La palabra relativizar significa literalmente conceder a algo un valor o importancia menor. Así de sencillo a la vez que difícil de llevar a la práctica. La teoría la conocemos todos, pero si no somos capaces de trasladarla a la práctica, todo habrá quedado en bonitas palabras e intenciones, pero nada más que eso.
Cuando hablamos de relativizar un problema, se puede aplicar a cualquier ámbito de la vida (personal, profesional, emocional), pero quiero centrarme en uno concreto que afecta y bastante a los traders y a los inversores en los mercados financieros: cómo afrontar una operación negativa en la que se pierde dinero.
Todo inversor sabe lo que es perder dinero en una operación, y en ocasiones bastante. Hay muchas maneras de reaccionar pero solo una es la efectiva para afrontarlo. Unos reaccionan con mucho genio e incluso agresividad (mal humor que terminan pagando los que le rodean como la familia, amigos y seres queridos), otros se sumergen en un estado depresivo y negativo que les va consumiendo la poca seguridad y entusiasmo que les quedaba en el cuerpo, y finalmente están aquellos a los que parece que les da igual, como si no hubiese pasado nada y en vez de reflexionar y aprender de los errores, resetean y olvidan demasiado rápido.
Cuando tenemos una operación con pérdidas, en primer lugar lo que hay que hacer es relativizar el problema, porque no se acaba el mundo, porque mañana saldrá de nuevo el sol y será un nuevo día, veremos a nuestra familia y amigos, los mercados volverán a abrir, los libros, las películas y la música permanecerán donde estaban. En definitiva, no pasa nada, es solo dinero lo que hemos perdido, no es un ser querido el que se ha ido de nuestro lado, es recuperable y reconducible la situación. Recuerden siempre que el 90% en la vida es actitud.
En segundo lugar, una vez que hemos relativizado el problema, es el momento de analizar de manera objetiva por qué hemos perdido. Hoy es mañana, de manera que no demoren las cosas, hay que hacerlo ya. Partan de la premisa de que el mercado es soberano y siempre lleva la razón, jamás se equivoca, solo se equivoca el inversor, de manera que sean humildes y reconozcan sus errores.
Esto es importante porque el ser humano tiende a ser prepotente por naturaleza, cuando el mercado va en dirección contraria a la posición abierta y termina en pérdidas, el inversor suele decir cosas como: “el mercado está manipulado, es que han ido a por mí, es que lo sabía, qué mala suerte”. ¿Por qué no dejan de pensar que son el ombligo del mundo? Si la operación ha salido mal es única y exclusivamente por culpa del inversor, bien por ser incompetente, o inexperto o bien prepotente e insensato.
Así pues, analizar de manera objetiva las causas de las pérdidas consiste en ver qué hemos hecho mal y por qué, si nos hemos saltado la disciplina (por impaciencia, avaricia, miedo), si nos ha fallado la psicología y frialdad, si hemos entrado sin un motivo técnico o macro de peso, si no nos dimos cuenta de que se iban a publicar unos datos importantes, si nuestro apalancamiento era excesivo.
Hasta ahora hemos visto las dos fases que hay que llevar a cabo tras una mala operación, en primer lugar relativizar el problema y en segundo lugar analizar objetivamente las causas de ello. Pero de nada sirve todo esto si la próxima vez volveremos a cometer los mismos errores. Puedo ser responsable de cometer un error, pero si lo vuelvo a cometer, además de ser responsable de nuevo seré también culpable.
Recuerden tres principios sagrados: la perseverancia es más importante que el talento y el genio. No teman al fracaso, sino a la certeza de la frustración. La sobreexpectación suele acabar en decepción.