En una nueva semana bajista para el Eurostoxx y especialmente negativa para la banca europea, amenazada por una eventual bajada de tipos del BCE, la automovilística Daimler, a la que dedicábamos nuestro anterior Gráfico semanal, ha vuelto a bajar casi un 2%, cerrando el viernes en 45,4 euros por acción, nivel que, a nuestro juicio y a la espera de los resultados que presenta este miércoles, parece atractivo para empezar a tomar posiciones en el valor.
Pero donde los resultados del segundo trimestre han empezado ya con fuerza la semana pasada ha sido al otro lado del Atlántico, donde varios Bancos y varias tecnológicas han publicado sus cifras, con desigual fortuna.
Netflix, que publicó el miércoles tras el cierre de la sesión, sufrió el jueves una caída que en el punto más bajo llegó a superar el 12%, al decepcionar la evolución de suscriptores. Los nuevos clientes en el trimestre fueron 2,7 millones, frente a los cinco millones previstos por los analistas, y frente a los 5,5 que tuvo en el mismo periodo del año anterior. La percepción de que el crecimiento de Netflix se ralentiza, sobre todo en EEUU, pesó más entre los inversores que la evolución del beneficio, que superó las estimaciones (60 centavos por acción en lugar de los 0,56 estimados) aunque fue inferior al del mismo trimestre del año anterior.
Con Microsoft pasó justo lo contrario. Publicó el jueves "after hours" y más que duplicó los beneficios del mismo periodo del año anterior, en parte por los extraordinarios del 2018, elevando un 14% las ventas. De nuevo el negocio en la nube (cloud) de su filial Azure se ha consolidado como el auténtico motor de la compañía, una compañía que se ha reinventado bajo la sabia dirección de Satya Nadella y que cotiza en máximos históricos de todos los tiempos, siendo la única gran tecnológica que supera el trillón (americano) de dólares de capitalización.
El Gráfico que adjuntamos muestra muy bien esa dispar reacción de los inversores ante las cifras de Netflix (línea azul) y de Microsoft (línea roja).
En este momento probablemente no compraríamos ni acciones de Microsoft, que ya recogen en su precio todo lo bueno, ni acciones de Netflix, que pese a haber tenido una gran caída, podrían recortar aún más para reflejar el nuevo ritmo de crecimiento de clientes. Pero nos gusta Netflix, ya que, a diferencia de otras tecnológicas de moda, tiene un modelo de negocio claro y un equipo gestor que sabe invertir para el futuro, y por tanto creemos que habría que comprar aprovechando correcciones. Pero nos gustaría comprar más bien a niveles del entorno de 250 euros por acción (el viernes cerró en 315) que eran los que tenía al empezar el año.