El Nasdaq, al que dedicábamos nuestra sección el pasado lunes, ha seguido siendo, una semana más, el índice líder, al subir en la semana un 3,7%, el doble que el S&P, que se ha conformado con un alza semanal del 1,9%.
Las permanentes ganancias del Nasdaq tienen, como decíamos la semana pasada, su justificación en la apuesta de los inversores por compañías que claramente conectan con el crecimiento a largo plazo de la economía, pero a la vez suscitan siempre la duda de si se está formando una burbuja en torno a esos valores.
Esa duda se ve alimentada por movimientos inusuales en algunas compañías, como Fangdd Network Group Inc. o Nikola Corp., cuyas cotizaciones experimentan algunos días vaivenes del cien por cien o más en el curso de pocos minutos, dando la impresión de que estamos, una vez más, ante un juego especulativo alimentado por el exceso de dinero, más que ante decisiones de inversión racionales y meditadas.
En ese contexto, la semana pasada la sorpresa y el escándalo no han saltado en el Nasdaq, sino en el Dax, uno de cuyos miembros, el gigante de pagos digitales Wirecard, reconocía el jueves no saber exactamente dónde estaban mil novecientos millones de euros que aparentemente formaban parte de sus activos. Una sorpresa que le ha llevado a la acción de Wirecard a perder un 75% en las dos sesiones del jueves y del viernes.
El Gráfico que adjuntamos muestra el ascenso y caída de Wirecard, que en 2018 entró en el selectivo Dax y llegó a valer más que Deutsche Bank, simbolizando aparentemente el triunfo de una "fintech" con soluciones innovadoras en medios de pago sobre la vieja banca anquilosada.
A principios de 2019 Financial Times publicó algunas informaciones según las cuales Wirecard podría estar inflando sus beneficios en las filiales de Dubai y Dublin, informaciones que la empresa de sistemas de pagos con sede en Baviera negó rotundamente, provocando incluso una inusual prohibición del supervisor bursátil alemán (Bafin) de realizar ventas en corto específicamente sobre las acciones de Wirecard.
La cotización, como se ve en el Gráfico, acusó el golpe, pero se recuperó a lo largo de 2019, en un entorno bursátil muy alcista, y ha sido ahora cuando ha venido el golpe definitivo. Un golpe que sin duda ha dado la razón a algunos "hedge funds" que tenían posiciones cortas en el valor, en algunos casos desde hace más de una década.
A reserva de lo que diga la investigación, todo apunta a que Wirecard pueda ser un nuevo caso de fraude contable, como lo fueron, en su día, Enron o Worldcom. En este sentido, se trataría de una situación excepcional y no es extrapolable a ninguna otra compañía.
Pero hay una lección del caso Wirecard que conviene aprender, y es que más que dejarse llevar por la fascinación de soluciones tecnológicas novedosas, lo que hay que hacer a la hora de invertir es mirar bien los balances y las proyecciones de negocio, hacer los números, y establecer en base a ellos valoraciones adecuadas.
En un momento que de nuevo es de abundante liquidez y de apetito desaforado por el riesgo conviene recordar esta lección.