El scalping, también conocido como quick trading, es una variante del day-trading, es decir, una forma de operar a muy corto plazo. El objetivo es obtener ganancias reducidas en operaciones de un breve periodo de tiempo. Y es que los traders que utilizan esta estrategia utilizan velas de 5, 10 o 15 minutos y, aunque menos fiables, de 1 o 2 minutos. A veces, incluso, se realizan operaciones en cuestión de segundos. En este corto espacio de tiempo la compra y venta de un activo en Bolsa debe quedar cerrada. Esta dinámica es propicia para que los traders realicen muchas operaciones a lo largo del día.
Modo de operar
Para obtener rentabilidad con el scalping es necesario operar de una forma metódica, realizando un buen ajuste del stop-loss en cada operación. Además, al tratarse de una técnica de alto riesgo, exige tener amplios conocimientos del mercado y contar con un apoyo tecnológico de gran nivel. Del mismo modo, debido al corto intervalo de tiempo en el que se realiza, se requiere gran rapidez de actuación de análisis y de toma de decisiones, así como que los sistemas y herramientas de las que se vale sean lo más rápidas posible.
Por todo, se trata de una estrategia no muy utilizada entre los traders conservadores.
En cuanto a los mejores momentos para operar, estos son la apertura, a media y justo antes del cierre.
¿Y con respecto a los activos? Los idóneos para aplicar esta estrategia son los de máxima liquidez: acciones, divisas o índices cuyo volumen de negocio sea alto y esté más que garantizado.
Factores relevantes para el scalping
Hay que diferenciar entre las características del mercado o producto y las condiciones de acceso al mercado para determinar la posibilidad de una operativa de scalping. Así, entre las primeras destacan:
- Nivel de liquidez: Cuanto mayor sea, mayores oportunidades de abrir y cerrar operaciones sin tener problemas de ejecución.
- Nivel de volatilidad: Un mercado muy volátil dificulta la operativa al ser más difícil encontrar el momento oportuno para entrar.