Siguen tirándose los trastos a la cabeza en una Europa dividida en cuatro bloques, cuatro velocidades. O más. Los frugales (Países Bajos, Austria, Dinamarca y Suecia, con la colaboración de Finlandia). El eje francos alemán. Italia, España y Grecia. Por último Irlanda y Portugal. Una misma moneda: el euro que mece el Banco Central Europeo y cuya fortaleza no disgusta a Estados Unidos. También, una prima de riesgo capada por la Autoridad Monetaria. Pero son demasiadas lenguas y muchas distancias culturales en una Europa, que se vuelve cada vez más compleja. Un resumen breve hasta ahora: después de tres días de reuniones, encuentros bilaterales y sucesivas propuestas con números sobre la mesa, el Consejo Europeo que debía decidir sobre el Presupuesto de la Unión hasta 2027 y el Fondo de Recuperación tras la pandemia sigue estancado. Desconocemos la cuantía del fondo de reestructuración y la forma. Si antes cada Delegación decide cortar por lo sano. O lo que es lo mismo no sabemos nada.
Recorte de pensiones, de gasto público (incluidos los numerosos ministerios y asesorías y poltronas políticas en países como España) y atención máxima al crecimiento exponencial de la Deuda Pública son factores a considerar ¿Quién pagará la nueva fiesta? La mayor parte de los políticos miran para otra parte, que es lo que los países frugales no quieren.
¿Qué significa este embrollo? ¿Qué consecuencias puede tener para la Bolsa? Ya nadie se esconde. Cada vez son más las voces que defienden una Europa de cuatro velocidades, o simplemente, la salida de la zona euro de aquellos Estados que no puedan superar la crisis. Una Europa de cuatro tres velocidades significa, una economía de la eurozona con evolución atípica e irregular, con unos miembros que ya han llegaron a la meta antes de la pandemia y otros, que apenas han comenzado la larga andadura, aunque los que han llegado a la meta, pagarán el esfuerzo realizado, con menor crecimiento, como ya observamos en las últimas estadísticas económicas.
En cualquier caso, esto conlleva cuatro clases de euros para un mismo euro. A saber; no es lo mismo un euro en la cuenta corriente de un alemán o de un francés, que en la cuenta corriente de un griego, portugués, irlandés, español o italiano. El euro de los ciudadanos más ricos les da la oportunidad de acceder a más y mejores mercados y productos. Ese mismo euro en manos de los europeos más pobres está muy alicortado por la fuerte presión fiscal e impositiva en sus países de orígenes, por unos sueldos globales más bajos y, en definitiva, con menores cantidades de euros disponibles para el consumo o para el ahorro. El resultado final determina dos o tres clases de Bolsas en la zona euro, con comportamientos diferentes ¿Se entiende?
Otro asunto inquietante.Hace cinco años, José Luis Martínez Campuzano, ahora portavoz de la AEB escribía: ¿Puede un país declararse en quiebra dentro del Euro? Ya sé que me van a responder que, naturalmente. Pero, por otro lado, al valorar sus consecuencias quizás ya no estén tan de acuerdo en la afirmación anterior. Por ejemplo, la insolvencia por falta de financiación puede ser cubierta por el BCE. Otro tema tabú es la sostenibilidad de la deuda, que depende de varios factores: el nivel de deuda, el coste financiero y el crecimiento potencial. Una combinación de factores que dificulta la afirmación categórica de que un país es insolvente.
Lamentablemente la historia nos muestra como los "buenos tiempos" nunca son utilizados para las reformas.