El índice Sensex, de la Bolsa india, ha caído un 0,85% la semana pasada, mostrando probablemente un compás de espera de los inversores hasta valorar si la economía india es o no capaz de volver a la senda del crecimiento, superando los problemas de confianza generados por el endeudamiento excesivo a través del "shadow banking".
Pero la crisis de confianza está siendo mayor, si cabe, en otras economías emergentes, como Latinoamérica. A las incertidumbres ya clásicas en torno a países como Venezuela o Argentina se han añadido ahora la fuerte caída del PIB en México y la nueva oleada de inestabilidad que ha golpeado por sorpresa a una economía tan aparentemente sólida como la chilena y que amenaza con extenderse a países como Colombia o Brasil.
El índice Latibex ha sufrido, como se ve en el Gráfico, un fuerte descenso en noviembre, mientras las Bolsas mundiales, en general, han tenido un buen mes. La comparación del S&P (línea roja) y el FTSE Latibex (línea azul) el último mes y medio es muy elocuente. El Ipsa chileno cayó un 4,3% en noviembre, el Colcap colombiano un 1,3% y el Ipc mexicano un 1,2%, a lo que habría que añadir, en los cuatro casos, la depreciación de las respectivas monedas locales. El Bovespa de Brasil, que venía siendo un índice estrella en el año, se ha tenido que conformar con una modesta subida del 0,9% en noviembre.
¿Va a perder otra vez Latinoamérica su oportunidad?
No se puede hablar de Latinoamérica en términos unitarios. Hay muchas realidades diferentes dentro de esa zona que denominamos Latinoamérica, aunque su cultura y su lengua sean más o menos comunes. Desde esa perspectiva, a nuestro juicio, ha habido una clara exageración en el castigo a de-terminadas Bolsas, y en particular a la chilena, que acumula en el año una caída del 7,5% en moneda local y del 17,2% en dólares.
Como siempre, hay que seleccionar bien los valores y los momentos de entra-da, pero a nuestro juicio empieza a haber muy buenas oportunidades en las Bolsas brasileña y chilena, tras un castigo que es comprensible, dada la necesaria cautela de los inversores ante los conflictos y algaradas que se han producido en la zona, pero que contrasta con la complacencia ante el riesgo que muestran esos mismos inversores cuando invierten, por ejemplo, en el S&P.