La codicia… a lo grande. Margin Call (“El precio de la codicia”, en el mundo hispano) es una película basada en una historia real de Wall Street ocurrida en el colapso financiero de 2008, donde una serie de asesores financieros y economistas se debaten sobre que decisiones hay que tomar para salvar la compañía en la que trabajan. Un dilema ético que se mueve en la frontera de engañar a los inversores para sobrevivir, siendo conscientes de que el precio de venta de las acciones es prácticamente cero. En el debate moral que se desarrolla se vulneran algunos de los principios del código ético de la consistencia emocional, sobre todo el principio de crecimiento paralelo y el de la coherencia (*)
(*) Los 11 principios que conforman el Código Ético de la Consistencia Emocional, están desarrollados en el libro “Ecología Emocional para el Nuevo Milenio” de los autores Merce Conangla y Jaume Soler.
“La persona que no esté en paz consigo misma, será una persona en guerra con el mundo entero.” Mahatma Gandhi.
“Lo que más me sorprende del hombre occidental, es que pierden la salud para ganar dinero para recuperar su salud. Y por pensar ansiosamente en el futuro no dsifrutan el presente, por lo que no viven ni el presente ni el futuro. Y viven como si no tuviesen que morir nunca y mueren como si nnca hubieran vivido.” Dalai Lama.
Lehmans Brothers fue una compañía global de servicios financieros creada en USA en los años 70, en cuyo crash estuvieron implicadas las hipotecas basura, la codicia y la falta de percepción del riesgo por parte de los inversores.
También en España tenemos nuestra historia de codicia a lo grande, y no es pequeña.
La auditoría de Bankia supuso un rescate directo de 22.500 millones de euros de dinero público. Las tarjetas negras se crearon en 1994 y entre 2003 y 2012 dispusieron de ellas 86 altos cargos que produjeron “gastos incompatibles con toda norma, acuerdo de órganos de gobierno o contrato que lo avalara”. Estas personas cometieron un delito continuado de apropiación indebida por valor de más de 15 millones de euros. Fueron condenados a penas muy ligeras (entre 3 meses y 6 años de prisión). Todo un ejercicio de codicia y toda una vergüenza nacional, que no dejo de señalar a todos los españoles que la codicia es la madre de la corrupción.
No haremos aquí más comentarios que los que se hacían la mayoría de los ciudadanos entre exclamaciones. ¡Si ya son gente muy rica! Nunca tienen suficiente. ¡Si nunca podrán gastar todo el dinero que tienen… y si ya tienen de sobra todo lo que necesitan para vivir bien! ¿Qué les impulsa? ¿Acaso están enfermos?
La codicia, como la define el neurobiólogo Ignacio Morgado en su libro “Emociones corrosivas” es un afán excesivo de dinero y riquezas (productos lujosos). Pero lo peor es que ahí no termina la cosa: también se puede codiciar el éxito social, poder, sexo, protagonismo, etc. El abanico de la codicia es amplio y generoso. A esta emoción corrosiva han acudido los grandes pensadores para referirse a ella.
“En el mundo hay todo lo necesario para satisfacer las necesidades del hombre, pero no lo suficiente para satisfacer su codicia.” Mahatma Gandhi
“La riqueza material es como el agua salada, pues cuanto más se bebe más sed da”. Para el codicioso, “suficiente, nunca es suficiente”. Esto explica que la codicia esté detrás de casi todo lo malo que conocemos, y la lista es larga desde el Duque de Lerma, valido del Rey Felipe III, a nuestra gran crisis bancaria, pasando por la gran depresión de 1929 en USA y la crisis financiera, también en USA, en el trienio 2007-2010. Más recientemente tenemos los abusos de los directivos de Catalunya Caixa y la CAM, los problemas de Volkswagen automoción, los de la Petrolera Chevron (antigua Texaco) con los vertidos tóxicos en Ecuador (1972-1993). En los años 90, la burbuja punto.com.
Para que podamos conservar la esperanza en el ser humano, aparece un valenciano ilustre y contemporáneo, Rafael Chirbes (Tavernes de la Valldigna 1949-2015), escritor y crítico literario, que nos dejó sus dos obras “En la orilla”, (considerada el mejor libro del año, según los periodistas y críticos literarios del diario El País) y “Crematorio” (retrato de la especulación inmobiliaria), que son un monumento a la lucidez y una denuncia implacable. Recibió el Premio de la Crítica narrativa castellana en 2007 y 2013.
La codicia en las religiones.
Para la religión católica se trata de un pecado capital, madre de todos los demás pecados, raíz de todos los males. En el islam, está prohibida, directamente. En el budismo es uno de los tres venenos que crea el karma malo. Los budistas creen que la codicia está basada en una errada conexión de lo material con la felicidad.
La personalidad del codicioso es un cóctel explosivo. Por su espíritu socialmente competitivo, está motivado a conseguir cosas a expensas de los demás y a su deseo de tener más se une la FRUSTACIÓN por no conseguirlo. Es EGOISTA y siente ENVIDIA al comparar lo que tiene con lo que tienen otros. No es de extrañar que con todo esto el codicioso suela sentirse insatisfecho con su vida al tener casi siempre la sensación de no poder controlarla y que tenga comportamientos irracionales, sobre todo cuando sus deseos no se cumplen.
Todos somos algo codiciosos, todos tenemos un plus de codicia que explica las elevadas cantidades de dinero que nos gastamos los españoles en juegos de azar, desde lotería hasta la bono loto o el rasca de la Once y sin entrar en la ludopatía (la urgencia psicológicamente incontrolable de jugar y apostar, de forma persistente y progresiva), las cifras publicadas por la Revista Índice (a partir del Informe Anual del Juego publicado por el Ministerio de Interior), son de entre 30 y 35.000 millones de euros anuales, distribuidos así: 60% en juegos de gestión privada; 33% corresponden a Loterías y Apuestas del Estado y el 7-8% a la Once.
Algo a favor de nuestro personaje. Puede disfrutar de su riqueza, se la gasta, e incluso, la comparte. El avaro, por el contrario, acumula, es tacaño, gasta lo menos posible y casi nunca comparte. Hagámonos, si nos apetece, amigo de un codicioso, pero nunca de un avaro.
¿Es la codicia es una enfermedad mental? La medicina ha tratado de responder a esta pregunta con experimentos bien diseñados entre trabajadores del mundo financiero USA y en los que se utilizaron desde técnicas clásicas como el electroencefalograma a otras más modernas como la resonancia magnética funcional.
Se trató de probar la asociación codicia-colesterol-disminución de la serotonina cerebral, hipótesis muy bien planteada ya que el mundo financiero y, en general, el mundo occidental es un gran consumidor de estatinas o hipolipemiantes para disminuir los niveles de colesterol en sangre. Otra línea de investigación trató de probar la relación codicia-disminución de la oxitocina cerebral. Desgraciadamente, los resultados no fueron concluyentes en ninguna de las dos líneas de investigación.
La psiquiatría y la psicología han tratado de aportar pistas para explicar este grave trastorno de la personalidad y en la respuesta al por qué somos codiciosos apuntan a una multifactorialidad que abarca desde la herencia biológica hasta un entorno pobre en recursos que genera un mecanismo adaptativo bastante predecible: tener recursos contrarresta el sentimiento de incertidumbre en relación con el futuro ya que “si uno tiene mucho, se preocupa mucho menos que si tiene poco”.
Los científicos afirman que la codicia es una enfermedad mental basada en una errónea conexión de lo material con la felicidad. Que tiene grados y que hay que admitir su inevitabilidad (al menos en algún grado menor), en la mayoría de las personas. Desde el punto de vista ético y moral, no existen dudas de que es la madre de la corrupción política y el motor de otras metas como el deseo de éxito y reconocimiento social, disfrute del poder, sexo, protagonismo, etc.
La prevención de la codicia es un deber político del Estado y un deber profesional en el mundo del trading. Desde el Estado hacia la ciudadanía habría que poner el énfasis en señalar el riesgo que representa invertir sus trabajados y limitados ahorros en juegos, loterías y activos financieros, que quieren multiplicar con rapidez y con mucho menos esfuerzo del que les costó conseguirlos. Frente a esto sólo encontramos políticas que incentivan el juego (porque es un excelente mecanismo recaudatorio) y minimizan la educación financiera y el ahorro responsable y sostenido como elemento generador para alcanzar la libertad financiera que proporcione ingresos futuros en las etapas más delicadas de la vida (jubilación, por ejemplo).
En el trading profesional también hay mucho que hacer. Se debería acabar con la publicidad subyacente de muchos formadores desaprensivos que enfatizan las ventajas del trading en forma de dinero fácil y rápido (y el acceso a los sueños de cada trader principiante), pero ocultan las dificultades de los procesos de formación y de adquisición de habilidades que son necesarios para llegar a ser un trader ganador y consistente; para llegar a ser un trader profesional. Y como muestra dos botones.
TelexFree nació en el año 2012 y rápidamente captó a más de 1 millón de pequeños ahorradores en todo el mundo, que confiaron en una oferta sin sentido. Pagabas por pertenecer al grupo y, en teoría, cobrabas miles de euros por copiar y poner anuncios clasificados en Internet (10 minutos al día). Prometía hasta un 265% de retorno anual, y con estas condiciones se propagó rápidamente por Brasil y toda Latinoamérica antes de llegar a España. La típica estafa piramidal.
La formación gratuita en el trading no se plantea como un seminario informativo veraz en el que se exponen los pros y las contras del negocio que puede representar el trading. Directamente te lanzan los mensajes dirigidos a tu cerebro emocional: “Inversión, espectáculo y aprendizaje en una sesión de 4 horas”. O este otro: “Nuestros traders profesionales emularán a las estrellas del rock”. Y la cosa continúa: “Disfrutarás aprendiendo”; ¿Quién dijo que la Bolsa no era un espectáculo?
Y tu cerebro emocional reacciona de la única forma que puede hacerlo con esta información sesgada que se le proporciona: percibe, tiene la sensación de que hacer trading y ganar dinero es rápido y fácil y te incita a aprovechar esta oportunidad que parece tan clara.
Y aún se puede llegar a más. Algunos desaprensivos llegan a colgar vídeos en Internet con operaciones fraudulentas utilizando las herramientas que casi todos los graficadores llevan incluidas y que tienen como finalidad el facilitar el aprendizaje.
La buena formación gratuita no existe (ni en el trading, ni en nada en la vida). La buena formación hay que pagarla. Existe la buena información ética en el trading, que ha de exponer con toda claridad los pros y los contras de este negocio y dejar a la reflexión posterior del individuo la libertad de participar o no hacerlo en esta aventura.
La codicia en el trading. Consiste en arriesgar demasiado, o más de lo necesario, por el deseo desmedido de ganar dinero en un mercado financiero que, por definición, es vulnerable, sobre todo a las noticias, a los vaivenes geopolíticos, a la información privilegiada y a otros imponderables que hacen que todo puede cambiar en poco tiempo.
El mercado no regala el dinero y las circunstancias no son favorables. Operando en el crudo, por ejemplo, y haciendo scalping, no esperes encontrar movimientos tendenciales amplios (iguales o mayores de 20-25 tics). Por otra parte, es difícil que entremos al comienzo del movimiento y salgamos justo al final del mismo; eso simplemente no pasa. Por lo tanto, tenemos que conformarnos con un trocito entre los puntos de entrada y salida.
Entonces… ¿cómo se desarrolla la codicia en este terreno tan limitado por el propio mercado?
Nuestro ego es el motor que la alimenta. Y es seguro que estaremos influenciados por todo el entorno que, desde el momento en que nos interesamos por el trading, no para incansablemente de bombardearnos con noticias que siempre expresan resultados extraordinarios: facilidad, rapidez para ganar dinero, plan B que funciona, etc.
Si por esta u otra razón no tomas ese pequeño beneficio cuando estaba disponible y al final, el precio te saca del mercado, te preguntarás por qué no lo hiciste, por qué permitiste que tus ideas irracionales te empujasen al precipicio. La razón es que no lo hiciste porque sabes que hay un potencial mucho mayor, la posibilidad de haber ganado más. Y sientes CODICIA: el deseo desmedido de ganar dinero.
Este error destruye tus finanzas. Al no tomar beneficios cuando están disponibles, terminas arriesgando para nada. Peor aún: asumes un riesgo, para devolverlo después al mercado. La codicia te bloquea mentalmente y no te deja ver otras cosas. Hace que no veas, por ejemplo, que, en un momento determinado, tienes una figura de vuelta en tu contra. Y no lo ves, porque sólo percibes lo que apoya tu compromiso con la irracionalidad (“el pelotazo”) y en tu fuero interno sabes que no es lógico pensar que con una operación vas a tocar el cielo.
Debes poner límites a esto; debes utilizar la lógica para evitar la trampa. No puedes ser un trader ganador-consistente (TG/C), si no tomas beneficios cuando están a tu alcance. Cuando el sistema hace lo que tú anticipabas, debes salir con una ganancia. En el trading intradiario, las operaciones de scalping puro y duro, implican entrar y salir con agilidad (aunque sólo consigas unos pocos tics), y estar preparado para la siguiente operación: sumar, aunque sea poco cada vez e intentar, al menos, no perder. Así se consigue ganar dinero de forma regular.
Y esto lo has expresado en el compromiso que asumes al elaborar tu Plan de Trading, por lo que, en definitiva, la codicia es una indisciplina contra ese plan porque no tomas los beneficios cuando están a tu alcance (debido a un acto irracional).
“Esperas con la actitud irracional del pelotazo”, pensando en hacerte rico en poco tiempo.
Parece que hoy el mercado es amable con nosotros. Nos hemos posicionado correctamente, hemos seguido las reglas de nuestro sistema y estamos ganando una cantidad satisfactoria; sabemos que deberíamos proteger o incluso salir de la operación, pero nuestro ego nos hace pensar que estamos dentro de lo que se define como un pelotazo; “este movimiento tiene mucho más potencial”, nos decimos, y no actuamos convenientemente:
Porque no protegemos nuestro beneficio (con un trailing stop, por ejemplo)
No supe aprovechar la oportunidad. El movimiento gira y deshace parte de nuestro beneficio, aún ganamos, pero mucho menos de lo que el mercado nos estaba dando, queremos que el precio vuelva a darnos lo que teníamos y “entonces sí que saldré”, nos prometemos. Pero el precio no vuelve, nos dio una oportunidad y lo vemos ir directo a nuestro STOP. Maldecimos por no haber salido con ese resultado que nos hubiera dado el objetivo del día y cuando ya estamos fuera probablemente veamos como el precio vuelve a darnos la razón.
Lo grave en esta situación no es la pérdida de dinero que podamos sufrir sino la pérdida de confianza que es algo bastante más difícil de recuperar. Y aún puede ser peor. Quieres vengarte del maldito mercado.
Operación negativa: ¿algo personal? No tiene sentido que lo veamos así. No existimos para el mercado, pero a nosotros nos parece que sí porque hemos puesto dinero, esfuerzo, trabajo e ilusiones. La venganza es el combustible que nos empuja a la acción y nos nubla el juicio y aquí interviene de nuevo y de forma decisiva nuestro EGO. ¿Qué hacemos? Entramos con más contratos de los estipulados en nuestro plan de trading con la idea de recuperarnos económicamente. Nuevamente caemos en el error de no atender a la Gestión del Riesgo establecida.
Sobreoperar es tomar más operaciones que las que el mercado te ofrece y al forzar la operativa incrementas el número de operaciones perdedoras (operaciones negativas), lo que aumenta tu frustración y abatimiento. Terminas en un pozo de desesperación del que no puedes salir.
¿Cómo insuflar lógica es este sentimiento de venganza?
Es necesario que no soseguemos utilizando alguna de las técnicas para interferir positivamente en tu estado emocional, que ya vimos en el capítulo 8. Es necesario que creemos un “espacio en nuestra mente” para observarnos y respondernos a la pregunta: ¿Qué puede haber detrás de este sentimiento de venganza? Y detrás, hay todo lo ya dicho antes sobre dinero, esfuerzo, trabajo e ilusión. Pero esto es irracional, es decir, un pensamiento que no cuestionamos y damos por válido nada más se presenta en nuestra mente.
El mercado no es injusto con nosotros. No nos debe nada. No sabe nada de ti. No te tiene en cuenta ni le importa lo que hagas. Se rige y se mueve según sus estructuras. Tenemos que saber que hay operaciones negativas y aceptarlo. Así es el trading y estamos en él para explotar una ventaja estadística, con disciplina, es decir, cumpliendo estrictamente las directrices de nuestro Plan de Trading ya que tu sistema es lo que utilizas para dar sentido al mercado.
Quieres vengarte porque no aceptas algunos hechos.
No aceptas que te mueves en el plano de la incertidumbre, de la impredecibilidad, de la imposibilidad de controlar al mercado. No aceptas que tener una operación negativa forma parte del trading y que esta operación no habla de tu talento ni de tu valor, y que es sólo la expresión de una probabilidad que puede ser positiva o negativa. Y no puedes tener éxito si incumples tu Plan de Trading, si aumentas tu exposición movido por el impulso de venganza porque esto acaba con tus posibilidades de ser un trader ganador y consistente.
Tu sistema es lo que utilizas para explotar una ventaja, poniendo las probabilidades a tu favor y respetando los parámetros de gestión del riesgo que tienes predeterminados.
¿Cómo prevenir la codicia?
Nuestro consejo es que uses las órdenes LIMITADAS DE BENEFICIOS o TAKE PROFIT (recogida de beneficios) que hacen que una operación abierta sea cerrada automáticamente al alcanzar un precio determinado previamente. Es decir, el cierre automático se ejecuta cuando el precio del subyacente alcanza un nivel preestablecido. De este modo tú puedes establecer el nivel al cual deseas recoger los beneficios, si la operación abierta llega a tomar la dirección deseada. Los take profit solo funcionan en la misma dirección que la del trade, lo que significa que, en caso de compra, el take profit debe estar a un precio superior al actual, mientras que en caso de venta deberá colocarse a uno inferior.
Fijar una orden de salida a una distancia prudencial, que sepas que dadas las circunstancias el precio la alcanzará (estadísticamente hablando), cortará de raíz el sentimiento de codicia. Entro siguiendo las normas de una entrada determinada y de la que también habré estudiado el recorrido mínimo que el precio hace la mayoría de veces. Si sitúo una orden limitada de beneficios en ese punto, es muy probable que el precio la alcance y yo consiga el resultado esperado.
Después… que el precio haga lo que tenga que hacer. Si continúa y mi sistema me da entrada volveré a subirme a la tendencia pero la clave está en respetar las normas de gestión que estadísticamente he estudiado y conformarme con el resultado. Como ya hemos dicho, sumar y seguir sumando es la clave y lo primero es no perder). Cuando en este principio esencial, restamos por la inconsistente promesa de unos pocos ticks más, es cuando perdemos dinero y confianza.
Por último, has de tener en cuenta que el único momento donde no se respeta un take profit es cuando ocurre un gap o hueco.
Concluimos.
No es verdad que debas ganar, es verdad que quieres ganar, pero no que debas. Ni, aunque la operación sea de manual es obligado que debas ganarla.