A menudo publicamos en estas páginas recomendaciones y consejos operativos de los grandes inversores de la historia. Es una forma de que un gestor particular tenga acceso a parte del conocimiento de estos grandes gurús de los mercados. En esta ocasión lo que vamos a publicar es un acontecimiento que pasó hace más de un siglo, y del que creemos se pueden sacar lecciones importantes para los mercados de la actualidad: La inversión en plátanos de finales de la década de 1890. Los analistas de Novel Investor hacen una interesante reflexión sobre este acontecimiento, y exponen cuáles son las lecciones que el inversor de hoy debe aprender de la fiebre del plátano de finales del siglo XIX. Dada la extensión del artículo lo publicaremos en dos partes entre hoy y mañana. Veamos:
El primer verdadero negocio bananero comenzó en la década de 1860. Fue literalmente una carrera contra el tiempo. Las ganancias dependían de llegar de puerto a puerto lo más rápido posible para evitar el deterioro. Si navegas demasiado tiempo lo perderían todo.
Una vez que surgió la primera compañía, pronto le siguieron otras. A finales de la década de 1890, el mercado de plátanos estaba en auge. Entonces, justo antes del cambio de siglo, se detuvo.
Como la mayoría de los auges, no podría durar. No porque haya algo malo en el producto: el plátano es perfecto. No porque hubiera una escasez en la demanda: a la gente le encantaban los plátanos desde el principio: el estadounidense promedio consume setenta por año. Fue debido a que la oferta era incierta ... La mayoría de las empresas obtuvieron su fruto de una sola granja o valle, lo que incrementó enormemente esta vulnerabilidad. Todo el suministro de muchos de los primeros comerciantes podría ser eliminado por una mala tormenta.
Esto se hizo dolorosamente patente en 1899, el año sin plátanos. Se produjo una ola de calor, una inundación, una sequía, un huracán. Los cobertizos del mercado estaban cerrados, los carros estaban vacíos. Decenas de empresas se hundieron.
Las lecciones de 1899 fueron obvias para las pocas empresas sobrevivientes. Dado que la inversión es muy empresarial, esas mismas lecciones se pueden transferir a otros sectores.
La supervivencia es la clave
La mayor lección de 1899 se encontró en el gran número de negocios bananeros fracasados. Las compañías sobrevivientes debían ser lo suficientemente grandes, estar en una sólida situación financiera, con suficientes reservas de capital para sobrevivir a cualquier cosa que la madre naturaleza les arrojara.
Convenientemente, la supervivencia ofrece una ventaja secundaria. Los supervivientes de 1899 se hicieron con el dinero de las compañías quebradas a centavos por dólar.
Es posible que los inversores no tengan que preocuparse directamente por la madre naturaleza, pero deben poder sobrevivir a lo que el mercado les arroje. Es fácil equiparar las “reservas de capital” con un fondo de emergencia, una asignación de bonos, un seguro o cualquier otra cosa que evite el riesgo de ser eliminado por completo. Estar preparado por adelantado a un desastre es la mitad de la batalla.
La otra mitad es donde poner en marcha las "reservas de capital". Tener el dinero y las agallas para tomar activos por poco dinero porque todos los demás no se prepararon, es cómo las compañías fortalecen su posición. El negocio es comprar la garganta cortada. Así es la inversión.