El titular de este artículo tiene parte de sarcasmo, pero también parte de realidad. Parece una obviedad el aconsejar a un inversor que compre barato y compre caro, pero no lo es en absoluto. A la hora de realizar una operación en los mercados no sólo intervienen motivaciones fundamentales, sino también, y en muchas ocasiones son las más importantes, razones emocionales. Cuando el ánimo inversor roza la euforia, normalmente se compra caro con la convicción de que aún se conseguirán precios más caros. Les contaré una historia:
Cuentan que hace unas décadas en Canadá un autóctono vendió una lata de carne de "una rara especie de reno" por 100 dólares. "No hay carne más sabrosa" comentaba. El comprador se fue contento a su pueblo, donde se jactaba de la excelente compra que había hecho. Uno de sus vecinos le dijo que le compraba la lata por 150 dólares, y él, entre saborear esa carne tan "supuestamente sabrosa", y el beneficio de un 50% en apenas unas horas se decidió por el beneficio. El nuevo comprador, a los pocos días, recibió una nueva oferta de compra esta vez a 200 dólares. Y la vendió. Bien, la lata de carne de reno fue pasando de mano en mano, cada vez a un precio más elevado. Hasta que llegó a alcanzar los 1.000 dólares. La persona que la compró a ese precio, reunió a toda su familia, abrió el mejor vino de su bodega, y se apresuró a abrir la lata de ese manjar y compartirla con sus seres más queridos. El problema vino cuando al abrir la lata comprobó que la carne estaba completamente podrida. El disgustado comprador se fue indignado a quién se la había vendido para pedirle explicaciones, y éste, muy tranquilo, le contestó: "La lata era para venderla, no para comerla".
Bien, pues eso pasa a veces con las acciones, que se venden latas de reno cada vez a precios más altos simplemente con la esperanza de poder venderlos días más tarde aún a mayores precios.
Volvamos al consejo de: compre barato y venda caro. El economista Guilliermo Barba dice al respecto:
La regla más importante del mundo de la inversión es también la más importante del mundo del comercio en general: comprar barato y vender caro.
Recuerde: el momento de comprar una inversión NO ES cuando ha estado en racha alcista y suma varios máximos históricos. Todo lo contrario. Se debe comprar cuando el precio es bajo y los fundamentos (relación entre oferta y demanda) nos revelan que en el mediano y largo plazos, la coyuntura de bajo precio de un activo, terminará para despegar en una racha alcista que beneficiará los bolsillos de los inversores más avezados.
A la inversa aplica lo mismo: el momento de vender un activo no es en pérdidas y racha bajista, sino cuando ha estado en racha alcista, hace máximos y sus fundamentos revelan el posible estallido de una burbuja.
El inversor inteligente, por lo tanto, vende en las burbujas de precio y compra en los momentos de mayor pesimismo.
Visto así, en China ha explotado ya desde haces varios años una burbuja crediticia -inflada a partir de la Gran Recesión de 2009- que no ha tocado fondo. Cuando se acerque a ese punto, será hora de volver a pensar en regresar a invertir en ese país y a comprar yuan. No hemos llegado ahí aún.
La verdadera enfermedad económica china no es entonces el coronavirus, sino el exceso de deuda que infló Beijing desde los bancos para evitar una recesión en el corto plazo, aunque el costo fuera posponerla con peores consecuencias. Ese momento parece haber llegado, y el “paro en seco” que ha sufrido la economía en 2020 por el COVID-19, ha sido nada más el más reciente detonante que, en el peor de los casos, podría poner a China al borde de una auténtica recesión.
Mientras China siga en esta espiral de desaceleración y Europa prácticamente estancada, la región del T-MEC seguirá apareciendo todavía como un oasis de seguridad y crecimiento moderado.
Del mismo modo, esa búsqueda de refugios financieros además del dólar, permitirá que el oro continúe un año positivo en 2020, lo mismo que el bitcoin, que a pesar de no ser un refugio real sino virtual, seguirá su escalada de precios y demanda por ser -en épocas turbulentas-, una alternativa de inversión fuera del sistema financiero tradicional, ajeno a los controles gubernamentales y de los bancos centrales.