Llevamos siendo testigos de la caída de los precios de la vivienda durante más de cinco años. La crisis llegó al mercado de la vivienda en forma de descuentos. Se habla de un retroceso de casi una década en el valor del metro cuadrado, aunque todo depende de la zona de interés. Para ser propietario hoy hace falta menos dinero, pero sigue haciendo falta una cantidad importante de la que la mayoría no puede disponer a no ser que una entidad financie la operación.

He aquí el gran problema. Mientras que los precios de los inmuebles dicen que sí, las hipotecas dicen que no. La reticencia de los bancos a la hora de conceder préstamos es un jarro de agua fría para los potenciales compradores. De hecho, en nuestro país ya se venden más casas al contado que por medio de hipoteca, lo que es una muestra clara de los cambios que está sufriendo la compraventa tradicional. Además, los que tienen capacidad para comprar a tocateja son, sobre todo, extranjeros e inversores, no el ciudadano medio.

La nueva realidad inmobiliaria no deja de resultar contradictoria. En un momento en el que el precio de los pisos es más atractivo que nunca, su adquisición queda limitada casi en exclusiva a compradores con ahorro. Si nos remontamos a la época de bonanza, la situación era completamente diferente, dado que la vivienda tocaba techo en lo que respecta a los precios, pero las hipotecas se concedían con una facilidad pasmosa.

¿Cuál es la mejor situación? ¿La de antes o la de ahora? En www.pisos.com consideramos que ni la una ni la otra. Siguiendo la recomendación aristotlética de buscar el punto medio para encontrar la virtud, el mercado debe limar ambos indicadores para hallar el equilibrio deseado y que el sector crezca de un modo natural, alejado de las situaciones extremas.