Es el título de una nota publicada ayer por el FMI sobre Grecia que resume la última revisión del País.
Antes los últimos datos conocidos: la producción industrial cae en abril un 2.2 % anual, cuando la deflación se acelera hasta un 2.1 % anual en mayo (-1.6 % abril).
Además, el propio FMI consideró ayer que el País podría alcanzar el objetivo de superávit primario de 1.5 % del PIB. Pero pide nuevas medidas de ajuste para cumplir los objetivos de superávit primario de 3 % y 4.5 % del PIB respectivamente en los dos siguientes ejercicios (el gap sería de 1.1 puntos el próximo año y más de 1.9 puntos en 2016). ¿Cómo financiar estos gap? Se aplaza esta discusión hasta final de año, en línea con el diseño del Presupuesto. Pero el FMI también advierte sobre la necesidad de seguir fortaleciendo a la banca, de forma que pueda seguir absorbiendo los nuevos impagados. En este sentido considera que la estimación que ha realizado el Banco Central de las necesidades de capital en función de un escenario base y no tanto del más adverso puede generar desconfianza a futuro.
¿Cauteloso optimismo tras los comentarios anteriores? Pasemos a valorarlo.
Esto es lo que dice el FMI:
* Se ha realizado un progreso sustancial en restaurar la sostenibilidad fiscal y externa
* La economía podría comenzar ya a crecer este año, tras seis años de caídas
* Pero un crecimiento sostenible en el tiempo requiere de reformas estructurales
Consolidación macro y acceso a los mercados financieros, son las dos claves que utiliza el FMI para ser "cautelosamente optimista" sobre el futuro. Pero, en paralelo, también considera que esta recuperación económica no está asentada y que el acceso limitado a la financiación dista mucho de ser sostenible sin más reformas. ¿Qué tipo de reformas? 1. Más competitividad; 2. Más capital para la banca; 3. Ajuste fiscal (y reducción de la deuda). No sólo dejarse llevar por la mejora actual como tomar medidas que realmente supongan una mejora sostenible y al alza en el tiempo. ¿Más competitividad? ¿menores salarios? Lo cierto es que el FMI resalta la debilidad relativa de las exportaciones griegas con respecto a otros países, de forma que el menor ajuste a la baja en precios de producción en relación a salarios y los de consumo es un indicador de rigideces en el mercado de producción y trabajo. Lograr una mayor competitividad más allá de salarios pasa por aumentar la competencia, menos administración y burocrácia y mayor flexibilidad en el mercado de trabajo.
Por lo que respecta a la banca, simplemente recordar que la morosidad supera niveles del 40%. El Gobierno debería seguir fortaleciendo el balance de la banca y obligarla a desapalancarse de forma más rápida.
Por último, queda el ajuste fiscal: ¿es suficiente la recuperación económica para ajustar las cuentas públicas al objetivo? El FMI cree que no, especialmente para los dos próximos años. La Institución Supranacional se muestra conforme con la oposición del Gobierno a recortar pensiones y salarios públicos. Pero pide como contrapartida un mayor ajuste en los impuestos, en términos de su gestión y lucha contra la economía sumergida. El objetivo final es traer el nivel de deuda pública por debajo del 124 % del PIB en 2020 y hasta niveles de 110 % en 2022.
¿Nuestras previsiones? Esperamos un crecimiento medio de Grecia del 1.5 % entre 2015/2018; inflación plana o medio punto en este periodo; superávit bpc/c de 1.5 % del PIB; déficit público nominal del 1.5/2.0 % del PIB; deuda pública alcanzando un máximo de 185 % del PIB en 2016 para estabilizarse en niveles cercanos en los dos siguientes años.