Después de que la ONU decidiera que el referéndum de Crimea no es válido, y las palabras del ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, señalando que Rusia podría decidir cómo responder a la votación de Crimea después de haberse celebrado el referéndum, es importante reflexionar sobre las opciones de Putin ya que es más que probable que Crimea vote a favor de la adhesión a la Federación de Rusia. El Consejo Europeo de Relaciones Exteriores señala "no saber la estrategia de Vladimir Putin" y que esto hace más difícil cualquier respuesta de Europa y Occidente. De alguna manera, todos estamos especulando y tratando de echar un vistazo a la mente de Putin. Estos cinco puntos, vía CEFR, intentan resaltar lo que el mercado está descontando:
1. ¿Ha querido siempre Putin invadir Crimea?
Todos lo sabemos. El pretexto para justificar la invasión rusa en Crimea no tiene gran peso. Putin ha estado a favor de la no interferencia en cuestiones internacionales, como lo demuestran sus posiciones en Libia, en Siria y en varios otros temas. Por lo tanto la decisión de invadir Crimea no ha tenido que ser fácil. Debe tener pensar que en juego hay algo verdaderamente importante. El corolario es que en defensa de su concepción de lo que está en juego, bien podría estar listo para ir más allá de lo que muchos de nosotros suponemos.
2. ¿Está Putin lejos de la realidad?
La declaración de Angela Merkel de que Putin está fuera de contacto con la realidad, que fue filtrada al New York Times, dio lugar a una considerable cantidad de conjeturas y comentarios. Algunas personas llegaron a la conclusión de que Putin se había vuelto loco. De hecho, mientras que él puede estar viviendo su propia versión de la realidad, parece que el mundo de Putin en realidad ha existido durante mucho tiempo.
Putin parece creer sinceramente que los peligrosos grupos extremistas han tomado el poder en Kiev. Puede creer realmente que los acontecimientos en Kiev no representan una revolución popular clásica. Como señala Fiona Hill, es posible que el concepto de revolución popular sea ajeno a Putin.
Del mismo modo, Putin puede ver los eventos actuales en Ucrania como una conspiración de Occidente, que fue sin duda su punto de vista de la revolución naranja de 2004. Como Putin cree que los sucesos en Libia y siria son una amenaza para Rusia. En ambos lugares, Occidente ha apoyado a grupos marginales y extremistas contra los líderes legítimos, esperando que la democracia se arraigue tras la caída de los antiguos regímenes. Podría ver que Occidente quiere aplicar la misma lógica a Ucrania y así ha decidido que no podía permitir que nada de eso sucediera en Ucrania.
Las decisiones de Putin pueden estar inspiradas en gran parte por su conservadurismo. Además, gran parte de su realidad se basa en premisas falsas.
3. ¿Quiere Putin utilizar Crimea como base de influencia sobre Ucrania?
Algunos analistas suponen que Rusia no llegará a incorporar a Crimea, sino que en su lugar estará en un limbo legal al estilo de Transnistria con el fin de utilizarlo como influencia sobre Kiev. Parece probable que obtener influencia sobre toda Ucrania, en lugar de sólo Crimea, es el verdadero objetivo de Moscú. Pero es difícil predecir exactamente lo que Moscú ve como una influencia suficiente.
El gobierno que asumió el poder en Kiev a finales de febrero es débil. Contrario a las afirmaciones de Moscú, no es ilegítimo - es tan legítima como puede ser en estas circunstancias. Sin embargo, todavía no representa a toda la sociedad en la forma en que un gobierno debería. En teoría, habría sido fácil para Moscú ganar influencia sobre el nuevo gobierno mediante el uso de una mezcla de medios turbios y legítimos. Sin embargo, Moscú ni siquiera hizo el intento.
Occidente estuvo aterrorizado por lo que hizo Moscú y no supo cómo responder. Muchos se hubieran sentido aliviados si, en lugar de anexar Crimea, Rusia se detuviera en un limbo jurídico. Occidente habría estado dispuesto a presionar a Kiev para que aceptara las condiciones de Moscú - de esta manera, por supuesto, hubiera contribuido a la mala gobernanza prolongada en Ucrania y, en consecuencia, más problemas futuros. Sin embargo, Moscú no trató de utilizar a Occidente, y ahora ya podría ser demasiado tarde también para eso. La acumulación de tropas rusas en las fronteras de Ucrania, ha provocado que Occidente esté más decidida para contrarrestar a Rusia. Y, del mismo modo, la concentración de tropas podría indicar que Moscú no está interesado en hacer uso de la presión occidental. El tipo de control sobre Kiev que el Kremlin tiene en mente puede ser de un tipo mucho más difícil que la simple cooptación y coacción.
4. ¿Está Putin actuando en respuesta a las presiones internas?
Algunos analistas afirman que todo el asunto Crimea se inició con el fin de impresionar a la opinión pública nacional, que ya no está a favor de Putin. Otros, incluso aquellos que no comparten esta interpretación, afirman que Putin no puede dar marcha atrás a causa de las presiones internas. Es cierto que la invasión ha impulsado la popularidad de Putin. Y la máquina mediática, la propaganda nacional, ha creado un impulso poderoso para la anexión, que cuenta con el apoyo de gran parte de la sociedad rusa. Pero aún así es difícil creer que esto dirija las decisiones de Putin, especialmente teniendo en cuenta que no tiene que hacer frente a las urnas en el corto plazo.
En resumen, por el momento al menos, Putin no es esclavo en absoluto de su electorado nacional. Pero eso no quiere decir que vaya a suavizar su postura.
5. ¿Detendrán las sanciones a Putin?
Diferentes analistas ven diferentes lógicas detrás de las sanciones de Occidente a Rusia. Algunos esperan que las sanciones o la simple amenaza, obligue a Moscú a dar marcha atrás. Otros esperan que las sanciones separe a las élites rusas de Putin y le deje con poco apoyo interno. Otros simplemente creen que las personas que jugaron un papel decisivo en la actuación contra la soberanía y la integridad territorial merecen ser castigados. Y algunas ven la situación desde una perspectiva a largo plazo y creen que las sanciones deben aplicarse para erosionar las bases económicas de un régimen cada vez más agresivo.
Gran parte de este razonamiento parece correcto y justificado. Pero aún así, el cálculo de que las sanciones provocarán que Putin de marcha atrás no suena verdadero. Desde las protestas internas de 2011-2012, Putin ha perdido la confianza en los miembros de su élite que mantienen su dinero en occidente y así son vulnerables a las presiones occidentales. La pérdida de su apoyo, por lo tanto, no le importa. No tienen ninguna influencia sobre él.
Las sanciones, así como la creciente alienación de Putin con las élites rusas, bien pueden tener efectos en el mediano plazo. Pero no van detendrán a Putin en el corto plazo. Aun así, esto no significa que las sanciones sean inútiles o innecesarias, especialmente porque parece cada vez más probable que ahora nos enfrentamos a una batalla a largo plazo entre Rusia y Occidente.