto con varios factores de comportamiento - por ejemplo, que los bebedores en exceso eran más propensos a morir jóvenes.
De los más de 500 estudiantes varones de la Universidad de Harvard y del centro de la ciudad de Boston que ha seguido el seguido el estudio desde 1937, los estudiantes de Harvard vivieron un promedio de 10 años más que los hombres del centro de la ciudad de Boston, dice Vaillant. De hecho, 3 de cada 10 estudiantes de Harvard alcanzaban la edad de los 90 años, en comparación con el 3 al 5 por ciento que cabría esperar para ese grupo de edad.
Entre los hombres del centro de la ciudad que fueron universitarios, su la salud era tan buena como la de los estudiantes de Harvard que asistieron a la universidad, pero no a la escuela de posgrado, dice Vaillant.
Los hombres que vivían en Boston fueron a universidades terribles para los estándares de la Universidad de Harvard, pero accedieron a 16 años de educación, y eso niveló el campo de juego. Las personas que van a la universidad tienden a beber menos, fumar menos, y son menos propensas a ser obesas, todos los factores que contribuyen a la longevidad. De hecho, después de analizar la educación y otros factores, Vaillant encontró que el dinero sólo afectó marginalmente a la longevidad.
Las personas que buscan una educación superior, explica Vaillant, tienden a estar más centradas en el futuro, lo que probablemente también les ayude a tomar decisiones más saludables. Otra posibilidad es que las personas con mayores niveles de educación son más propensas a mantener su salud, tener un mejor acceso a los servicios sanitarios, y seguir las indicaciones de los médicos cuando se trata de tomar medicinas u otras indicaciones.
La investigación de Smith también sugiere que la causalidad no se limita en un solo sentido: también la salud contribuye a la riqueza. "Debido a que usted está sano y en condiciones de trabajar, usted es más rico", explica. Al mismo tiempo, la mala salud a menudo tiene un peaje en la riqueza de una persona, ya sea porque impide el acceso al mercado laboral o por los costosos tratamientos médicos. En conjunto, los investigadores de la Universidad de Chicago estiman que la mejora en la esperanza de vida entre 1970 y 2000 aportó 3,2 billones de dólares adicionales a la riqueza nacional.
Mientras tanto, como las disparidades de ingresos continúan creciendo, también lo hacen las diferencias en la esperanza de vida. Según un análisis realizado por la Administración de la Seguridad Social, la esperanza de vida para los hombres de 65 años de edad, en la parte alta de la distribución de los ingresos ha aumentado en cinco años, a 21,5 años más (en total 86,5 años). Para aquellos que tienen un salario en la mitad inferior de la distribución de los ingresos, la esperanza de vida ha aumentado un poco más de un año, a 16,1 años más (total de 81,1 años).
Un factor que probablemente provoca esta diferencia, dice Monique Morrissey, un economista del Economic Policy Institute, se encuentra en el acceso a la asistencia sanitaria. Dice Vaillant, "Yo tengo 77, y lo que más me gusta son mis nietos."
Fuentes: US News