Vamos a publicar en los próximos dos días, diversos artículos que demuestran la poca efectividad que tiene la política monetaria en el control de precios, lo cual desmonta el mito de que la actuación de los Bancos Centrales es vital para el control de los distintos ciclos económicos y financieros. Uno de los problemas más graves que tiene toda economía es la inflación, o mejor dicho, una inflación descontrolada. Un alza importante de precios desincentiva el consumo, incrementa los costes de producción, reduce la renta disponible de las familias y los beneficios de las empresas. Negativo en todos los frentes.
Los estados han dotado a sus bancos centrales de los instrumentos para intentar controlar esta variable a través de las subidas o bajadas de los tipos de interés, es decir, del coste del dinero. El mecanismo sería el siguiente: Si los precios se van al alza de forma más brusca de lo esperado se adopta una política monetaria más restrictiva, se suben tipos para “enfriar” la economía a través de la caída de la demanda con un efecto bajista para la inflación. Si la economía se “enfría” demasiado, se bajan tipos para incentivar el consumo y recuperar la economía. ¿Hasta ahí todo claro no? Bien, pues no es tan fácil. Hay muchos economistas, sobre todo los de la Escuela Austriaca, que cuestionan severamente la manipulación que los bancos centrales hacen sobre los tipos de interés, pues según creen, el mercado por sí mismo tiene la capacidad de ajustarse según aumente o disminuya la oferta de ahorro, piedra angular del crédito.
En la última década hemos visto un hecho sin precedentes: Una política monetaria ultraexpansiva en las principales economías del mundo, con tipos de interés cero o incluso negativos, y sucesivas rondas de expansión monetaria. Estas políticas permitieron sacar de la crisis financiera a estas economías y llevarlas a la senda del crecimiento, sin embargo, diez años más tarde el mundo se acerca de nuevo a la recesión, y esta vez, sin la “munición” de la expansión monetaria para contenerla.
¿Cómo es posible que hayamos llegado a ello? El economista Guillermo Barba nos lo explica así:
Desde hace casi un siglo, economistas y bancos centrales han ignorado una paradoja que demuestra que la política monetaria tiene una influencia mucho menor de lo que se cree en las tasas de interés y en los precios y, por el contrario, distorsiona los mercados.
Alasdair Macleod, jefe de investigación para GoldMoney, desmonta en un estupendo artículo el gran mito sobre los bancos centrales y su política para administrar el costo del dinero. “Si la demanda de dinero y crédito puede ser regulada por las tasas de interés, entonces debería existir una correlación negativa precisamente entre las tasas de interés oficiales y la cantidad de dinero y crédito disponible.”
Macleod demuestra precisamente en la siguiente gráfica que no existe una correlación, pues la oferta monetaria (M3) en Estados Unidos siempre aumentó sin importar los movimientos en las tasas de interés de la Fed.
En el artículo de mañana publicaremos los datos históricos que demuestran que uno de los principales pilares en los que se asientan las economías desarrolladas, como es la actuación de los bancos centrales, es muy endeble desde el punto de vista teórico.