El pasado 13 de mayo dedicábamos nuestra sección a dos tecnológicas de reciente cotización en Bolsa, Lyft y Uber, que habían suscitado una enorme expectación entre los inversores, pero cuyo estreno bursátil fue, sin embargo, bastante mediocre en ambos casos. Todo lo contrario, a lo que pasó en Beyond Meat, la novedosa compañía ubicada en El Segundo, California, cuya especialidad es hacer productos basados en plantas pero que tratan de imitar a la carne en su sabor y textura.
El precio de las acciones de Beyond Meat se han multiplicado por más de seis veces desde el precio de colocación de su oferta pública realizada el 1 de mayo, que fue de 25 dólares por acción. El pasado viernes cerró a 151,5 dólares por acción.
Esa espectacular subida da un valor bursátil a Beyond Meat de casi nueve mil millones de dólares, aunque, igual que Uber o Lyft, hoy por hoy la compañía pierde dinero. El pasado 10 de junio la cotización llegó a superar en algunos momentos los 180 dólares por acción.
¿Está justificada esa altísima valoración o estamos ante una nueva burbuja?
Es siempre difícil valorar la capacidad de innovación de empresas tan disruptivas como Beyond Meat y de quienes las fundan y dirigen. Está claro que hacer una valoración convencional basada en los beneficios actuales o en proyecciones lineales no funciona en un sector en el que los crecimientos, cuando se producen, son exponenciales.
Sin embargo, hay varios motivos que nos llevan a ser cautelosos con Beyond Meat. Por un lado, está aumentando la competencia en la industria de las alternativas a la carne. Su rival Impossible Foods ha anunciado un proyecto con Burger King, y gigantes de la alimentación tradicional como Tyson Foods y Nestlé están trabajando en sus propios productos de imitación de carne.
Igual que pasó con los coches eléctricos en el caso de Tesla, la competencia no se queda quieta y la ventaja competitiva del primero tiende a desaparecer o al menos a disminuir.
Por todo ello, sin que podamos afirmar que Beyond Meat es un caso de nueva burbuja, seríamos más bien cautelosos con el valor, y esperaríamos para entrar a que la compañía acredite de verdad su capacidad no solo innovadora sino también competitiva en un mundo tan "darwinista" como el de las compañías tecnológicas de nueva generación.