Malo es que mitos y leyendas urbanas aparezcan en pleno debate electoral. Aquí y allá. Donde sea. Una de las leyendas urbanas que más he escuchado cuando las cosas económicas pintan feas o comienzan a desfallecer es que determinados gobiernos han alimentado falsas expectativas y dibujado falsas realidades a través de la manipulación de las estadísticas. Otra, que la Bolsa está manipulada, que son unos cuantos, principalmente los bancos de inversión anglosajones, los que hacen y deshacen a su antojo, los que provocan las tendencias, los que incitan a comprar y a vender. Esta leyenda ha alejado a muchos inversores y ahorradores de los salones de operaciones, porque dicen no entender ni comprender lo que sucede de puertas adentro de los mercados. Otra de las leyendas urbanas más oída en los dos últimos años Yo no me creía ambas cosas, pero ahora sí me las creo. Respecto a la manipulación de los precios y a la formación de tendencias, tengo muy claro que las máquinas invaden Wall Street de cabo a rabo. Hay documentación suficiente. No sé si a eso se llama manipulación, pero algo huele a podrido. Respecto a la manipulación de las estadísticas Grecia fue el primer exponente claro y categórico. Pero estoy convencido de que hay más. Por ejemplo ¿sabe alguien lo que realmente sucede en China? Sí, en China, por citar un asunto que tanto interés despierta en el mundo..."
"Malo es que las Bolsas comiencen a desconfiar de todo y de todos, a no fiarse de las estadísticas. Eso lo vemos, por ejemplo, en EEUU. No es que yo diga que la Administración de EE UU manipule datos y cifras. No, no es eso. Sucede que la maquinaria estadística es muy singular en la primera potencia económica del mundo. Sucede que las cifras las revisan hasta tres veces y en esas tres veces hay desviaciones que quitan el hipo, principalmente en las referidas a las cifras de empleo y a las del PIB. Con frecuencia las revisiones alcanzan niveles intolerables, porque su impacto en los mercados es inmediata. Esa creo que es la clave, el impacto en los mercados. Una vez que se ha conocido la primera cifra, las dos revisiones restantes ya están cotizadas”, me escribe Andrés García, economista que invierte en Bolsa.
No es bueno, en efecto, que las Bolsas desconfíen de todo y de todos. El comisario de Economía y Asuntos Monetarios, Joaquín Almunia, ya propuso hace unos siete años que la oficina estadística de la UE, Eurostat, que depende del Ejecutivo comunitario, pudieran auditar las cuentas públicas de los Estados miembros con el fin de evitar que se reproduzcan escándalos como el de Grecia, que ha estado falseando durante años las cifras que transmitía a Bruselas.
Para evitar que se repitan los problemas de falseamiento de estadísticas, la Comisión propuso dar más poderes a Eurostat para que tenga “capacidad de auditoría”. De este modo, cuando haya “dudas razonables sobre la exactitud de las cifras” de déficit y deuda enviadas por un Gobierno a Bruselas, la oficina estadística podrá enviar a sus funcionarios al país en cuestión y revisar de primera mano los datos.
El Ejecutivo comunitario ya reclamó estas competencias adicionales en 2004, precisamente cuando se descubrió que Grecia había falseado los datos para entrar en el euro. Pero las capitales rechazaron concedérselas. “Hoy espero que nos las den en los próximos meses”, afirmó después de que la Comisión publicara un informe denunciando la mala calidad de las estadísticas griegas.
Y Contabilidad creativa
Lo mismo sucede con la contabilidad de bancos y empresas. Es lo que se llama contabilidad creativa. ¿Pueden maquillarse las cuentas de forma legal? ¿Qué posibles tácticas creativas pueden adoptar las empresas?
La contabilidad creativa es la que aprovecha las posibilidades que ofrecen las normas (opcionalidad, subjetividad, vacíos de regulación, etc.) para presentar unos estados contables que reflejen la imagen deseada y no necesariamente la que en realidad es.
La contabilidad creativa se encuentra en el camino entre las prácticas verdaderamente correctas y éticas y la ilegalidad o fraude, si bien es difícil delimitar donde acaba la ética y empieza la creatividad y donde termina esta y empieza el fraude.