Según considera el INE en su Informe de Calidad de Vida, “en el contexto de las condiciones de vida materiales y el bienestar, contar con una vivienda que reúna las condiciones mínimas adecuadas de habitabilidad, sea económicamente asequible y esté situada en un entorno seguro y con buenas condiciones medioambientales, constituyen elementos básicos para cubrir las necesidades de calidad de vida y el bienestar de las personas”. 

El gasto en vivienda es una parte fundamental de los gastos de cualquier familia, absorbiendo una parte importante de su renta disponible. Los hogares pueden elegir entre alquiler o la vivienda en propiedad, una opción personal entre destinar parte de su renta disponible como fuente de satisfacción o como una inversión en riqueza.

En el año 2018 según la Encuesta de Condiciones de Vida, para el 8,9 % de la población el gasto en vivienda suponía al menos el 40 % de su renta disponible total del hogar (gasto elevado en vivienda). Confirma de esta forma la tendencia descendente iniciada en 2013. El nivel más alto reciente se alcanzó en 2012, con un 10,7 % de la población. Previo a la Crisis el porcentaje era del 9,4 %.

El último dato actualizado de la zona Euro corresponde a 2014, que con un 11,6 % superaba al porcentaje de aquel momento en España de 10,9 %. Para la Unión Europea el último dato registrado se refiere a 2017, también más de medio punto por encima de la tasa en España.

En España la vivienda es el componente principal de la riqueza de las familias, con más del 80 % de las familias españolas con vivienda en propiedad gracias a la financiación hipotecaria. El mercado hipotecario ha cumplido su razón de ser de ofrecer al mayor número de familias posibles unas condiciones de financiación muy favorables, transparentes y responsables. Debe ser preservado.