Los signos evidentes del deterioro social avanzan sin cesar. En el caso de España, el descontento cristalizó el pasado sábado en una gran manifestación en Madrid (foto de portada de este post), culminación de las llamadas Marchas de la Dignidad que durante las semanas precedentes avanzaron desde todos los puntos de la geografía española, con un general ninguneo por parte de los medios de comunicación. La muerte el domingo del primer presidente del Gobierno español desde la restauración de la democracia, anunciada desde el viernes (esto es, desde la jornada anterior a la manifestación) ha servido para poner sordina mediática a la que posiblemente ha sido una de las mayores manifestaciones vividas en Madrid (y a la que ridículamente fuentes oficiales le han asignado un asistencia de sólo 50.000 personas).
No es una coincidencia. A medida que se fractura el muro de seguridades sobre el que se construyó el Estado del Bienestar y se comprometen las bases mismas del capitalismo tal y como se ha entendido durante los dos últimos siglos, los medios de comunicación, cada vez más cautivos de los grandes grupos económicos que los poseen, van abandonando su obligación de informar y la van sustituyendo por la necesidad de hacer propaganda. Propaganda que busca adormecer conciencias y dar seguridades. Pero las seguridades de las que hablamos tienen una base física, en la disponibilidad de materiales y de energía. Hace cuatro años que lo repetimos: esta crisis no acabará nunca, sin que los detalles concretos del curso de los acontecimientos cambien este hecho simple y poco discutible cuando se mira con un poco de racionalidad.
Y sin embargo se discute, y cada vez con mayor porfía, con mayor griterío; la propaganda se dirige a intentar tapar con cinta adhesiva las cada vez mayores grietas en el muro de la realidad. Y aunque no podrán evitar su derrumbe final, sí que pueden contribuir, y mucho, a crear una imagen completamente distorsionada de lo que está pasando, a introducir suficiente ruido en la comunicación como para que una gran masa de gente acepte resignada y dócilmente el camino de la Gran Exclusión.
Durante los próximos años nos veremos abrumados con falsas noticias de bonanza energética, algunas completamente nuevas, algunas que ya están apareciendo y algunas otras que serán recicladas del pasado reciente. He creído conveniente hacer aquí una pequeña guía de algunas de las mentiras y excusas que se usarán mediáticamente para "quitar hierro" al problema energético y que intentarán hacer creer que el origen de nuestros problemas son otros grupos humanos y no lo absurdamente insostenible de nuestro modelo económico. No puedo prever todas las cosas que se dirán, pero espero que estos apuntes sirvan a algunos de guía, de faro en medio de la tormenta que se avecina.
+ El precio del petróleo: Quiero ilustrar esta discusión con una pequeña anécdota que me atañe. Hace poco vi un hilo de Burbuja.info donde se burlan de mi por lo que denominan mi "previsión fallida sobre el precio del petróleo". Quien inició el hilo fue el ínclito Alb, que tanto dio la paliza por aquí con su sueño (que ése sí no se ha materializado) de explosiva implantación del coche eléctrico y que obviamente ha hecho de meterse conmigo su cruzada personal (cómo olvida, ay, todo lo que me criticó por decir en 2010 que el 75% de los campos de petróleo decaía a un ritmo de casi el 6% anual, cuando en 2013 hasta la propia AIE reconoce que ya decaen a ese ritmo el 100% de los campos actualmente en explotación). El caso es que en su crítica Alb enlaza la imagen de apertura del post (que no es mía, sino de Dave Cohen),
y dice: "Mirad cómo de erróneas son las previsiones de Turiel, cuando en realidad el precio ha hecho esto":
Dejando al margen que ni él ni los que comentan se han molestado en leer el post en cuestión y ver todas las salvedades que en él se hacen (por ejemplo, textualmente: "En realidad, todo esto [el post] es completamente especulativo; hay muchos factores no lineales que favorecerán que los ritmos sean más rápidos que los aquí indicados y otros que harán que el precio vaya más lentamente, pero como consecuencia de una gran devastación en la economía") lo verdaderamente curioso es que tampoco nadie se ha molestado en poner las dos gráficas juntas para ver hasta qué punto la gráfica de Dave Cohen (grosera y aproximada, pues el punto a mostrar era el comportamiento general cualitativo, no el cuantitivo) se ha parecido a la realidad:
La correspondencia está hecha a mano alzada, pero aún así es llamativo como la previsión de Dave Cohen ha capturado correctamente la tendencia y una parte significativa de la volatilidad (seguramente mejor que lo que lo han hecho en ese período tan largo de tiempo muchos analistas profesionales que cobran sueldos de 6 cifras). Y si en algo falla la previsión de Dave Cohen, como también fallaba la mía (también cualitativa, como sabrá quien sí haya leído el post), es en que los precios no caen tanto entre picos consecutivos (y que el segundo pico no es tan elevado) por las razones que yo apuntaba en el párrafo que he destacado de mi post, que en este caso se llama fracking, una técnica por la cual EE.UU. ha conseguido producir unos 2,5 millones de barriles diarios de petróleo que en condiciones de libre mercado no serían explotables y si lo son es por la técnica de exportar inflación al resto del mundo, es decir, deteriorando la economía del resto del mundo (en primera instancia la de sus proveedores, aunque éstos le endosan sus dólares sobrevalorados a sus propios proveedores hasta hacer caer el peso de la inflación implícita sobre los últimos eslabones de la cadena, que suelen ser los países suministradores de materias primas). Pero aún así este "petróleo subprime" (en expresión de fortuna de Rafa Íñiguez) ha costado caro a las grandes multinacionales del petróleo, que como ya explicamos están recortando gastos a marchas forzadas con consecuencias previsiblemente desastrosas en la producción de petróleo a corto plazo. Cómo va a afectar esto al futuro precio del petróleo depende de muchas cuestiones (como, por ejemplo, si los Estados acuden al rescate de los yacimientos no rentables, detrayendo para ello recursos que ya no llegarán al resto de la sociedad), pero lo que es obvio es que tanto si la volatilidad es salvaje como si el precio simplemente se mantiene elevado, en ambos casos será a costa de un empobrecimiento imparable de la sociedad.
En realidad, la cuestión clave no es el precio (representación del valor) sino la producción de petróleo y más específicamente la energía neta que nos deja (el valor en sí, pues es con la energía que se efectúa trabajo útil), y para ésta las previsiones no pueden ser más sombrías. Sin embargo, es más que previsible que durante los próximos años toda la discusión se centrará en el precio del petróleo, buscando a cada paso la excusa del día para justificar sus variaciones. Durante un tiempo se ha podido ocultar el declive de la energía neta (que en realidad empezó en 2010) simplemente añadiendo más volumen de petróleo sin ganancia real de energía, pero en poco tiempo el volumen de petróleo crudo disminuirá y no mucho después hasta el volumen de todos los líquidos mostrará signos de decadencia. Será tiempo de guerras y revueltas y en ese momento las excusas de distracción tendrán que ser otras. Teniendo en cuenta eso, estimo por tanto que las discusiones inanes sobre el precio del petróleo durarán desde ahora hasta dentro de unos cinco años aproximadamente.
Por cierto que no deja de ser irónico que a pesar de la cantidad artículos desde los inicios de este blog y de charlas grabadas hace años en los que he repetido que lo importante es la producción y no el precio, aún he leído por ahí que eso es algo nuevo que digo ahora "porque me equivoqué en mis previsiones sobre el precio".
+ La escasez la origina la guerra; cuando acabe todo se resolverá: Tarde o temprano los conflictos que se están desencadenando en todas partes del globo acabarán por afectar a un productor importante de petróleo. En ese momento se hará patente que hay realmente un problema con el suministro de petróleo, dado que realmente faltará en el opulento Occidente independientemente del precio que se quiera pagar. Como nadie pondrá las cifras en perspectiva, nadie caerá en la cuenta de que la caída de producción de 2 o 3 millones de barriles diarios representa tan sólo el 2,2 o el 3,3% de los 90 millones de barriles diarios que se consumen en el mundo, y que una bajada así, aunque brusca, es relativamente pequeña y si hay problemas para cubrirla es porque el resto de productores realmente no pueden poner ni una gota más en el mercado, porque ellos mismos están en declive productivo o próximos a hacerlo. Todo el esfuerzo de análisis se centrará en analizar la guerra, en cómo el país en cuestión es el 4º o 7º mayor productor del mundo, como si eso explicara por qué no se puede sortear el problema de suministro; nadie explicará tampoco que ese pequeño porcentaje de volumen de petróleo representa un volumen más grande y por tanto significativo de la energía neta del petróleo que llega a la sociedad, porque todo el maquillaje contable de la espuria categoría "todos los líquidos del petróleo" esconde la realidad de lo que vale y lo que no . Con la falta repentina de crudo y el esfuerzo de la guerra, la población de los países occidentales se verá obligada a medidas drásticas de reducción del consumo, pero si acaso alguien osa relacionar la escasez del preciado líquido con el peak oil, algún analista económico de guardia saldrá a decir que tal afirmación es una barbaridad, que la escasez está causada "artificialmente" y que es "temporal", que acabará "cuando acabe la guerra y vuelva la inversión", puesto que el mundo nada en petróleo y en sustitutos del mismo. Aunque al lector avisado le casará mal tal escenario de pretendida abundancia con los problemas que estará causando la falta de producción de un sólo país cuyas exportaciones, además, llevaban tiempo bajando, a la mayoría de la población tal explicación les cuadrará.
Sin embargo, el azote cruel de la guerra no sólo se llevará su lamentable y evitable peaje de vidas humanas, sino que causará que la producción del país afectado no vuelva nunca a los niveles prebélicos. Fíjense por ejemplo en el caso de Libia: al ver que los levantamientos populares no conseguían derrocar a Gadafi los países occidentales desencadenaron una corta guerra que causó una caída en picado de la producción durante el año 2011, pero como muestra esta gráfica de Flujos de Energía durante el año 2012 la producción aún no ha recuperado los niveles de antes de la guerra:
Como ven, Libia no ha recuperado nunca el nivel de producción de petróleo que tenía en 1970, aproximadamente cuando Muammar El Gadafi llegó al poder al derrocar al rey Idris. Cuando parecía que la producción volvía a remontar, la guerra con Chad primero y las represalias por el atentado de Lockerbie después, con el embargo que siguió los ataques americanos, llevaron a un nuevo retroceso y posterior estancamiento. Y cuando de nuevo la cosa parecía que iba a remontar parece que llega el peak oil de Libia (hacia el año 2008), y después la guerra. Si uno mira con más detalle lo que ha pasado en los últimos años se ve que la situación en Libia está lejos de estar estabilizada:
Hay dos razones para ello: unas sobre el suelo y otras debajo del suelo. Sobre el suelo tenemos un país en una situación convulsa, inestable, con protestas frecuentes (como las que han hecho cerrar el campo Elefante en fechas recientes) que acaban interrumpiendo parcialmente el flujo de petróleo. Pero también hay razones debajo del suelo: mantener en buenas condiciones de explotación un campo maduro no es sencillo, ya que se tiene que inyectar continuamente gas o agua a presión, y si por razón de una guerra tal flujo se interrumpe reestablecerlo no es tan sencillo, puesto que al faltar el suplemento de presión la porosidad de la roca puede disminuir, al irse colapsando lentamente por acción de la presión. Además, existen muchas instalaciones desde el pozo hasta la refinería o el almacén que requieren mantenimiento continuo y que se ven seriamente afectadas por una interrupción de la actividad durante semanas, no digamos ya si son meses. Este fenómeno se ha visto en muchos países en guerra (Irak, Irán, Siria), con convulsiones sociales (Venezuela) o que sufrieron un colapso societario (Rusia, donde el nivel de producción no ha vuelto nunca a los niveles de 1980). Es por ello que cualquier país que se vea envuelto en un conflicto a gran escala difícilmente podrá recuperar su nivel de producción de petróleo previo.
+ Podemos presionar a los productores de petróleo para que produzcan más: La actual situación con Rusia muestra hasta qué punto el mundo ha ido cambiando sin que nos diéramos cuenta. Europa amenaza con sancionar a Rusia por la ocupación de Crimea, pero en la práctica es un león con garras de terciopelo: el 26% del gas y el 40% del petróleo que consume Europa viene de Rusia, así que en realidad es más Rusia la que nos puede perjudicar que no nosotros a ella. Los americanos, por su parte, se han embarcado en un rueda de peligrosas fantasías. Por un lado, quieren exportar a Europa sus excedentes de gas de fracking (sin tener en cuenta que la burbuja tiene sus días contados y que habría reventado para cuando acabasen de construir las costosísimas instalaciones de licuefación del gas para el transporte en los también carísimos buques metaneros). Por el otro, están intentando convencer a los saudís para que inunden el mundo de petróleo a bajo precio y así hundir la economía rusa; en esencia, el mismo truco que hicieron en los 80 y que tanto ayudó al hundimiento de la Unión Soviética. Sin embargo, a diferencia de hace 30 años a Arabia Saudita ya no le queda capacidad ociosa, sólo la apariencia de tenerla, y tampoco los EE.UU. se van a convertir en el primer productor de petróleo del mundo gracias al fracking. Es decir, la capacidad real de presionar a Rusia es nula y en realidad es Rusia la que tiene la sartén por el mango, sobre todo si deciden eliminar el dólar de sus transacciones de petróleo, como ya ha acordado con China. La tremenda distancia entre el mundo en el que cree vivir la opinión pública occidental y en el que realmente vive va a dar lugar durante los próximos años a declaraciones absurdas y situaciones ridículas que serían jocosas de no ser todo tan grave y tan triste.
+ Ilusiones diversas en el mundo de los hidrocarburos: Mientras la guerra va dando sus negros zarpazos en uno u otro confín del planeta, los voceros de la abundancia en Occidente anunciarán que están a punto de llegar en nuestro auxilio nuevas fuentes de hidrocarburos. Hace 10 años eran los biocombustibles quienes tenían que salvarnos, y ya se ha visto que no va a ser así; hace 5 años la panacea eran los petróleos ultra-pesados y como bandera a escala mundial teníamos las arenas asfálticas del Canadá (seguidas de cerca por los petróleos de la Franja del Orinoco en Venezuela), pero eso también se ha visto que tiene demasiados límites como para cambiar sustancialmente la situación. Ahora se alienta el fracking como método fantástico para extraer gas en todo el mundo y petróleo ligero en algunas pocas zonas, pero cada vez es más evidente que es un recurso de muy baja rentabilidad y que en realidad no es más que una burbuja financiera a punto de explotar. Y así como el gas de fracking siempre fue ruinoso y se prepara ya para un rápido descenso, el petróleo de fracking, que aunque poco sí que llegaba a ser rentable, está comenzando ya a dar las boqueadas.
De aquí dos o tres años comenzará a ser evidente que el fracking no va a cambiar el mundo ni, muchos menos, apuntalar la fantasía de que los EE.UU. van a ser independientes energéticamente; y dentro de 5 años el fracking estará prácticamente olvidado (aunque cuando se saque el tema el experto en energía de turno dirá que se abandonó "por un exceso de regulación de los Estados", dando a entender que los Gobiernos cedieron a la histeria ecologista desinformada). Y después del fracking, ¿qué? Pues volverán los mitos recurrentes de los últimos 10-20 años: el petróleo del Ártico, las formaciones pre-sal de Brasil y de la costa africana occidental, los hidratos de gas, incluso si son osados los recursos de la Antártida... Se harán nuevas y costosas campañas para intentar demostrar la capacidad comercial de todos esos recursos, los diarios se harán eco de que ya están aquí, que casi los podemos tocar con la punta de los dedos, pero nunca llegarán a explotarse a escala significativa, pues si todos los que ya hemos enumerado son de mala rentabilidad, estos otros son directamente ruinosos ya en la fase de inversión previa. Sin embargo, los clarines de la prensa harán creer a más de uno que el "problema del petróleo" (del que cada vez más se será consciente) está a punto de resolverse.
+ El carbón: Hay quien enlaza mis artículos anunciando un revivir del sector del carbón en España, quizá sin ver que en realidad toda nuestra sociedad está amenazada por la escasez energética y que quizá para que sean energéticamente rentables esas minas de carbón en España se acaben explotando con esclavos humanos, de facto o de iure. Lo cierto es que la energía del futuro es la energía del pasado: en todo el mundo el consumo de carbón sube, sube más deprisa desde que el consumo de petróleo está estancado, y muy pronto el carbón sobrepasará al petróleo como primera fuente de energía primaria a escala mundial (si no le ha sobrepasado ya). El problema con el carbón es que también se espera que llegue a su cenit en no muchos años más; por ejemplo, de acuerdo con la previsión del Energy Watch Group se espera que su máximo (en energía producida) se toque hacia 2020:
Cabe destacar que, debido a las características geológicas del carbón (puede ser extraído prácticamente a mano si así se requiere, al contrario que el petróleo y el gas), es posible que se pueda retrasar ligeramente su pico y alargar la meseta productiva (en la línea de lo que ya muestra la gráfica arriba). Lo cual no son necesariamente buenas noticias desde el punto de vista de la carga humana que tendrá que soportar esa sociedad basada en la extracción del último carbón, rentable sólo en penosas condiciones de explotación. En todo caso, y aún en las mejores condiciones de explotación, el carbón no nos va a permitir volver a los ritmos crecientes del pasado; es sólo un tiempo de descuento, un "viejo amigo fiel" que nos puede ayudar un tiempo si somos capaces de aprovecharlo (aunque dado su impacto ambiental cabría preguntarse si realmente queremos su ayuda). Para cuando la escasez de petróleo sea flagrante, los medios de comunicación nos contarán que científicos locales han descubierto un método novedoso y ultra eficiente para convertir el carbón en "petróleo" (eso dirán), "con mejor octanaje" (en referencia a las gasolinas que de él se deriven) y que las reservas locales (por ejemplo, en el caso de España) permitirán asegurar el suministro del país durante al menos 200 años. En realidad el descubrimiento será una pequeña mejora del centenario proceso de Fischer-Tropsch, conocido y usado desde hace mucho, y la exageración provendrá, como siempre, de confundir reservas (lo que se puede sacar del suelo) con producción (a qué velocidad sale). En la práctica la sociedad española y otras en semejante situación tendrá que aprender a pasar con menos hidrocarburos líquidos, que se reservarán para servicios críticos, mientras que el carbón para quemar en las calderas de calefacción será un lujo no al alcance de cualquiera.
+ Hay escasez porque se quiere, tenemos energía renovable para dar y regalar: Este tema se ha tratado in extenso en este blog. La energía renovable es sin duda la que nos quedará en el futuro a largo plazo, pero no puede cubrir ni de lejos el agujero tan tremendo que está dejando tras de sí el petróleo y dejarán en algunos años más el gas y el carbón. Las renovables tienen muchos límites, tanto los asociados a las necesidades de capital, de materiales, de ubicaciones para paneles fotovoltaicos y aerogeneradores, y tienen también limitaciones a su potencial máximo (tanto la eólica como la fotovoltaica - de ésta última aún me falta por escribir el ensayo correspondiente y por eso no está enlazado). Por otro lado la TRE de la fotovoltaica es baja y en general se plantea la duda de si la TRE sería demasiado baja sin combustibles fósiles; si, en suma, los actuales sistemas de generación renovable no son más que meras extensiones de los combustibles fósiles. Además, viendo cómo evoluciona el consumo de energía eléctrica y entendiendo por qué pasa eso se comprende que el actual modelo de implantación de centrales renovables no va a resolver la crisis energética (en parte porque se está planteando el problema equivocado).
No obstante todo lo enumerado aquí arriba, aún durante demasiado tiempo se insistirá desde ciertos sectores que este modelo de inversión en energía renovable es el camino correcto, la buena dirección. Se crearán facciones en el debate público propagado y espoleado por los medios de comunicación: por un lado los defensores de los nuevos yacimientos fantasiosos mencionados aquí arriba o de alguna otro tecno-fantasía relacionada con la energía nuclear (ya sea la más que improbable fusión o los reactores de IV Generación con los que se experimenta desde hace 70 años); por el otro, los defensores de este modelo de generación renovable. La opinión pública estará convencida que ésas son todas las alternativas disponibles y asistirá al debate esperando a que al final alguien gane, a que una solución a nuestros graves problemas se imponga. Por supuesto tal cosa no pasará nunca y cada vez estaremos más hundidos económicamente, pero distraídos creyendo que nuestra salvación radica en ese falso e inmóvil debate.
+ La clave es la superpoblación: Este tema sale algunas veces en el blog, y no es uno sencillo de abordar. Obviamente, somos muchos en el planeta y, como alguna vez se ha comentado, el número de hectáreas cultivables por habitante es de sólo 0,16, es decir, 1.600 metros cuadrados, un cuadrado de 40 metros por 40 metros. Está en el límite de la capacidad de carga de un ser humano, y eso con un suministro de energía fósil enorme. Es por tanto obvio que si no se toman medidas correctoras se tomarán automáticamente las que ejecuta la Naturaleza en este tipo de situaciones: hambre, epidemias, guerra y muerte.
Un problema tan crítico y tan delicado, que requeriría una gestión integral (de modo que aprovechásemos los recursos no renovables restantes para adaptarnos suavemente a la capacidad poblacional sostenible del planeta durante las próximas décadas) no va a ser en absoluto abordado de esa manera, y así los medios de comunicación tenderán a hacer un discurso cada vez más simplista y cada vez más xenófobo y de trazos gruesos. En un determinado momento la base social comúnmente aceptada probablemente será que lo nuestro es nuestro y que hay que echar a los de fuera, que vienen a aprovecharse de lo nuestro (ignorando quiénes somos y de dónde venimos). Como es un discurso simplista y ramplón pero fácilmente popular por populista, y viendo cómo está evolucionando Europa a ese respecto, mis esperanzas de que se imponga un mínimo de racionalidad, si son bajas respecto al resto de cuestiones, respecto a ésta son nulas.
+ Los problemas con el cambio climático: Otro frente de negación y confusión es el relacionado con el cambio climático. Hace un año publiqué aquí un artículo titulado "Un año sin verano", del cual se han burlado repetidas veces en diversos foros de internet con el curioso argumento de "¿Ves? Este tío se equivocó: sí que hubo verano". Quien dice eso demuestra, una vez más, que lo único que leyó del artículo fue el título. Para nuestra desgracia, el problema que se describía en aquel post (la inestabilización del chorro polar, que es cada vez menos zonal y más meridonal) persiste, con consecuencias inciertas para nuestro futuro.
Los episodios de oleadas sucesivas de frentes de fuertes lluvias en el Atlántico Norte, el estacionamiento del Vórtice Polar en la zona oriental de los EE.UU. y las sequías en la zona occidental están fuertemente relacionados con el problema del Jet Stream, y aún así se persiste en intentar desdeñar los problemas como cosas que caen dentro de una más o menos pretendida "normalidad". En ese sentido, es llamativo ver con frecuencia en los medios de comunicación cómo gente con conocimientos de meteorología hacen de menos las tendencias actuales y por ejemplo explican que en 1962 la mínima de temperatura de Junio en Cuenca fue inferior a la observada en 2013 o que en 1958 hubo mayores marejadas en Santander, y sin embargo no son capaces de entender que nunca se había visto fenómenos de tal amplitud en todos esos puntos al mismo tiempo (es lo que en estadística se llama comparativa de estadísticas marginales frente a la comparativa de estadísticas conjuntas). Cuando se insiste una y otra vez que para descifrar tendencias estadísticamente significativas hace falta ver la evolución del patrón climático durante décadas, lo cual es cierto cuando se habla de las marginales, también se desdeña que un patrón conjunto de muchos puntos al mismo tiempo tiene mucha mayor significación estadística que una serie larga de un sólo punto (por razón de una propiedad básica en Física Estadística: la ergodicidad). No obstante, se intenta tranquilizar a la población incluso en presencia de fenómenos significativamente anómalos, y lo cierto es que aún lo consiguen: hace poco me contaban en Gijón como una anciana que llegaba a su casa en medio de una terrible marejada que inundaba su calle se encontró con un asistente a una de mis charlas, y ella misma le dijo que nunca en su vida había visto cosa semejante; cuando él le comentó que posiblemente fuera una consecuencia del cambio climático ella le contestó: "Bueno, eso yo ya no lo veré". Y en cierto modo es cierto, porque lo tiene delante pero no lo ve.
Al final, parece un poco extraña la insistencia en usar plantillas del pasado para intentar describir el comportamiento del clima en el presente y futuro si uno entiende que en realidad este clima está cambiando. Básicamente, podríamos decir que una parte de los meteorólogos de manera implícita no cree en la validez del cambio climático, puesto que insisten en creer que el futuro es una réplica del pasado.
El problema más serio a corto plazo con la desestabilización climática es su efecto sobre la producción de alimentos y las posibles guerras que se puedan desencadenar por su causa (las Guerras del Hambre). A pesar de ello, todos estos asuntos se taparán con ilusiones tecnológicas de remedios técnicos para combatir una fuerza que supera en órdenes de magnitud la capacidad industrial del Hombre, y con apelaciones al consumo responsable y el ahorro que en realidad ocultan la necesidad de consumir menos por la menor disponibilidad que poco a poco habrá de todo. Lo que pueda acabar pasando con el Cambio Climático es imposible de saber con certeza ahora mismo, aunque los escenarios de futuro, si no se hace nada en absoluto, pueden ser próximos a un cuento de terror.
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Y aquí acabo mi catálogo no exhaustivo de excusas para la próxima década. Al final, todas las excusas tienen un mismo punto en común: la oposición férrea a cambiar el sistema económico por uno verdaderamente sostenible y la necesidad de mantener a ultranza el BAU cueste lo que cueste, engañando a la gente por los medios que sea con tal de conseguirlo. Es herejía cuestionar las bases de nuestro sistema económico y por eso se va a retorcer la realidad tanto como sea necesario para mantener la ilusión el máximo tiempo posible, aunque sólo sea unos segundos más y aunque eso nos deje peor preparados para lo que suceda a la caída del capitalismo.
A pesar de todo lo expuesto, se observan últimamente algunas grietas en la complacencia oficial. Hace poco el Banco de Inglaterra hacía público un sorprendente artículo de investigación que tira por tierra las ideas convencionales sobre la creación del dinero, con graves consecuencias sobre lo que significa nuestro sistema monetario. Un estudio científico financiado por la NASA, por un lado, y un informe la ONU, por el otro, alertan de un más que probable colapso de la sociedad. Incluso por el lado de la economía más tradicional, hace unos días se publicaba en la Carta de la Bolsa un artículo en el que un economista bastante convencional convenía, sobre bases completamente racionales, que la escasez de recursos es un serio problema y que cambiará nuestro mundo. ¿Será todo eso suficiente? ¿Estamos a tiempo de parar la barbarie?