Salvo empuje explosivo esta semana, enero deja un sabor más agrio que dulce, sector eléctrico y algunos chicharros aparte. La semana próxima estrenamos mes. Singular es que febrero convertirá este año en bisiesto. No sólo de números y de análisis matemáticos viven las Bolsas. Las corrientes de opinión que influyen, de un modo u otro, en el trasiego de flujos se nutren, con frecuencia, de dimes y diretes, de fantasías, de frases extraídas del acervo popular. Incluso de la magia y de la posición concertada o desordenada de los astros. Los años bisiestos, como el actual, amanecen siempre preñados de miedo. Cerca de 300 parejas adelantaron su boda un año antes del bisiesto anterior en una ciudad rusa para no tener que desposarse en un año bisiesto. He buscado en los archivos para ver la evolución de las Bolsas en ejercicios bisiestos y, en efecto, siempre se han dado de bruces en ellos. El 2008, por ejemplo fue bisiesto. Vamos con la ciencia. Un año es bisiesto si dura 366 días, en vez de los 365 de un año común. Ese día adicional se suele añadir al final del mes más corto, fechándose como 29 de febrero. Este día se añade para corregir el desfase que existe con la duración real de los años: 365 días y 6 horas aproximadamente. Esto hace que se corrija cada cuatro años (los años múltiplos de cuatro) que se acumulan 24 horas.
Julio César estableció el calendario de 365 días con años bisiestos y Gregorio XIII lo reformó tal y como es hoy. Primitivamente el calendario romano constaba de 10 meses; se atribuye a la influencia de los sabinos la introducción del calendario de 12 meses con tres fechas mensuales fijas: Calendas, Nonas e Idus.
Las Calendas eran el primer día de cada mes. Los días anteriores al día 1 hacían referencia a las Calendas de ese mes. v.g. en un año normal de 365 días: el 1 de marzo, era las Calendas de Marzo; el 28 de febrero era el día anterior a las Calendas de Marzo; el 27 de febrero era el 2º. día antes de Calendas de Marzo (se contaba el día de partida y el de llegada en la cuenta); el 26 de febrero era el 3º día antes de las Calendas de Marzo; el 25 de febrero era el 4º día antes de las Calendas de Marzo; el 24 de febrero era el 5º día antes de las Calendas de Marzo; el 23 de febrero era el 6º da antes de las Calendas de Marzo. En los años bisiestos se agregaba un día después del 23, que era el bis-sexto antes de las Calendas de Marzo. Como nosotros ya no contamos las Calendas, nos resulta más cómodo considerar que el día agregado es en realidad el último del mes.
El calendario juliano consideraba bisiesto los años divisibles entre cuatro.Así, el año juliano dura 365 días +1/4=365,25 días (más que el año trópico que dura 365,2422 días). La regla para los años bisiestos según el calendario gregoriano es: Un año es bisiesto si es divisible por 4, excepto el último de cada siglo (aquellos divisibles por 100), que para ser bisiestos, también deben ser divisibles por 400.
Uno puede extenderse más en la descripción del fenómeno, pero considera suficiente lo expuesto. En momentos, como los actuales, con los índices rotos, los mercados plagados de volatilidad y los ánimos deshechos, algunos actores acuden a la numerología para dirimir sus cuitas. Otros, a los magos y adivinos y un alto número de inversores a la estadística, porque el análisis fundamental ha sido enterrado.
Por eso, en el movimiento de los años bisiestos como el actual habrá que aprenderse bien las Calendas, Nonas e Idus. Cada ciclo muy bien podría determinar un apunte bursátil de trascendencia suma.