Cuando les relataba la primera parte de estos treinta años de Bolsa he sido consciente de que es imposible condensarlos en unos folios. He tenido que hacer numerosas omisiones y aún resta casi todo por contar, así que por el momento voy a renunciar a ello y me centraré en lo que era mi verdadero propósito cuando decidí celebrar este treinta aniversario, aportar unas pinceladas de mi experiencia para que puedan utilizarlas en sus inversiones. Seré conciso y propondré sólo unas cuantas reflexiones.
- Conózcase a sí mismo, no se engañe.
No hay dos personas iguales, luego no hay dos inversores iguales. Cada cual tiene un umbral de sensibilidad distinto, hay quien se desborda con una pequeña parte del patrimonio invertido y quien se siente cómodo incluso apalancado. Si empieza notar intranquilidad vaya rebajando su exposición y encuentre el punto donde se sienta en equilibrio.
- El peor enemigo de un inversor es él mismo.
No invierta hasta que tenga el escenario claro, espere todo el tiempo que haga falta y cuando llegue el momento actúe con confianza y entusiasmo. Vigile que el rumbo y el timing se desarrollan según lo que espera y si es así manténgalo hasta llegar a la meta. Acepte que puede estar equivocado y tenga la mente abierta, si llegan las evidencias de que el planteamiento es erróneo deshaga su posición y comience el proceso de nuevo, pero no se precipite, es habitual que el mercado se dirija hacia el punto previsto pero dando rodeos inesperados. Cuando haga los planteamientos generales déjese llevar por lo que siente pero cuando vaya actuar hágalo fría y reflexivamente. No actúe por impulsos emocionales momentáneos.
- Ahorre energía y mantenga una actitud positiva.
No emplee más tiempo del imprescindible en seguir las cotizaciones e informarse. No dramatice ni se deje llevar por la euforia. No caiga en pensamientos repetitivos y desconecte en cuanto haya llegado a las conclusiones oportunas.
- Adelántese, vaya un paso más allá.
Todo cuanto pueda conocer de una situación presente ya está reflejado en el precio. Imagine, sienta lo que va a venir, eso será el precio de mañana.
- No existe la fórmula mágica.
Hay muchas herramientas que le pueden ayudar a confeccionar sus planteamientos pero todas tienen limitaciones. Ser un experto en economía, conocer los entresijos de las empresas, destripar balances, estar muy bien informado, dominar los gráficos, conocer los ciclos, manejar algoritmos, poseer sofisticados programas informáticos, todo es útil pero nada ni nadie puede garantizarle el futuro, si fuera así la Bolsa no existiría. Siempre habrá alguien más preparado, con más recursos, con mejores circunstancias pero lo esencial es mantener una visión global, dominar las emociones, utilizar el sentido común y añadirle una pizca de imaginación, la realidad siempre va un poco más allá de lo que sería lógico.
- No se emborrache de actividad.
Tanto en una mala racha como en una buena se tiende a operar más de lo necesario, en el primer caso por enderezar la situación cuanto antes, en el segundo por exceso de confianza. Le pesarán las comisiones y perderá la perspectiva. Olvídese del pasado y actúe siempre como si fuera la primera vez.
- Cuídese del gran error.
Toda una trayectoria de éxito puede evaporarse por un gran error, la historia está repleta de ejemplos. No arriesgue a una sola carta por muy evidente que resulte ni se empecine en una idea que demuestra ser equivocada.
- Piense a lo grande.
No persiga pequeños beneficios, invierta sólo cuando pueda intuir grandes recorridos y esté abierto a que quizá puedan ser más grandes de lo que había imaginado.
- No crea que los demás saben lo que hacen.
En toda circunstancia escuchará opiniones diversas cuando no contrarias, tenga la suya propia y no la abandone si no coincide con la de los expertos. No busque consejos sin cesar, acabará perdido, si quiere seguir alguno procure que no provenga tanto de alguien que haya conseguido aciertos espectaculares como de alguien que no haya cometido graves errores.
- No siga modas.
Cuando algo se hace moda es porque ya está maduro. Busque opciones nuevas, sea pionero, si una moda se hace manía salte inmediatamente del mercado.
- Huya del consenso.
Aquello en lo que todos están de acuerdo no vale nada en Bolsa, si la opinión se acerca a la unanimidad haga lo contrario.
- No confunda trading con inversión.
El desarrollo informático y la filosofía del apalancamiento como método para prosperar con mayor rapidez han puesto de moda el trading en los últimos años. Trading e inversión se asemejan como fútbol y rugby, hay un balón, un terreno de juego y dos equipos, por lo demás sus reglas no se parecen en nada. El trading merece reflexiones propias y extensas que no son posibles aquí, pero debe saber que cuando se invierte en derivados muy apalancado se corre el riesgo de cometer lo que he denominado el gran error. Una o varias operaciones desafortunadas en estas condiciones ha puesto punto final a la trayectoria de muchos especuladores. Puede alcanzarse el éxito en el trading pero requiere especialización y una estrategia muy bien estructurada. Si interviene en estos mercados debe ser consciente de que el dinero que desembolsa y el que realmente invierte son muy distintos, valore adecuadamente los riesgos y proporciones. No se tome nunca una posición de trading a la ligera, la racionalidad se pierde con mucha facilidad en cuanto no evoluciona favorablemente.
- Conozca como actúan las manos fuertes.
Quien tiene poder para manejar una situación en favor de sus intereses lo hace. Es ingenuo pensar que un mercado donde la mercancía es el dinero y se disputan los más grandes negocios no hay manipulación. Los más importantes actores del ámbito financiero no adivinan las tendencias las crean, su poder, recursos e influencias son inimaginables. Su objetivo son las grandes masas de inversores, no moverán sus redes para capturar unos cuantos ejemplares pero acudirán sin falta donde se encuentren en gran cantidad. La única ventaja que tiene sobre ellos es la movilidad, ellos no pueden maniobrar tan rápido como usted. Cuando vea muchos inversores acudiendo al mismo lugar, no los pierda de vista y a la mínima señal aléjese.
- Deje que el tiempo sea su socio.
Para que una inversión de su fruto necesita tiempo. No recoja una cosecha cuando esté brotando, pero tampoco la deje hasta el punto máximo de maduración.
- No se empeñe en buscar máximos y mínimos.
Encontrar los extremos de un mercado es muy complicado y la mayor parte de las veces contraproducente, aunque lo consiga se desgastará psicológicamente mientras el giro va tomando fuerza. Es mejor sumarse a una tendencia cuando arranca y acompañarla en la parte amplia y veloz del recorrido. De igual forma abandónela cuando se ralentice sin esperar la llegada al final, puede ser que emplee mucho tiempo innecesario en su último tramo y el riesgo aumenta.
- El efecto multiplicador.
Aplicando la estrategia adecuada el volumen patrimonial crece de forma constante y cada vez obtendrá mayores rendimientos con la misma actuación. Si no se cometen graves errores el resultado será sorprendente con el tiempo. A pesar de ello es improbable que no se den traspiés, lo esencial es reconocerlos a tiempo y atajarlos sin gran detrimento.
- Si no sabe que hacer espere, no persiga fantasmas.
Los mercados tienen fases vibrantes y aburridas. No hace falta estar siempre invertido. Si no ve oportunidades no las invente. Cuando lleguen de verdad lo notará, hasta entonces descanse y recupere energías. La mente le incitará constantemente a ver oportunidades donde no las hay, aguarde hasta que esté convencido. Llegan regularmente, no las persiga. Esa que acaba de escaparse es una más.
- Las oportunidades no se buscan, vienen.
No busque, no tenga ideas preconcebidas, observe la realidad sin enjuiciarla, tarde o temprano los precios de algunos activos llegarán a un punto que nunca hubiera imaginado. Se sentirá asombrado y dudará. Espere un poco más, estudie los pros y contras, si después de haberlo reposado y meditado aparecen las señales de giro y es capaz de creer en un buen recorrido, actúe sin miedo y sin dejarse contagiar por el ambiente ni las noticias.
- Invertir es un juego, disfrútelo.
No convierta el dinero en su meta, no se obsesione con el éxito, relativice, ríase de sí mismo si es necesario, disfrute de lo que hace, intente tener una vida plena y enriquézcala con sus inversiones, pero no sacrifique las cosas esenciales, las que no pueden comprarse. Las mejores ideas llegan cuando se está descansado, sereno y lejos de los mercados, observando una noche estrellada, sentado en un risco, mirando el paisaje tras la ventanilla de un tren.
El verdadero patrimonio es el tiempo del que disponemos para desarrollar la experiencia vital, llegar al final con los bolsillos llenos no le servirá de mucho, sólo para comprobar que se puede ser pobre teniendo mucho dinero.