Ayer el Presidente Draghi confeso que la Crisis de Ucrania era suficientemente importante como para poner en peligro la recuperación económica. Se trataba de algo tan complejo de entender como la geopolítica. Al final, más que una mera crisis política.
Una periodista me preguntaba también ayer si Ucrania podría entrar en default. Recuerden que hasta el viernes pasado los gobiernos occidentales y el FMI se habían comprometido a que el nuevo Gobierno ucraniano (con fecha para las nuevas elecciones a finales de mayo) contaría con respaldo financiero internacional suficiente para superar sus problemas a corto plazo. Sin embargo, la pregunta de ayer me dejó fuera de lugar. ¿Importaba ahora que Ucrania no tuviera fondos? El riesgo financiero ya era un tema menor. De hecho, en el caso de Ucrania se entremezclan riesgos de "guerra civil", "guerra fría", "crisis comercial", "crisis financiera" y especialmente "tensiones geopolíticas". Piensen un poco en todo esto. De hecho, muchas de las amenazas de crisis y tensiones que he mencionado antes están entremezcladas confundiéndose el detonante con la consecuencia. Conflictos como el de Siria o Irán, que suponen una amenaza a nivel internacional, donde la cooperación internacional ha sido, es y será imprescindible en el futuro pueden verse afectados. El comercio mundial, más allá del crudo y el gas, también puede verse afectado. La inestabilidad de los mercados, ayer mismo con muchos inversores buscando riesgos de bancos y empresas con la zona, puede convertirse en la norma en un futuro. Y todo ello en un contexto ya de por si tan complejo como el actual donde la Crisis de deuda no está del todo reconducida en los países desarrollados y los emergentes se enfrentan a sus propios ajustes internos. ¿El margen de las políticas económicas para compensar todo esto? No es muy grande, lamentablemente.
No soy analista político y sin embargo sí creo que es bueno reflexionar sobre la evolución de los acontecimientos desde la perspectiva de un no experto. Lo primero que me llama la atención es el cruce de amenazas veladas y respuestas no tan veladas que se han producido en las últimas horas. Réplicas y contrarréplicas que no han hecho otra cosa que empeorar el escenario: ¿dónde queda la cooperación internacional entre los grandes países que han marcado las dos últimas décadas de Crisis económica?. Es cierto que Ucrania, Crimea, tocan el corazón de una línea roja marcada hasta el momento: influencia política, económica y militar de Rusia. Pero, el desarrollo de los acontecimientos en la zona en los dos últimos meses entre los grandes países ya era de por sí difícil de aceptar. Y la falta de entendimiento, con demasiados hechos consumados, peligroso.
Es imprescindible volver al entendimiento de todas las partes. Y en el fondo, como tal crisis latente, aún puede evitarse. Ya saben que las crisis que ocurren son aquellas que no pueden evitarse. Las crisis nos sorprenden; esta no debería tener esta naturaleza precisamente por su desarrollo casi de libro. El riesgo de sanciones económicas puede ser devastador para Rusia pero, por ejemplo, también para Europa si finalmente hay represalias en términos de suministro de gas, petróleo y productos agrícolas. Todos pierden, a corto plazo sin grandes alternativas por ambas partes. La racionalidad debería imperar. Y espero que lo haga.