Mejorar la rentabilidad es un objetivo de los bancos que beneficia al resto de la sociedad. Beneficia a los clientes al permitir que los bancos cumplan de forma eficiente con el doble objetivo de proporcionar financiación y el mejor servicio en un mundo cada vez más digitalizado que obliga a invertir en las nuevas tecnologías.
Beneficia a los ahorradores al permitir una retribución adecuada en un entorno de confianza sobre las perspectivas de desarrollo del sector en el futuro.
El gráfico anterior muestra la rentabilidad comparada esperada para los diferentes sectores económicos en Europa.
El sector financiero tiene como principal reto mejorar su rentabilidad en un mundo complicado donde los tipos de interés oficiales son nulos o negativos y bajo una regulación muy exigente. Para lograrlo a corto plazo solo queda la mejora económica, haciéndola posible con la mejor financiación, y el continuo ajuste de los activos improductivos en su cartera. A medio plazo se trata de seguir mejorando su eficiencia, dentro de un círculo virtuoso con la transformación digital donde el cliente es el principal beneficiado.
La rentabilidad en estos momentos de la banca europea y en la española sigue siendo inferior al coste de conseguir capital.
Tener una rentabilidad adecuada permite obtener financiación y recursos que refuerzan la viabilidad a medio plazo a medio y largo plazo. La rentabilidad es sinónimo de estabilidad, partiendo de que el negocio bancario se apoya en la confianza tanto de los clientes como de sus accionistas. Cerrar la incertidumbre regulatoria, corregir desigualdades regulatorias existentes entre los bancos y la nueva competencia digital y la normalización monetaria especialmente en las medidas más distorsionadoras aplicadas en la crisis, permitirán mejorar las perspectivas futuras del sector ahora distorsionadas por factores externos sobre los que los bancos no pueden actuar.