Un viejo dicho afirma que en Economía, los fallos del mercado acaban por ser corregidos por el propio mercado. Y normalmente, hemos verificado que es así, aunque se tarde tiempo en producirse la corrección. En estos días, estamos viendo que España se está financiando en los mercados de Deuda a tipos de interés inferiores a los que lo hace Estados Unidos. Concretamente ya pagamos menos del 1% a tres años en los bonos, lo cual es claramente un fallo del mercado, que entra dentro de lo que se denomina la “japonización” de una Economía.
Japón tuvo graves problemas con sus bancos a principios de los años noventa, amén de su propia burbuja inmobiliaria, y lo que hizo fue rebajar los tipos de interés hasta el 0,15%, y desde entonces, se ha mantenido con tipos de interés bajos, con una Economía con problemas, y sin conseguir volver a ser la pujante Economía que puso a la defensiva a los Estados Unidos en los años ochenta.
El que el dinero no valga prácticamente nada, lo cual parece que ha admitido también el Sr. Draghi con su reciente nueva bajada de interés, precisamente al 0,15%, no es bueno para nadie. Los rentistas, grupo cada vez más numeroso en España por el imparable envejecimiento de la población, se las ven y se las desean para conseguir un 1% en un depósito bancario, y si compran letras del Tesoro, les pasa lo mismo, como mucho un 0,50%, amén de las comisiones bancarias, y del Sr. Montoro que luego quiere su 21% vía impuestos.
Lo anterior no supone otra cosa que una nueva reducción de la renta disponible en el sistema, que afecta a un colectivo que hasta ahora no había sufrido especialmente, el de los rentistas. La opción de este grupo puede pasar por invertir en bolsa, ya que según qué valores, hay todavía unos dividendos razonables de entre el 3% y el 6%, pero ello supone la asunción de riesgos significativos, agravada por la tradicional falta de cultura financiera de los españoles. Recordemos cómo los japoneses con problemas similares en los años noventa llevaron su Bolsa hasta un irracional PER 40, para luego ver desplomarse las cotizaciones de sus acciones.
También se puede ir a los bancos, pero indefectiblemente te van a recomendar que inviertas en fondos de inversión administrados por ellos, los cuales reciben cargos de su gestora por comisiones significativas de gestión y de depositaría, las cuales no ven los partícipes, ya que el cargo es directo al fondo. Sí, ya sabemos que todo viene indicado en el folleto del Fondo, pero lo de la señora viuda que se acerca a la oficina bancaria y le dice al sonriente gestor, “hijo, lo que tú me aconsejes”, es más que un tópico.
La disociación entre los tipos de interés oficiales (0,15%) y los tipos de interés reales que cobran los bancos a las pymes (6% a 10%) sólo produce dividendos a los accionistas de los bancos, sector que a decir del Sr. Botín está como una rosa, y en particular Bankia, después de los 24.000 millones que le hemos dado todos los españoles. Los 107.941 millones de euros que hemos invertido el rescate bancario son “pelillos a la mar”, historia financiera de un país de memoria frágil, pero habrá que pagarlos algún día (salvo que se esté descontando una futura “quita a la griega”).
Nuestro Presidente está exultante, y hasta sube la Bolsa. Se nos intenta convencer de que España ha superado con éxito su examen de selectividad y que ya se nos permite estar en Europa como los “alemanes del Sur”. Hay que reconocerle el mérito al equipo de marketing político del Partido Popular, aunque las urnas parecen demostrar que una parte significativa de los españoles se dan cuenta de que les cuesta mucho llegar a fin de mes, de que llevan cinco años con el salario congelado, cuando no rebajado, que tienen mucha menos renta disponible por el aumento de todo tipo de impuestos y tasas, de que han tenido que cancelar sus pólizas de seguro de vida o sus planes de ahorro, porque no pueden pagar las primas, y que tienen que arreglar por enésima vez su viejo utilitario, porque a pesar del Plan PIVE del Gobierno, no pueden cambiar de coche.
Y es lo que tienen los fallos del mercado, que durante un tiempo te permiten vivir en un entorno irreal, pero que cuando finalmente el mercado despierta de su letargo, corrige el fallo de una forma drástica, y es entonces cuando todo es un “llanto y crujir de dientes”. España con su BBB no puede financiarse más barato que Estados Unidos con su AAA. Los tipos de interés efectivos (7/8%) no pueden estar disociados en casi un 100% de los tipos de interés oficiales (0,15%). La Bolsa no puede subir permanentemente cuando no hay fundamentales que lo sustenten (salvo el dinero especulativo que entra desde el exterior).
Y un país con casi seis millones de parados, con una renta disponible per cápita exigua, con un déficit público que no se consigue reducir de manera significativa, con una Deuda Pública que no para de crecer, con un colectivo de trabajadores (48%) que cobran mensualmente menos de 900 € brutos de salario, y con un aparato institucional desmedido que sólo sirve a los intereses de una casta política denostada, no tiene bases sólidas en las que cimentar su tan cacareada recuperación. Cuando el mercado corrija y se dé cuenta de su fallo, es posible que por fin disminuya el “ego” de nuestros dirigentes, pero ya será tarde para todos nosotros.