A la hora de hacer una planificación financiera, siempre debemos de tener en cuenta distintos aspectos, la rentabilidad de los activos, y el riesgo de la inversión, pero a veces no prestamos la debida atención al tema impositivo, ya que solemos considerar que si hemos de pagar impuestos, eso se traduce en que nuestra inversión ha salido en el sentido esperado, y como dichos impuestos los pagamos anualmente no solemos ser conscientes del efecto del pago de impuestos a largo plazo.
Para realizar un análisis de los efectos impositivos de una inversión en distintos individuos a lo largo de su vida inversora planteamos el siguiente supuesto:
Tenemos 8 individuos de los cuales 4 de ellos invierten directamente en acciones y van realizando compras y ventas a medida que ven las distintas oportunidades que les ofrece el mercado, los otros 4 conducen sus inversiones a través de fondos de inversión, que como saben tienen la ventaja de no tener que tributar mientras que no se produzca un reembolso de los mismos, careciendo de tributación los traspasos que se produzcan entre los mismos.
Suponemos también que todos los inversores consiguen la misma rentabilidad, el 9.5% anual, que es la rentabilidad media del S&P 500 a largo plazo con sus dividendos. Suponemos la misma rentabilidad ya que aunque en los fondos de inversión se paga una comisión de gestión, los costes asociados son menores en conceptos de compra-venta, mantenimiento y custodia de valores que los que sufre un particular en su cuenta, sin entrar en temas de posibilidad de diversificación, acceso a compañías, mayor información, mayor seguimiento de los mercados y una gestión profesional.
Otro tema en consideración son las aportaciones, en nuestro supuesto, todos los individuos aportan anualmente 6000 euros actuales incrementando las aportaciones anualmente al ritmo de la inflación, tomaremos un 2,5% como inflación a largo plazo a efecto de cálculos.
Un dato más a considerar es la vida de la inversión, como estamos buscando la diferencia de invertir en fondos o en acciones usaremos un supuesto de vida inversora de 50 años, así veremos los efectos a largo plazo.
El último aspecto a tener en cuenta son los tipos impositivos, los cuales diferenciaremos entre el 25%, 30%, 35% y 40%. En los inversores en fondos tomaremos el tipo máximo del 27% que corresponden a las inversiones a más de 1 año.
En la siguiente tabla tenemos un resumen de lo comentado:
Empiezan a pasar los ejercicios y los inversores que invierten directamente en acciones, van realizando distintas operaciones en función de las distintas oportunidades que van viendo en los mercados, tributan anualmente en función de su tipo impositivo. Los inversores que están en fondos de inversión, no tienen que tributar ya que no están rescatando su dinero de los fondos por lo que capitalizan el total de beneficios que obtienen. En el siguiente cuadro vemos los resultados una vez que los participes de los fondos rescatan su inversión y pagan los impuestos pertinentes.
Al final de la vida del inversor los participes de fondos una vez pagados los impuestos reembolsaran más de 6 millones de euros mientras que los que invierten en acciones obteniendo los mismos resultados, en el mejor de los casos no llegara a los 4 millones lo que supone una diferencia de más de un 60%, con respecto al inversor en fondos, adicionalmente hay que tener en cuenta que a medida que aumenta el tipo marginal de cada individuo, la diferencia se acentúa y llega a ser en los casos expuestos de más de un 150%, que en euros serian casi 4 millones de diferencia.
Por Celso Otero García
Gestor de fondos de Renta 4 Banco