Tres años después de sumergirse en un programa de rescate de 78.000 millones de euros, Portugal sale a flote. Una salida a priori limpia, es decir, sin mecanismos de apoyo por parte de la troika, pero con cuestiones pendientes de solucionar para el buen funcionamiento futuro del país. La primera, que se resuelva el rechazo del Tribunal Constitucional luso a parte de las medidas de austeridad adoptadas. Así fue el antes y el rescate, y así el después (el ahora).