"El mercado de valores de Estados Unidos, el mercado más emblemático en el capitalismo global, está amañado". Estas incendiarias declaraciones del periodista financiero Michael Lewis en una entrevista durante la emisión del programa "60 minutos" de la CBS del pasado domingo, han llenado páginas y páginas de los más importantes medios financieros y horas de debate en los espacios de televisión más reputados.
Sus declaraciones fueron una inteligente, si hiperbólica, forma para describir el tema de su importante nuevo libro, "Flash Boys", una lectura que hará enervarte sobre la manera abusiva que funciona el comercio de alta frecuencia (HFT).
La narrativa bien elaborada de Lewis destaca un sistema perverso mediante el cual Wall Street ha permitido que ciertos inversores profesionales que pagan cientos de millones de dólares al año para ubicar sus servidores cerca de las bolsas de valores puedan hacer operaciones milisegundos antes que todos los demás.
En algunos casos, los inversores súper rápidos son capaces de extraer información crucial del flujo de datos de trading que desemboca en sus sistemas, que les permite ver que acciones están a punto de comprar otros inversores antes de que sean capaces de completar sus órdenes.
Sólo hay un problema con el cuento de Lewis: Él se reserva el nombre de los villanos reales. Apunta sobre todo a los hedge funds y los bancos de inversión que participan en la negociación de alta frecuencia.
Pero el señor Lewis aparentemente pasa por alto los verdaderos culpables de alta alcurnia: las grandes bolsas de valores, las cuales están permitiendo - y se benefician generosamente - proporcionando acceso extra-rápido a determinados inversores.
Aunque los grandes bancos de Wall Street han inventado la negociación de alta velocidad, se ha alcanzado un uso generalizado, ya que ha sido alentado por mercados de valores como la Bolsa de Valores de Nueva York, Nasdaq y Bats, el mercado electrónico que fue un pionero en este campo. Estos intercambios no sólo permiten pasivamente que ciertos inversores se conecten a sus sistemas. Han creado sistemas y niveles de precios específicos para operaciones de alta velocidad. Están cobrando tasas más altas para las velocidades más rápidas y más datos para clientes selectos. Cuanto más se paga, más rápido es el trading.
Ese es el verdadero problema: Las empresas de los mercados financieros tienen un incentivo financiero para crear un campo de juego desigual.
Esto no quiere decir que los hedge funds de alta frecuencia y los bancos no sean cómplices: sí lo son. Y algunos pueden estar haciendo más que simplemente tomar una ventaja de las reglas. Eric Schneiderman, fiscal general de Nueva York, ha iniciado recientemente una investigación sobre la negociación de alta frecuencia. "Hay algunas cosas aquí que pueden ser ilegales", dijo. “Hay algunas cosas que pueden ahora ser legales que deberían ser ilegales o que los mercados tienen que cambiar".
Si - y espero que cuando - las reglas cambien, las nuevas exigencias tendrán que ser realizadas por las bolsas de valores, no por los inversores. Y esas nuevas reglas podrían obligar a los mercados a apagar o modificar el carril especial de tráfico que han creado para los operadores de alta frecuencia.
Igual de importante, es probable que los mercados de intercambios de activos tengan que encontrar una manera de construir badenes en el sistema para que todos los inversores puedan negociar al mismo tiempo, no importa el supercable de fibra óptica que se construya para obtener una ventaja. Eso sería muy similar al sistema desarrollado para frenar este tipo de trading de Brad Katsuyama, que ha construido un mercado electrónico alternativo llamado IEX.
Por supuesto, mientras que Lewis expone un caso en blanco y negro y en contra de la negociación de alta velocidad, la regulación correcta es complicada, dice Andrew Sorkin en The New York Times.
Lewis lo hizo parecer simple: "Los insiders son capaces de moverse más rápido que tú. Son capaces de ver su orden y jugar contra otras órdenes de maneras que usted no entiende. Son capaces de anticiparse a su orden”.
“El problema al que tienen que enfrentarse los reguladores a la hora de legislar nuevas normas es que el problema de la negociación de alta frecuencia no es una simple historia de David contra Goliat. No es el pequeño inversor neófito en contra del sofisticado trader de alta frecuencia.
La mayoría del dinero que ganan los traders de alta frecuencia viene de la competencia con otras grandes instituciones. Lewis argumenta que los traders de alta frecuencia, con sus injustas ventajas, están poniendo en peligro los fondos de pensiones de los inversores minoristas. Esto puede ser verdad, pero sólo en parte: ¿De dónde crees que viene el dinero que reciben las empresas de trading de alta frecuencia para que inviertan? De los fondos de pensiones. Así, el juego se complica rápidamente.
Las bolsas de valores que fomentan a los traders de alta frecuencia a menudo defienden esta práctica diciendo que ese comercio agrega liquidez al mercado y reduce los precios que pagan todos los inversores. Hasta cierto punto, este argumento es correcto. Las comisiones que pagan los inversores se han reducido notablemente en los últimos decenios. Los defensores dicen que el mercado siempre ha incluido algún tipo de intermediario que ha ganado su comisión de cada orden. Los traders de alta frecuencia sólo hacen esto de manera más eficiente.
Por extraño que parezca, Goldman Sachs , uno de los primeros operadores de alta frecuencia, se ha pronunciado a favor de las nuevas reglas para hacer que el sistema sea más justo y más estable. Sin embargo, si la empresa se tomara en serio su posición, debería considerar abandonar a algunos de sus clientes o presionarlos para que cambien sus maneras de actuar: Goldman es un suscriptor de la oferta pública de venta de Virtu Financial, que se especializa en el comercio de alta frecuencia.
Luego, está la cuestión de la responsabilidad de la Comisión de Bolsa y Valores. Hasta hace poco, la agencia no sólo ha mirado para otro lado sobre los "chanchullos" de la alta velocidad, sino que los ha alentado activamente. En los últimos meses, la S.E.C. por fin ha comenzado a considerar si se deben cambiar las reglas.
Lewis está poniendo un foco en un tema que, si se corrige, se espera ayude a los mercados para que se vuelvan un poco más justos (todavía quedan una serie de problemas que todavía lo hacen "amañado"). Pero es importante que los reguladores se enfrente a los verdaderos culpables, no sólo a los blancos más fáciles.”
Fuentes: Andrew Sorkin - The New York Times