Los Contratos por Diferencias o comúnmente conocidos como CFDs son un producto financiero que cada vez atrae a mayor número de inversores en nuestros días.
Hasta hace pocos años los CFDs no eran accesibles para inversores particulares en España, pero a partir del año 2007 se comenzaron a comercializar en nuestro país, ganando popularidad y usuarios año tras año, pero... ¿qué son? ¿en qué consisten?
Las siglas CFDs provienen del término anglosajón Contract For Difference. Se trata pues, como su propio nombre indica, de un contrato por el que se intercambia la diferencia de precio, de un determinado instrumento financiero, entre el momento de apertura y el cierre del mismo.
Estamos hablando de un instrumento financiero, enmarcado en el grupo de los llamados derivados, que facilita operaciones con alto grado de apalancamiento y que cuyo funcionamiento debemos conocer obligatoriamente antes de utilizarlos.
En Europa se utilizan desde mucho tiempo antes que en España. En Reino Unido los CFDs para clientes particulares llevan funcionando desde hace varios años y se encuentran ampliamente difundidos entre los inversores particulares. Por ejemplo, en la Bolsa de Londres tenemos que:
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La contratación de CFDs crece en los últimos años a un ritmo del 57% anual.
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Un 35% de la contratación total actual de la Bolsa de Londres tiene su origen en contratos CFDs, siendo el pequeño inversor protagonista de un 20% de los CFDs negociados.
Una de las grandes ventajas del CFDs es que permite ser utilizado sobre gran cantidad de activos, como por ejemplo acciones, materias primas, índices, divisas o tipos de interés, sin la necesidad de ser propietario físico del subyacente en sí. Por tanto, nos ofrecen una gran gama de posibilidades de inversión.
Como comentaba anteriormente, los CFDs se enmarcan en el grupo de instrumentos financieros denominados derivados OTC, correspondiente a sus siglas en inglés Over The Counter. Esto significa que no cotizan en un mercado organizado, y que la contrapartida es ofrecida por un tercero creador de mercado (market maker).
Hoy en día los CFDs se han convertido en una herramienta de negociación muy popular entre los pequeños inversores de todo el mundo, ganando terreno a la inversión tradicional gracias a sus ventajas, flexibilidad a la hora de operar y fácil acceso a mercados tradicionalmente no accesibles al cliente particular. Los CFDs exigen el depósito por parte del inversor de un pequeño importe en concepto de garantías, esto le permite una gestión más eficiente de su capital, ya que sólo se moviliza una pequeña proporción del valor global de su posición.
Sus comisiones suelen ser competitivas ya que eliminan los tradicionales cánones de Bolsa y las comisiones por custodia en la inmensa mayoría de intermediarios.
A todas estas características añadimos la posibilidad de cubrir carteras mediante el uso de este producto financiero. Dicha estrategia es utilizada por grandes inversores para reducir el pago de impuestos en determinados países. Supongamos por ejemplo que tenemos una gran cantidad de dinero invertido en una acción concreta y comenzamos a perder dinero porque las acciones bajan. Al operar con acciones de propiedad físicas, si vendemos las mismas en un período muy corto (por ejemplo menos de dos meses) perdemos la posibilidad de beneficiarnos de la deducción por los 1.500 primeros euros cobrados en concepto de dividendo, pero si no vendemos podemos incurrir en mayores pérdidas. Para evitar esto, un inversor experimentado realizará una operación igual pero en sentido contrario a través de CFDs para poder así asegurar su operación en acciones. De esta forma congela sus pérdidas o ganancias, puesto que lo que pierda en acciones lo ganará en CFDs y viceversa. Cuando pase el tiempo necesario se pueden deshacer los CFDs y las acciones, generando los beneficios pertinentes.
Indudablemente el acceso a los mercados financieros evoluciona con las nuevas tecnologías de la información como
internet y herramientas de
trading cada vez más potentes y accesibles al usuario. Si se quedan rezagados no podrán exprimir al máximo su capital.
A modo resumen sus principales
ventajas son las siguientes:
- Posibilidad de invertir en Bolsa con una pequeña cantidad de dinero. Por ejemplo, con tan sólo 1.000 euros se pueden realizar operaciones que comiencen a generar beneficios como si gestionásemos 10.000 euros del contado.
- Comisiones altamente competitivas, puesto que se eliminan los tradicionales cánones de Bolsa pagados a BME y las correspondientes comisiones de custodia. Habitualmente los costes de mantenimiento de cuenta son nulos.
- Acceso a cualquier activo, sean acciones nacionales o internacionales, índices, divisas, materias primas etc... Esta circunstancia facilita el trading a cualquier hora, sin estar limitados exclusivamente al mercado doméstico.
- Posibilidad de ganar dinero tanto si el mercado sube como si el mercado baja. Los CFDs permiten abrir tanto posiciones vendedoras o cortas (osos) como posiciones compradoras o largas (toros).
Sin embargo, también son un producto que mal utilizado genera algunos
inconvenientes:
- Producto, que al poder ser utilizado con un gran nivel de apalancamiento, puede generar altas pérdidas, en periodos de tiempo muy cortos, incluso superiores a nuestro depósito inicial. Esta circunstancia se evita fácilmente seleccionando niveles de apalancamiento adecuados y protegiendo nuestras posiciones con las clásicas herramientas de gestión de riesgo como los stop loss.
- En las posiciones compradoras o largas se debe pagar un interés si se mantiene la posición una vez el mercado ha cerrado, generando un coste adicional. Esto es debido al apalancamiento que se emplea. No obstante, las posiciones vendedoras o cortas no generan ningún tipo de coste adicional, es más, cuando los tipos de interés están altos, se nos suele pagar un interés en concepto de préstamo.
- Los CFDs no cotizan en un mercado organizado y la contrapartida es ofrecida por un creador de mercado, también conocido como market maker. Esta circunstancia puede hacer que series de precios como índices no repliquen de manera exacta a sus futuros o contados, generando cierta controversia. Sin embargo, en el mercado de acciones no suele ocurrir dicha circunstancia. Esta situación propicia que activos como índices coticen durante las 24 horas del dia durante toda la semana. Por este motivo, se desaconseja la operativa cuando el mercado ha cerrado oficialmente, y es que nos quedamos en las manos del market maker.