Hace dos años Wall Street no se cansaba de recomendar invertir en los mercados emergentes. Países como Brasil Rusia, India y China, acaparaban todas las recomendaciones de compra. Sus economías estaban en auge, mientras que la vieja América no se sabía dónde iba, Europa estaba implosionando, y de Japón…mejor no hablar.
Los mercados emergentes estaban de moda en todas partes, afirma Brett Arends en el WSJ: “Salgan del viejo mundo, y entren en el nuevo”, gritaban los consejeros financieros en todos los mercados. Desde el 1 de septiembre de 2011 hasta finales del mes pasado, el índice MSCI Emerging Markets obtuvo exactamente una rentabilidad del 2%, frente a la rentabilidad del 26% de Japón, del 28% de la zona euro y del 46% de EE.UU.
A finales de este verano la situación se ha revertido, añade Arends. Wall Street ha decidido que odia a los emergentes. La última encuesta de gestores de fondos muestra claramente que su ponderación en los emergentes es la más baja desde noviembre de 2001 (tras el pánico del 9 de septiembre). Mientras tanto, mercados como los de Europa, Gran Bretaña y Japón, están muy sobreponderados.
No tengo ni idea cuál será el próximo movimiento de corto plazo. Hay argumentos para decir que todos los mercados de valores están sobrevalorados en este momento. También hay argumentos técnicos para creer que los emergentes se verán más afectados cuando finalmente la Fed decida estrechar su política monetaria, pero históricamente se ha demostrado eficaz la estrategia de “compre lo que Wall Street odie, y venda lo que ame”. Por tanto, es hora de salir de los mercados desarrollados, y volver a entrar en los emergentes.