Esa es la pregunta que recientemente le hicieron en Bloomberg TV al prestigioso inversor y divulgador financiero Barry Ritholtz. El entrevistador se sorprendió cuando la respuesta fue: Apple. Ritholtz compró Apple por pimera vez en 2002-2003, cuando se lanzó el nuevo iPod. Apple cotizaba en aquellos momentos en unos 15 dólares, y tenía una caja de unos 13 dólares, por lo que el riesgo era bajo. Compró toneladas para el fondo que gestiona, y mantuvo ese paquete de acciones cuando el valor ascendió a los 20 dólares. Sin embargo Ritholtz vendió su posición en Apple cuando cotizaba sobre los 40 dólares. Eso implicaba que había multiplicado por tres su inversión, lo que debería definirse como una extraordinaria operación. Pues no. La venta fue su peor error.
Apple ha ganado desde entonces cas un 34.000% De haber mantenido el título, sus ganancias habrían sido enormes. Enormes de verdad.
En bolsa es no es tan difícil descubrir un valor ganador, un compounder como le llaman los gestores valor, como mantenerlo en todo su recorrido alcista. A decir verdad, muy pocos inversores mantienen las acciones cuando el título se multiplica por varias veces. Warren Buffett dice que si has entrado en la compañía adecuada, "el mejor momento para venderla es nunca".
Todos hacemos operaciones ganadoras y perdedoras, pero son las perdedoras las más interesantes y reveladoras.
AAPL costaba $ 15, $ 13 de los cuales eran en efectivo, por lo que era una operación de bajo riesgo. Compramos toneladas, y me burlé sin piedad de nuestros corredores que con $ 20, se llevaron el mero 33% de ganancia: “ Ustedes apestan, me mantuve en los 40, lo que lo convierte en un ganador 3X para mí, jaja, ¿no soy genial? "
Un rendimiento de ~ 200% no parece una mala operación, hasta que te das cuenta de que desde esa venta, Apple ha ganado un 33,800%.
Parece haber varias categorías de malas operaciones, pero la mayoría se clasifica en 1 de estas 3 categorías principales: errores de omisión (compras perdidas), errores de comisión (ventas anticipadas) e ignorancia directa (espera, podría haber hecho...).
En mi más de tres décadas de inversor profesional he descubierto que hay que aceptar que los sesgos emocionales van a condicionar nuestra operativa en los mercados. Hay que reconocerlos, e intentar mitigarlos a la hora de invertir. Es un hecho que el ser humano se ve más afectado por la pérdida que por la ganancia. Nuestra mente está codificada para alcanzar objetivos, por lo tanto, la satisfacción que nos produce ese logro es bastante menor que la insatisfacción del fracaso.
No pasa nada. Es nuestra naturaleza. Por eso, como inversores, seremos más proclives a tomar beneficios de una operación ganadora que a cortar una en pérdidas. Preferimos dejar escapar una ganancia futura importante y si podemos obtener un beneficio modesto presente, que arriesgarnos a que el beneficio actual se convierta en pérdida. Yo he sufrido ambas sensaciones, y les puedo que asegurar hay pocas cosas que duelan más en el mundo financiero que tener que salir de una posición con pérdidas, cuando la tenías con ganancias importantes.
En resumen, los errores de comisión (ventas anticipadas) hay que relativizarlos. Si has obtenido una rentabilidad importante en una operación no hay que preocuparse porque si la hubieras mantenido esa rentabilidad hubiera sido mucho mayor. No puedes luchar contra tu propia naturaleza.