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El broker que se convirtió en criador de pollos

por Carlos Montero Hace 6 años
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En las reuniones que mantengo periódicamente con inversores particulares, es habitual que se formule la siguiente pregunta: ¿Qué análisis considero que es más rentable en los mercados de valores, el técnico o el fundamental? Mi respuesta siempre es la misma: 

Un gestor tiene que utilizar todas las herramientas disponibles en su labor financiera. Tiene que conocer profundamente el análisis técnico, el fundamental, saber interpretar los flujos monetarios y el posicionamiento inversor, conocer la dinámica de los ciclos económicos y financieros, y como estos actúan en los mercados de acciones, entre muchos otros conocimientos. Con todo ello, lo que haremos es simplemente incrementar nuestras probabilidades de acierto, porque de eso se trata. 

En mis tres décadas como gestor profesional, seguía siempre la misma dinámica operativa: 

1. Establecía un escenario económico y financiero a nivel global. 

2. Particularizaba ese escenario para aquellos mercados de valores en los que quería invertir.  

3. Detectaba los sectores que mejor y peor comportamiento histórico presentaban en el escenario fijado. 

4. Una vez identificados los sectores con mayor probabilidad de ascensos (o descensos en el caso que quisiera posicionarme bajista), analizaba los valores con mayor descuento fundamental, y fijaba precios de entrada en base a un margen de seguridad apropiado para las primas de riesgo de cada momento. 

5. Una vez seleccionados los valores potenciales de compra o venta, los analizaba técnicamente para identificar tendencias, giros, puntos de entrada y salida. 

6. Una vez establecido el mercado, el sector, los valores, y el precio de entrada y salida, esperaba pacientemente a que los títulos alcanzaran los niveles establecidos. 

7. Con todo hecho quedaba lo más difícil, pues lo anterior simplemente son números, trabajaba por un lado mi sesgo emocional para que el devenir diario de los mercados no influyera en mi plan estratégico, y por otro, intentaba analizar con objetividad si estos acontecimientos diarios cambiaban el fondo de mis análisis o simplemente eran ruido de fondo. 

Y digo que este es sin duda el apartado más difícil, porque es muy complicado no dejarse llevar por las emociones, por las presiones de tus jefes, o los comentarios de tus compañeros de profesión, para cambiar algo del plan fijado cuando coyunturalmente no evoluciona como habías pensado. Es un ejercicio tal de autocontrol, que es precisamente en este punto donde he visto fracasar a mayor número de gestores profesionales.  

Recuerdo un antiguo compañero trader del mercado de derivados que era casi perfecto a la hora de visualizar el mercado, de fijar escenarios operativos, de establecer puntos de entrada y salida, y un desastre a la hora de gestionar sus emociones. La gran mayoría de las veces no hacía lo que tenía planeado porque se dejaba llevar por ellas, y se prometía así mismo otras tantas veces que no volvería a caer en el mismo error. Pero lo hacía. Finalmente fue despedido. Creo que se volvió a la India, era originario de aquel país, y ahora gerencia el negocio de su padre de cría de pollos. 

Un excepcional broker que se convirtió criador de pollos simplemente porque era incapaz de respetar el plan establecido.  


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