Durante las últimas semanas hemos visto como millones de venezolanos se manifiestan en contra de los abusos del Gobierno de Nicolás Maduro. En este artículo analizamos cómo durante el chavismo el país sudamericano ha sido víctima de un expolio sin precedentes.
“La inflación es tan violenta como un ladrón, tan temible como un atracador y tan mortal como un asesino a sueldo” – Ronald Reagan
Venezuela es uno de los países más ricos de América Latina y del mundo. De hecho, y puede que esto sorprenda a algunos, Venezuela posee las mayores reservas probadas de petróleo del mundo, estimadas en 316.000 millones de barriles de petróleo recuperables. Esta cifra la sitúa por encima de gigantes como Arabia Saudita, Iraq, Rusia o Estados Unidos.
Entonces, ¿cómo es posible que este fin de semana se aprobara la distribución de cartillas de racionamiento entre la población para garantizar el suministro de los productos más básicos?
El motivo no es la acción de especuladores criminales como ha querido hacer ver el Gobierno de Nicolás Maduro a la población. La clave está en la hiperinflación.
La inflación moderada es un fenómeno económico normal y deseable. Es normal que a medida que la economía crezca, la masa monetaria se expanda a un ritmo parejo. Pero este no es el caso de Venezuela.
Desde que comenzó el Siglo XXI, Venezuela ha vivido un periodo de gran expansión económica motivada por la exportación de petróleo y sus derivados. En el año 2001 el Producto Interior Bruto venezolano era de 117.000 millones de dólares. En la actualidad ronda los 382.000 millones, un poco más de 3 veces más.
Este crecimiento es asombroso; muy pocos países han podido igualarlo en lo que llevamos de siglo. Esta expansión de la economía equivale a crecer durante los últimos 13 años, de forma ininterrumpida, a un ritmo del 9 por ciento anual.
Para que se haga una idea, fíjese que en los mejores momentos de la burbuja inmobiliaria de nuestro país el PIB español crecía como máximo a una tasa del 5 por ciento anual.
Con estos datos en la mano muchos intelectuales progresistas de Europa y Estados Unidos han aplaudido las reformas del difunto Hugo Chávez para “redistribuir la riqueza”. Sin embargo, lo que el gobierno chavista ha hecho durante los últimos 15 años ha sido robar impunemente al pueblo venezolano.
UN ROBO SILENCIOSO
El gran problema de Venezuela durante los últimos años ha sido la hiperinflación, y esta ha estado causada por el aumento desproporcionado de la masa monetaria.
Desde el año 2001 la masa monetaria venezolana se ha multiplicado por 38. Es decir, por cada bolívar que había en circulación hace 13 años, ahora hay 38.
El efecto que se produce cuando el equilibrio entre el tamaño de la economía y la base monetaria se rompe es una inflación elevada, que en el caso de Venezuela y de Argentina se ha convertido en una inflación desbocada.
¿Por qué suben los precios en este caso? A modo orientativo, suponga que una economía es como una tarta que se divide en tantas partes como unidades monetarias haya, ya sean euros, dólares o bolívares.
Partir la tarta en más trozos no va a añadir nada, no crea valor. Esto solamente va a contribuir a que el tamaño de cada trozo sea menor.
Utilizando este símil, en este caso ocurre algo similar: imprimir dinero no produce nada, no crea valor. Sólo contribuye a que el valor de cada unidad monetaria sea menor.
Así es como llegamos al fenómeno de la hiperinflación. Una barra de pan tendrá el mismo valor real siempre; una barra de pan es y siempre será una barra de pan. Punto. Sin embargo, en unidades monetarias ésta valdrá más. No porque su valor real sea superior, sino porque el valor de cada unidad monetaria es menor.
¿Quién gana y quién pierde en este proceso? Los perdedores son los millones de venezolanos que han visto cómo con sus ahorros en bolívares pueden comprar muchas menos cosas hoy que hace 10 años. Ahorradores a los que su propio gobierno les ha robado impunemente.
Los ganadores son el Gobierno venezolano y toda la clase privilegiada surgida en torno a él. Burócratas, empresarios afines, sindicatos, políticos chavistas, etc. Durante los últimos años el Gobierno de Venezuela ha imprimido dinero como atajo para mantener a flote a un estado corrupto, donde una élite política se ha enriquecido a costa del resto de la población. Un claro ejemplo de socialismo, y lo digo sin sarcasmo.
Esta es la historia cómo los ciudadanos de Venezuela, el país más rico de Latinoamérica, no pueden ni comprar papel higiénico sin la intervención del Estado.
Sin embargo tengo una buena noticia para usted: en España nuestros políticos no tienen acceso a la “máquina de imprimir dinero”. Ésta se la llevaron a Frankfurt en 2002 con la creación del euro.
No me quiero ni imaginar lo que hubiera hecho Zapatero de haber controlado la oferta monetaria cuando tuvo que tragarse su orgullo socialdemócrata y pasar a la historia como el primer presidente de la Democracia que ha congelado las pensiones.
Ser europeo no es tan malo como le quieren hacer creer; mantiene a raya al ladrón más letal y silencioso que existe, la inflación.
Un cordial saludo,
Alberto Redondo
Inversor Global España