El comienzo de la bajada de los precios de los pisos, allá por el cuatro trimestre de 2006, coincide con el comienzo de la crisis económica en nuestro país. Desde precios de pico, las viviendas ya han perdido el 50-55% de su valor de mercado; como consecuencia de la enorme oferta existente (5,2 millones de vivienda a la venta, vacías o en alquiler), la merma de la demanda por fuerte envejecimiento de la población, el aumento de las exigencias de la banca en la concesión de créditos, los precios de los pisos continuarán bajando durante los próximos años.
En el período 1973 a 2006, los precios de la vivienda en España subieron un rango que va del 8500-9000%. Una de la razones fundamentales para este enorme aumento de los precios, fue la bajada de los tipos de interés que permitía un mayor endeudamiento de los compradores. Como los gastos por financiación bajaban (=el alquiler del dinero para la compra del bien era más barato), se producía una gran subida del número de potenciales compradores con lo que el precio aumentaba. A todas las personas ahora mayores, que pudieron comprar vivienda durante o antes de los enormes aumentos de los precios, este proceso les vino de perlas: el precio de sus inversiones aumentaban y los jóvenes tenían que endeudarse cada vez más para acceder al mercado inmobiliario.
Los propietarios de vivienda se beneficiaban así mismo de otro proceso muy poco mencionado en la prensa: como el mercado de alquiler no protegía al propietario casero ante los abusos del inquilino, el porcentaje de pisos en alquiler sobre el conjunto del parque de viviendas, era muy bajo. De esta forma la única forma de acceder al uso de una vivienda era la compra, con lo que los precios de la vivienda continuaban aumentando y los propietarios de las mismas enriqueciéndose. Tenemos que recordar que, en todo momento, los propietarios de vivienda que se hicieron de oro son los actuales pensionistas.
A la vez que se producía el anterior proceso, el sistema piramidal de financiación del sistema de pensiones, carga el peso del pago de pensiones de quienes se forraron durante 1973-2006, en aquellos jóvenes que tenían el agua al cuello por intentar acceder al mercado de vivienda. Los pensionistas son los propietarios que se aprovechan del aumento del precio de la vivienda; los jóvenes quienes han de financiar las pensiones y pagar precios desorbitados por los pisos.
El sistema actual de pensiones (mal llamado sistema de solidaridad), garantizaba a los actuales pensionistas el pago de cantidades de pensiones durante periodos en una cuantía no asumibles para los jóvenes, que eran quienes trabajaban. Mientras que nuestros mayores han realizado aportaciones al sistema de pensiones de 100 euros, las que están recibiendo son muy superiores, originando enormes desequilibrios en el sistema que han de ser pagados mediante el aumento de las cotizaciones de los jóvenes, las cuales los empobrecen.
La crisis económica ha obligado a todas las capas sociales a realizar enormes esfuerzos: se reduce el gasto en educación, cultura o en apoyo a la dependencia.
Desde el comienzo de la crisis económica que sacude a nuestro país, allá por el cuarto trimestre de 2006, incluso los sacrosantos funcionarios han tenido que bajar su pistón de ingresos, aunque fuera en muy poca medida. No nos engañemos: en un Estado bien gestionado, un enorme porcentaje de los puestos de funcionariado no existirían.
Es una constatación: han sido los jóvenes cotizantes al sistema de pensiones, asalariados de empresa y no funcionarios y que se habían comprado vivienda, quienes se han llevado la peor parte de la recesión económica.
¿No es de justicia social, y requisito de un verdaderos sistema solidario, la fuerte bajada del nivel retributivo de los pensionistas? Los pensionistas no han cotizado lo suficiente como para cobrar las cantidades que reciben mensualmente, y además se han enriquecido gracias a la enorme burbuja inmobiliaria. Los actuales cotizantes (los jóvenes) se han convertido en esclavos gracias a quienes, los pensionistas, se permiten una vida muy por encima de lo que trabajaron. Los estratosféricos precios de los pisos, han impedido la independencia de los jóvenes y que estos tuvieran hijos con lo que el sistema piramidal de pensiones se desmorona.
Hablemos claro: los que están cotizando ahora, no cobrarán nunca una pensión por la cantidad que cobraron, y eso no es justo.
Esta sociedad tiene que llevar a cabo un serio debate sobre la sostenibilidad del sistema de pensiones actual. El resultado es claro: la transición hacia uno de capitalización en el que cada uno pueda permitirse un tipo de vida acorde a lo que trabaje. Este sistema tendría que ser complementado mediante otras vías, con el fin de garantizar una pensión mínima muy inferior a las actuales. No hay derecho a que, quienes mayor provecho sacaron de la enorme burbuja inmobiliaria, se beneficien de tres formas: por la subida de los precios de sus bienes inmuebles; del cobro de alquileres muy superiores a lo que habrían sido las rentas en caso de que el mercado de renta hubiese funcionado correctamente y del cobro de pensiones muy superiores a lo cotizado.
Borja Mateo es experto inmobiliario y autor de los libros “La verdad sobre el mercado inmobiliario español” y “Como sobrevivir al crack inmobiliario” (editorial Manuscritos) borjamateo.com