"Los últimos 12 meses han sido caóticos en materia económico- financiera. Justo a la mitad de 2020, estamos viviendo una de las peores crisis sanitarias de la historia y la más grave debacle económica prácticamente de los últimos 100 años", afirmaba el economista Guillermo Barba hace unas semanas...y tiene razón, aunque a día de hoy, parece que por ahora eso no parece inquietar demasiado al contribuyente...por ahora.
Y es en este escenario en el que se aún más importante el elegir bien nuestras inversiones en los mercados. Si nuestras elecciones son las correctas, podremos aprovechar la actual catástrofe económica para generar unas importantes plusvalías en el futuro. Si nos equivocamos en nuestras decisiones...mejor no pensemos en ello.
¿Pero dónde invertir en tiempo de crisis? Hemos ido publicando en estas páginas diversas recomendaciones contestando a esta pregunta. Hoy veremos lo que considera el mencionado Barba:
El miedo a perder y la ambición de ganar el máximo posible, son los principales responsables de dar el empujón a los inversores hacia comprar o vender distintos activos financieros: cuando tienen miedo, compran los activos que fungen como refugios seguros de valor. Cuando son ambiciosos y se sienten seguros, compran los instrumentos de mayor riesgo y de mayor potencial de ganancias.
Los activos refugio son aquellos que incluso en los peores escenarios nos ayudarán a ganar o cuando menos no perder. En esta categoría se encuentran por ejemplo los bonos con calificación AAA, divisas de reserva en forma líquida (dólar, euro, yen, libra esterlina, franco suizo), el oro, etc.
La emoción que provoca su subida es el miedo.
Los activos de riesgo, en cambio, no ofrecen garantía alguna de rendimientos seguros. La apuesta con ellos es a ganar mediante la especulación, o sea, comprando barato y vendiendo caro. Aquí encontramos a las divisas de países emergentes, sus mercados de valores, bonos “basura”, criptomonedas, etc.
La emoción que los hace escalar es la ambición.
Con esto en mente, es más fácil explicar y entender por qué es tan importante seguir de manera cotidiana las cotizaciones de los índices de las bolsas de valores, de las materias primas, de los bonos, etc., y sobre todo, anticiparse a la demanda de activos que se apreciarán más en el futuro.
Uno quiere comprar instrumentos que se venden relativamente baratos hoy pero que más tarde se apreciarán en nuestro favor.
Para ilustrar esto recordemos cómo el miedo al coronavirus y el gran confinamiento tumbó al índice bursátil estadounidense S&P 500 desde los 3,386 puntos en febrero, hasta tocar fondo en 2,237.40 en marzo. Desde entonces la esperanza de una rápida recuperación en forma de “V” propició un optimismo irracional que le hizo borrar lo perdido.
Sin embargo, la reapertura económica en Europa y Estados Unidos está trayendo un lógico rebrote de Covid-19 que está empezando a cambiar de nuevo los ánimos hacia el miedo y el pesimismo, lo que podría volver a tumbar a los mercados financieros.
Por su parte, el oro no estuvo exento de presiones bajistas, pero su baja sólo fue una corrección temporal de la que se ha recuperado desde marzo para continuar su racha alcista que mantiene desde 2015… y que seguirá.
El clima de incertidumbre está regresando al mundo y no es descartable que regrese el pesimismo que tuvimos hasta hace sólo unas semanas.
Esta es entonces, una de esas situaciones a las que aludimos más arriba: los activos refugio son el lugar para estar en materia de inversiones en estos momentos. Después de la aparente calma, una nueva fase de la tormenta económica se hará sentir.