Hace unas semanas, ante la complacencia de los inversores con las repercusiones del coronavirus o Covid-19, traíamos a estas páginas un análisis en el que se mostraba que la extensión del virus estaba muy lejos de haber alcanzado su techo, por lo que precisamente esta complacencia era uno de los mayores riesgos de los mercados. A este respecto Peter Oppenheimer, estratega jefe de Goldman Sachs, afirmaba: "En el término más cercano creemos que el mayor riesgo es que el impacto del coronavirus en las ganancias empresariales pueda subestimarse en los precios actuales de las acciones, lo que sugiere que los riesgos de una corrección son altos"
"Los libros de historia sobre el virus SARS en 2003, revelan que los contratiempos para los mercados a menudo son temporales. Pero la economía de China es "seis veces más grande ahora que antes", con el turismo chino representando el 0,4% del PIB mundial y los días de trabajo perdidos en China equivalen a un descanso no planificado de dos meses para todo Estados Unidos", añadía.
Bien, pues dicho y hecho. Las noticias de una extensión global de la enfermedad, algo absolutamente previsible teniendo en cuenta lo difícil que es en un mundo completamente interconectado hacer compartimentos estancos, ha llevado a los inversores a imaginar un "cercano apocalipsisis" para la economía y los mercados financieros, y ayer se vieron en estos escenas de pánico vendedor.
Hemos dicho en muchas ocasiones que son precisamente en esos momentos de pánico cuando se encuentran las mejores oportunidades de inversión. Añadir que ese pánico puede durar aún mucho tiempo, y más teniendo en cuenta el enorme mercado alcista que llevamos detrás.
Lo cierto es que, independientemente de reacciones emocionales exageradas, la economía de China, uno de los dos motores mundiales, se está viendo muy dañada por esta enfermedad.
"El impacto en China está resultando tan radical, que se habla por ejemplo de un “estado de guerra” que ha llevado al colapso de las ventas en algunos sectores, como el automotriz, que reporta un derrumbe del 92 por ciento en las primeras dos semanas de febrero 2020, respecto al mismo período del año pasado. ¡Brutal!", afirma en un reciente artículo el economista Guillermo Barba, añadiendo cómo podemos aprovecharnos de esta situación:
Los mercados financieros, cuya natural propensión a reaccionar ante cualquier coyuntura se exponencia por el uso de robots y algoritmos, se han puesto muy nerviosos a causa del coronavirus.
El disparo de órdenes de compra y venta, provocadas por las malas noticias de más contagios y víctimas de la enfermedad, ha resultado en movimientos abruptos en activos como el oro, la plata, el dólar, el yen japonés y hasta el bitcoin.
Como hemos explicado, los inversores son muy susceptibles, y cualquier señal negativa puede provocar temores y el “vuelo” hacia la seguridad (compra) de activos refugio, reales como el oro y la plata, aparentes como el dólar y el yen, y virtuales como la “reina” de las criptomonedas: el bitcoin.
El oro, de hecho, cerró la semana en máximos de siete años, y el máximo histórico de 1,923 dólares la onza alcanzado en septiembre 2011, ya está a la vista. ¿Veremos nuevos récords para el rey de los metales en 2020? No estaba en nuestro pronóstico original, sin embargo, si la crisis del COVID-19 se prolongara más allá del segundo trimestre, no tengo dudas de que los 2 mil dólares se vuelven un objetivo alcanzable este año.
En estas condiciones, debemos tener muy claro una cosa: no es lo mismo la tendencia mayor de largo plazo que catapultará al metal precioso muy por encima de los 2 mil dólares durante la próxima década, a la volatilidad temporal provocada por un imponderable como el coronavirus.
Dicho de otro modo, aunque esta escalada se da en un contexto de “bull market” (mercado alcista) para los metales preciosos, pensamos que una vez que la crisis del COVID-19 comience a quedar atrás, las cotizaciones volverían a niveles alrededor de 1,550 a 1,600 dólares la onza.
Por otra parte, el empuje para la plata no ha sido tan fuerte. Pese a tocar máximos de seis semanas este viernes y cerrar en 18.465 dólares por onza troy, sigue firmemente por debajo de los 20 dólares, y más de 60 por ciento por debajo de su máximo histórico de 50 dólares, vigente… ¡desde 1980!
Debido a la EXTREMA subvaluación de la plata respecto al oro y al dólar, esta es la opción con mayor potencial de altos rendimientos en el largo plazo. Téngalo en cuenta para que no falte plata en su cartera de inversión financiera.
En suma, mientras la incertidumbre siga afectando en el corto plazo el ánimo de los inversores en el mundo, el oro y la plata nos seguirán recordando a todos, con sus alzas, que en tiempos de tasas de interés tan cerca de mínimos históricos por doquier, y hasta de tipos de interés negativos -como en Europa y Japón-, el dinero real, los metales preciosos monetarios, seguirán ganando valor.