La nueva variante del SARS-CoV2, Ómicron, ha llegado a poner nervioso a todo el mundo y en especial, a los mercados financieros. Los inversores humanos y los robots programados con algoritmos reaccionan a este tipo de noticias con compras o ventas masivas que los disparan o los tumban. No se trata de decisiones bien pensadas o racionales, sino impulsivas, que en el corto plazo pueden generar euforias o pánicos irracionales. Esto último es lo que hemos comenzado a observar la semana pasada, cuando casi todos los activos de riesgo cayeron por la aparición de la variante.
La gran pregunta de los inversionistas es: ¿por ahora es mejor vender todo lo que “huela” a riesgo para huir hacia activos refugio o aguantar la caída?
La respuesta no es sencilla pero parte de un hecho innegable: lo único seguro en este momento es la incertidumbre.
De acuerdo con la presidenta de la Asociación Médica de Sudáfrica, la doctora Angelique Coetzee, hay un “pánico innecesario” ante esta enfermedad para la que hasta ahora sólo ha visto casos con síntomas “muy leves” entre personas jóvenes. Probablemente tenga razón, aunque matizó que “dentro de dos semanas podría estar diciendo lo contrario”. De nuevo, todo es muy incierto incluso en el epicentro de la variante.
El problema para los mercados financieros primero es ese: pocas cosas estresan a los inversores y desconciertan tanto a los algoritmos como la incertidumbre, pero esta continuará hasta que no se tenga claridad de si Ómicron es capaz de colapsar de nuevo los sistemas de salud alrededor del planeta.
Pero segundo y más importante: más allá de qué tan mortífera se concluya que es Ómicron o no, lo que está a prueba es la capacidad de nuestras sociedades y gobernantes para no tropezar con la misma piedra de los confinamientos obligatorios que tanto daño económico, financiero y social han provocado.
Hay un falso dilema entre privilegiar la salud o la economía. ¡No existe tal dilema, porque es posible cuidar la salud de la gente con medidas sanitarias y de higiene sin decretos u órdenes autoritarias que impongan el cese forzoso de actividades!
Los confinamientos NO impidieron la propagación de la pandemia, lo mismo que las vacunas no son efectivas para impedir nuevas olas de contagios ni el surgimiento de nuevas variantes. Eso va a continuar.
Es por ello que la vida tiene que seguir al mismo tiempo que se garantizan y defienden nuestras libertades individuales.
El punto fundamental no está entonces en la gravedad de Ómicron, sino en si los gobiernos y las sociedades reaccionarán de la manera correcta o si cometerán los mismos errores de 2020, que provocaron la mayor debacle económica en un siglo.
En suma, para nuestras decisiones de inversión hay que observar si ocurre una generalización del pánico que desemboque en los perniciosos e innecesarios confinamientos. Esa es la clave. Si así ocurre, ¡cuidado! podríamos caer a nuevos mínimos en los mercados de riesgo. Tome previsiones.
La agravante es que este temor se presenta al mismo tiempo que ha comenzado el recorte a los estímulos monetarios (tapering) a cargo de la Reserva Federal (Fed). Este mes ya “sólo” se inyectaron 105 mil mdd desde los 120 mil mdd que se lanzaban hasta octubre, y en adelante, cada mes se recortarán 15 mil mdd adicionales hasta quedar sin estímulo en julio.
Lo último que hace falta son miedos innecesarios. ¡No caigamos en ellos!
Eso sí: si se presentan correcciones en mercados con sólidos fundamentos como el del oro, la plata, el bitcoin, Ethereum, materias primas, entre otros, será una de las últimas oportunidades de subirse a precios bajos que jamás volverán.
Fuente: Guillermo Barba - Propia