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Cómo ser codicioso cuando los demás están temerosos

por Carlos Montero Hace 10 años
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Es justo decir que la mayoría de los inversores de hoy entienden que la economía global atraviesa ciclos de auge y de caída. Hemos hablado extensamente sobre las posibilidades de que nos encontremos formando una nueva burbuja al calor de las inyecciones de liquidez de los bancos centrales. Pero, ¿cómo podemos mantenernos fríos cuando el mercado está que arde y reducir el espacio entre la percepción y la realidad con el fin de invertir racionalmente? ¿Cómo te mantienes fuera del ciclo en el que todo el mundo parece estar atrapado?

Una respuesta se encuentra en las grandes figuras financieras del pasado que vivieron también muchos ciclos de auge y crisis similares, y prosperaron a pesar de todo. Alguien como John D. Rockefeller (vía Ryan Holiday, Outside The Box).

“Rockefeller apenas había comenzado su carrera como contable e inversor en Cleveland, Ohio, cuando estalló el Pánico de 1857, una masiva crisis financiera nacional que se originó en Ohio y que sufrió Cleveland con especial dureza. Justo cuando estaba comenzando, le llegó la mayor depresión del mercado de la historia.

Pero a pesar de ser un jovencito, Rockefeller tuvo sangre fría: una frialdad imperturbable bajo presión. Mantuvo la cabeza mientras todos los demás perdieron la suya. En lugar de lamentarse por la crisis económica,  mantuvo en lugar seguro su dinero mientras veía como los demás se equivocaban. Vio las debilidades de la economía que nadie más vio.

Esta intensa auto-disciplina y objetividad permitió a Rockefeller sacar ventaja obstáculo tras obstáculo (Guerra Civil, y los pánicos financieros de 1873, 1907 y 1929). Como dijo una vez: Buscaba la oportunidad en los momentos de crisis.

Tras los 20 años desde la crisis de 1857, Rockefeller controlaba el 90% del mercado del petróleo. Sus competidores codiciosos habían perecido. Sus colegas nerviosos habían vendido sus acciones y dejaron el negocio.

Rockefeller hizo gran parte de su fortuna durante las fluctuaciones del mercado, porque tuvo visión en esos momentos, mientras otros estaban cegados. Esa visión vive en la actualidad en el famoso adagio de Warren Buffett "sé temeroso cuando los demás sean codiciosos y codicioso cuando los demás sean temerosos".

Rockefeller uso ese lema para hacerse rico. Cuando tenía 25 años, un grupo de inversores le ofreció invertir alrededor de 500.000 dólares a su discreción, si podía encontrar los pozos de petróleo adecuados. Agradecido por la oportunidad, Rockefeller se dispuso a recorrer los campos petroleros cercanos. Unos días más tarde, sorprendió a sus inversores al regresar a Cleveland con las manos vacías, sin haber gastado o invertido un dólar de los fondos. No veía ninguna oportunidad en eses momento, no importándole lo emocionados que estaban el resto de inversores. Así, devolvió el dinero y se alejó de las inversiones de perforación.

Al final de su vida, Rockefeller dijo, " Oh, bienaventurados los jóvenes que tienen que luchar contra las dificultades al comienzo de la vida. Nunca dejaré de estar agradecido por los tres años y medio de aprendizaje y las dificultades que tuve que superar, a lo largo del camino".

Pero Rockefeller no nació así. Fue una conducta aprendida. Sus estrategias fueron moldeadas por el mercado - en los malos mercados específicamente. Y Rockefeller tuvo su lección de disciplina en la crisis de 1857.

La vida de Rockefeller es algo más que una analogía. Vivimos otra edad dorada. En menos de una década, hemos experimentado dos grandes burbujas económicas, sectores enteros se derrumbaron y empeoró la vida de muchos ciudadanos. La injusticia abunda. Las crisis financieras, los disturbios civiles, la adversidad. Pero las apariencias engañan a menudo y no nos dejan ver la realidad.

Podemos aprender a percibir las cosas de manera diferente, apartándonos de las ilusiones que los demás creen o temen. Podemos dejar de ver los "problemas" en frente de nosotros como problemas. Podemos aprender a ver las cosas simplemente como son.

La disciplina permite ver claramente las ventajas en los momentos de crisis y poder así actuar de manera apropiada en cada situación: sin pánico o miedo. Rockefeller lo comprendió y se quitó los grilletes de las percepciones destructivas. Perfeccionó la capacidad de controlar y entender esas señales. La mayoría de la gente no puede acceder a esa parte de sí mismos.

Podemos ver el desastre racionalmente. O más bien, como Rockefeller, podemos ver la oportunidad en cada desastre y transformar esa situación negativa en un proceso educativo. Todo lo que sucede - ya sea una crisis económica o una tragedia personal - es una oportunidad para avanzar.

Así es como se ve la oportunidad en el obstáculo. Esto no sucede por sí solo. Es un proceso que requiere auto-disciplina y lógica. Usted debe darse cuenta: No debemos actuar con el sentimiento y sí con racionalmente y con frialdad, tal y como hizo Rockefeller. Al igual que él, debemos poner en práctica este tipo de auto-disciplina con nuestras propias inversiones.”

 

Fuentes:   Ryan Holiday


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