La inflación en Europa acumula seis meses consecutivos por debajo del 1% y por tanto alejado del 2% que es el objetivo del BCE. Entrar en una vorágine de caída de precios tiene una serie de consecuencias negativas, tales como lastrar las exportaciones, reducción de los salarios, reducción de los costes de producción, ralentización del consumo, menor competitividad de las empresas.
Los diferentes Bancos Centrales llevaron a cabo sus propias estrategias. El Banco de Japón comprar activos (1,2 billones de euros) hasta finales del 2014 para crear inflación cercana al 2% y favorecer el crecimiento. La FED de Estados Unidos inyectando dinero al sistema mediante la compra de activos (62.000 millones de euros mensuales). El BCE subastó en el 2012 un billón de euros para inyectar capital en la economía.
Una de las cuestiones que más se discute ante la proximidad de la reunión del BCE en junio es si el BCE se decantará también por comprar activos, por realizar un programa QE como hizo Japón, Estados Unidos y Reino Unido. Es decir, si un QE es una solución acertada de cara a debilitar el euro.
Como ya comenté en mi artículo en EXPANSIÓN de esta semana (pinchar aquí para leerlo) tener un euro tan fuerte frente al resto de divisas es un problema, ya que al tener la eurozona una demanda interna floja, las exportaciones adquieren una importancia mayor de lo habitual, pero con la divisa comunitaria tan fuerte es difícil que las exportaciones crezcan. Por tanto, un euro en los niveles actuales lastra la recuperación económica de la UE y penaliza a los países miembros.
Pues bien, retomando el tema, ¿un QE es la mejor solución de cara a debilitar el euro y crear inflación, ambas prioridades del BCE? En principio así debiera de ser, pero convendría no olvidar que en Estados Unidos el QE no tuvo mucha repercusión ni éxito a la hora de depreciar el dólar. Es más, el dólar está hoy en día en los mismos niveles que cuando comenzó la crisis allá por el 2007. En lo referente a la inflación, tampoco el QE en USA creó inflación al ritmo que se esperaba.
El profesor de economía de Harvard, Martin Feldstein, comentó recientemente que la solución ideal sería que el BCE interviniese directamente en el mercado de divisas vendiendo euros. Yo soy de esa opinión, ya que un QE no puede asegurar lo que necesita imperiosamente la eurozona.
En el último análisis realizado del euro/dólar el pasado 20 de febrero, les comenté que los inversores están a la espera de que el BCE tome cartas en el asunto y comience a aplicar medidas expansivas, cosa que podría comenzar a suceder si el Eur/Usd alcanza cotas de 1,40-142. Pues bien, observen que Mario Draghi dejó caer hace dos semanas que la entidad anunciaría en junio medidas no convencionales y este hecho ha coincidido con la zona de 1,40-1,42 que les indiqué, concretamente hace dos semanas eur/usd llegó a 1,40 (se quedó exactamente a 7 pipos).
La idea que tienen que tener en cuenta es que a estas alturas de la película, un recorte de los tipos de interés no serviría como medida principal, tan solo como complemento y que sería necesario adoptar medidas monetarias no convencionales Un programa QE debería de solventar el hecho de que el BCE, por imperativo legal, no puede financiar de manera directa a los países y si la entidad compra deuda pública, implicaría pasar a ser inmediatamente prestamista en última instancia de los países. Si se logra“resolver esta cuestión, estaríamos hablando de que el BCE compraría deuda, inyectaría dinero al sistema.
En el caso de que el BCE no se decidiese por un programa QE, tendría otras opciones, tales como recortar el coeficiente de reservas (de esta manera los bancos se verían obligados a abrir el grifo del crédito), dejar de esterilizar las compras de deuda pública que realizó en el periodo 2010-2012, intereses negativos en los depósitos (para que aparcar dinero no produzca beneficios y los bancos tengan que movilizarlo), un programa LTRO o préstamos a los bancos a un bajo tipo de interés.