Durante años, el interés de numerosos estudiosos del mercado se ha concentrado en W.D. Gann, artífice de predicciones muy exitosas. Ávidos de conocimiento, una plétora de especuladores ha tratado de averiguar cómo Gann fue capaz de manejarse con semejante nivel de precisión, lanzando predicciones de mercado tan atinadas. Por ejemplo, en el número dos del quinto volumen de la revista Ticker and Investment Digest (diciembre de 1909) se refiere que Gann realizó 286 operaciones en presencia de William E. Gilley, de las cuales fueron exitosas 264. Por tanto, su ratio de acierto alcanzó un espectacular 92%. En ese período de 25 días que cubre el artículo, Gann fue capaz de doblar diez veces su capital inicial.
De entre las numerosas técnicas especulativas de Gann, quizá la más célebre es la conocida como el Cuadrado del Nueve, uno de sus sistemas de cálculo más misteriosos.
Al decir de algunos conocidos de Gann, éste llevaba una Cuadrado del Nueve en miniatura cuando acudía a especular en los corros de bolsa. Gann creía que cada suelo y cada techo de un gráfico guarda una correlación matemática y temporal con techos y suelos del pasado. Sostenía que nada en la naturaleza se mueve por azar y que en la creación de todo cuanto conocemos reposan las principios matemáticos. Que el universo, en fin, es un compendio de puntos de fuerza matemáticos. Veamos el aspecto de ese Cuadrado.
Algo hay en esta extraña rueda que intriga a todo el que la ve, sea un entusiasta del mercado o un lego en la materia. El verdadero origen del Cuadrado del Nueve se desconoce. Se cree que Gann lo descubrió en la India o en Egipto, en el transcurso de su concienzuda indagación en los entresijos de los números. Mi conjetura es que el origen más probable del Cuadrado del Nueve se remonta a Egipto. De hecho, el Templo de Luxor lo incorpora en su arquitectura. No obstante, prestando oídos a los mayores expertos en Gann, el Cuadrado no sería sino una representación de la Gran Pirámide de Giza vista desde un plano cenital.
Sin duda, para Gann el número 9 atesoraba un preciado valor. En alguno de sus textos, dejó escrito que empleamos nueve números para medir todo y que no podemos pasar de 9 sin empezar de nuevo en cero De hecho, el número nueve presenta unas singulares características cuando se suma o se multiplica a cualquier número.
Si a cualquier número le sumas 9, el número resultante se reducirá mediante adición al número inicial de un dígito. Por ejemplo 1+9=10; 1+0=1. Otro ejemplo: 2+9=11; 1+1=2. Un tercer ejemplo: 3+9=12; 1+2=3.
Si se multiplica el número 9 por cualquier otro número, el producto resultante se reducirá a 9 mediante adición. Un ejemplo: 9×5=45; 4+5=9. Otro ejemplo: 9×8=72; 7+2=9. Un tercer ejemplo: 9×33=297; 2+9+7=18; 1+8=9
También la suma de todos los dígitos del 1 al 9 se reduce mediante adición al número 9. Comprobémoslo: 1+2+3+4+5+6+7+8+9=45; 4+5=9.
Ésta es la razón por la que Gann dijo que el número nueve medía todo.
¿Qué es el cuadrado del Nueve?
En esencia, se trata de una herramienta para pronosticar el Tiempo y Espacio, para medirlos de diferentes maneras.
Salta a la vista que este Cuadrado es una estructura numérica dispuesta en forma de espiral que comienza con el número 1 en el centro y el número 2 a la izquierda. El resto de los números se mueven alrededor del 1 en el sentido de las agujas del reloj hasta llegar al número 9, momento en que se completa el primer ciclo de números alrededor del centro. Desde el número 10 al 25 se completa el segundo ciclo; desde el 26 al 49, el tercero; etc.
La diagonal en dirección a la esquina inferior izquierda está formada por el cuadrado de los número impares (1, 9, 25, 49, 81, 121, 169…). La diagonal paralela a la que se dirige hacia la esquina superior derecha esta formada por el cuadrado de los números pares (2, 4, 16, 36, 64, 100, 144…).
Con vistas a apreciar el cuadrado en términos de su origen geométrico, hay que intentar imaginárselo como una pirámide cuyo vértice fuese el número 1 con cuatro lados que descienden en cascada hasta la base de la pirámide.
Con vistas a completar el Cuadrado, ha de rodearse de un anillo externo con los días del calendario para encajar los 365 días del año en los 360º de la circunferencia formada por ese anillo.
Esta relación de los números con la circunferencia se explica por el hecho de que a cada número le corresponde un ángulo específico entre 0º y 360º. Pitágoras sentenció que “las unidades en una circunferencia o en un cuadrado se relacionan entre sí en términos de Espacio y Tiempo en puntos específicos”. En consecuencia, el Cuadrado del Nueve se presenta como una herramienta extremadamente rápida para encontrar bloques numéricos que guardan una relación geométrica con los pasados suelos y techos de un gráfico.
Gann dejó escrito que “el hombre empezó a medir el tiempo usando un reloj solar, dividiendo el día en 24 horas de 15º de longitud. El reflejo geométrico del sol sobre el reloj solar indicaba la hora del día. Por tanto, dado que el tiempo se mide mediante el Sol, nosotros debemos usar los 360º de la circunferencia para medir el Tiempo en los mercados”.
Volviendo al anillo externo con los días de calendario del año, el punto cero siempre empieza el primer día de la primavera, entre el 20 y el 21 marzo.
Para comprender por qué el punto de arranque está fijado precisamente ese día debe entenderse que el Cuadrado hunde sus raíces en el movimiento descrito por el Sol a través de su nodo. El nodo es el punto de la órbita terrestre en que se cruzan el plano del ecuador y el plano del Sol, generando el primer día de primavera. Este punto nodal se conoce como equinoccio porque las horas del día y de la noche tienen una duración igual. En el equinoccio de primavera, el Sol forma 90º con el plano de la Tierra, ángulo que genera una intensa radiación electromagnética que afecta de forma notable la vida de todos los seres vivos.
Pasado el equinoccio de primavera, en el hemisferio norte la luz solar se incrementa hasta llegar a su máximo el primer día del verano, el 20 o 21 de junio, formando en ese momento 90º con el primer día de la primavera. Entonces, la luz solar comienza su declive hasta que se igualan de nuevo los días y las noches durante el primer día del otoño, el 22 o 23 de septiembre. A partir de ese momento, la oscuridad gana terreno hasta el 21 o 22 de diciembre, primer día de invierno. Estos cuatro puntos asociados a las estaciones se conocen en el Cuadrado del Nueve como cruz cardinal.
Vista esta disposición del Cuadrado, no resulta casual que la mayoría de los máximos y mínimos del mercado acontezcan alrededor de los números que engrosan esa cruz. También encerraban una importancia especial para Gann los números que conectan la base de la pirámide, es decir, que unen las esquinas del Cuadrado formando un aspa. La división esencial del Cuadrado, por tanto, consta de 8 partes de 45º cada una (1/8 de 360º). Estos ocho bloques numéricos albergan una capacidad especial para equilibrar Tiempo y Espacio.
La filosofía que conecta el Cuadrado del Nueve con el movimiento de traslación de la Tierra alrededor del Sol se fundamenta en que durante el 21 de marzo acontece la reencarnación de la vida. Después, en el solsticio de verano, esa nueva vida que se enseñorea de los animales, plantas e insectos se encuentra en estado de ebullición.
Posteriormente, alcanzado el equinoccio otoñal, el grado máximo de fruición vital queda atrás y el ciclo de la vida disminuye, deteriorándose en su camino hacia la vejez. El 21 de diciembre, en el solsticio de invierno, la vida entra en estado de congelación, con vistas a resurgir cuando lleguen los rayos solares que trae el equinoccio de primavera.
Gann comentaba que “en La Biblia se sostiene con claridad que hay un tiempo y una estación para todo aquello que está bajo el Sol y que no hay excepciones para esta norma cíclica. La Tierra se mueve alrededor del sol en 365 días. Esto completa el viaje a través de 360º”.
Algunos ejemplos
Como no es el propósito de esta entrada ofrecer un curso sobre el Cuadrado del Nueve, dejaré aquí las explicaciones teóricas. Por tanto, vayamos ahora con la aplicación práctica de esta herramienta. Pero antes de ver algún ejemplo, quiero aclarar que aquello de lo que voy a dar cuenta a continuación constituye una minúscula muestra de las muchas aplicaciones prácticas que encierra del Cuadrado del Nueve.
Aclarado este punto, el Cuadrado del Nueve, en primera instancia, nos permite calcular objetivos de subida y bajada para el precio de cualquier activo. Las líneas que presento en el siguiente gráfico, que yo denomino Líneas de Gann, nacen directamente del Cuadrado del Nueve y nos permiten disponer de unos objetivos que alternativamente funcionan como techos y suelos. Ahora mismo, el S&P 500 casi ha alcanzado una de estas líneas, que sin duda le opondrá una fuerte resistencia en el caso de que la alcance.
En cuanto a la predicción temporal, presento a continuación un gráfico en el que gracias al Cuadrado del Nueve se pudo calcular cada cuánto tiempo iban a producirse movimientos de calado desde el máximo de octubre de 2007 hasta el mínimo de marzo de 2009, suelo que por cierto fue perfectamente pronosticado mediante esta herramienta.
La cuestión es que el número exacto de cada mes que aparece en el gráfico no es azaroso, sino que responde a los números dispuestos en el Cuadrado del Nueve, en concreto los que aparecen en la zona horizontal derecha y en la vertical inferior de la cruz cardinal y en las dos diagonales del lado derecho del Cuadrado. Lógicamente, la clave reside en saber por qué eran esos números y no otros los que dominaban en ese momento el mercado.
El siguiente ejemplo pertenece al pasado más reciente. Todos los puntos de giro que aparecen marcados se calcularon con el Cuadrado del Nueve teniendo como punto de partida el 21 de marzo, es decir, utilizando el anillo exterior explicado anteriormente.
En definitiva, el Cuadrado del Nueve es un maravilloso instrumento que permite pronosticar el Espacio y el Tiempo para cualquier activo financiero. Aunque su compleja apariencia tal vez despierte el rechazo de algunas personas, puedo asegurar que el estudio de sus propiedades y su posterior manejo son un estímulo intelectual de primer orden.
Permanezcan atentos.